Correr hacia ti

Capítulo 5. El orfanato.

 

Pasada la semana salió algo retrasado el viernes para su casa en Havre de Grace. Por más que le dijeron  los colegas que compartian con él el piso de su dormitorio que era una locura irse tan tarde,  aun así se despidió y se fue. Llegó como a las ocho de la noche y ya Camila se había ido, se enojó consigo mismo y no tenía ni el número de la joven para disculparse. Sólo sabía qué camino debía tomar pero nada más. Se sentía confudido y peleaba una batalla interna de si ir o no por su cuenta. No se aguantó más y decidió arriesgarse. Toda la semana había pensado en esa chica tan diferente a cualquier otra que hubiera conocido y eso era algo nuevo para él. No pensaba en sexo, sino en estar cerca de ella. Condujo por el camino largos tramos, traía consigo a Emmet sentado a su lado que sacaba la cabeza por la ventanilla con la lengua afuera. Era un solo camino a su derecha, el río a su izquierda y un pasto alto que cubría a una persona promedio. Se detuvo pues el auto parecía haberse atascado con algo, dio un golpetazo enfurecido sobre el timón y se bajó airado a revisar el problema, la rueda de atrás estaba atrapada en un poco de lodo, intentó empujar el auto pero fue inútil, de momento comenzó a reír histérico. "Si no me pasa a mí no le pasa a nadie" pensó secándose el sudor de la frente. Se sentó otra vez  en el auto y lo puso a toda marcha, como al cuarto intento logró salir del atasco. Más adelante había algo así como una especie de bar que estaba abierto, se escuchaba música fuerte "qué mal gusto tienen" pensó en voz alta. Se bajó y entró a pedir la ubicación del orfanato.  Una señora le explicó amablemente y dando gracias se alejó. Ya había recorrido unos diez kilómetros cuando se detuvo frente por frente a la dirección que le dieron. Era una casa un poco grande con espacio a su alrededor pero no podía ver los detalles pues ya estaba avanzada la noche. Bajó seguido del perro al que le colocó una correa. Abrió el portón y subió por las escaleras. Había unas luces tenues de unas lámparas, de repente sintió hasta escalofríos. "Por algo quieren desinstalar este lugar" pensó de primera impresión. Tocó el timbre varias veces hasta que la puerta se abrió. Le recibió una señora llena de canas, le explicó que era amigo de Camila y que venía como voluntario. La señora lo hizo pasar mientras buscaba a Camila y llamaba al director Robinson. La joven estaba durmiendo a un pequeño de dos añitos que gracias a Dios estaba en proceso de adopción. Al avisarle quién se sencontraba abajo se quedó atónita, era lo que menos se imaginaba, su corazón se aceleró y sintió una alegría indescriptible. Cuando el pequeño se quedó dormido lo acostó sobre la cuna, lo tapó y salió de la habitación casi corriendo para ver al joven. Dereck estaba ya subiendo las escaleras junto al doctor que lo acompañaba a una habitación. Al verlo se puso nerviosa, se escondió tras una columna y trató de tranquilizarse respirando profundo, cuando se sintió más segura caminó despacio hasta ellos.
—¿Pero qué haces aquí?—preguntó con una sonrisa que llenaba de vida su rostro.
— Prometí que vendría—contestó él, feliz de ver a la chica tan alegre, definitivamente había valido la pena su odisea.
El director lo dejó instalado en una pequeña habitación y le dijo que hablarían con calma en la mañana. Camila le trajo unas sábanas y entró en la habitación. Le tendió la cama y mientras lo hacía Dereck la observaba embobecido repasando cada uno de sus gestos. Tenía su largo cabello negro suelto con unas vueltas hermosas.
—Listo— le dijo terminando de hacer lo que hacía— me alegra de que estes aquí.
Emmett se trepó a la cama sin pedir permiso haciendo reír a la muchacha. Dereck no sabía qué decir, tal parecía que tenía un nudo en la garganta que le imposibilitaba el habla. "Pero qué me ocurre" pensó. Realmente jamás le había sucedido algo similar antes.
—Me tengo que ir...  Estoy cuidando de los chicos en su habitación— dijo Camila e hizo pucheros—nos vemos en la mañana.
Antes que saliera del cuarto él la haló por el brazo deteniéndola con firmeza.
—Dame el número de tu móvil — le pidió— hoy quise explicar por qué me retrasé y me di cuenta que no lo tengo.
La chica asintió y se lo dio para luego desaparecer de delante de sus ojos. Dereck se dejó caer sobre la cama, tomó el móvil y le escribió un mensaje de texto.
Camila recibió el mensaje. "Me agrada este lugar". Sonrió mordiéndose las uñas y se sentó en su cama para responder. "Cómo fue que llegaste?" le preguntó; el sonrió y le contó su aventurera trayectoria. Se quedaron desconectados del tiempo mientras se escribían por WhatsApp. Ella sólo reaccionó cuando el mismo niño de antes se despertó y tuvo que ir a su encuentro, se despidieron y él sentía una paz enorme en su corazón mientras hablaba con su nueva amiga. Qué le pasaba, no lo sabía; pero era algo nuevo y muy agradable. 
En la mañana lo fue a despertar la señora Stephanie, una de las cuidadoras de los niños, una mujer mayor de unos cincuenta años. Eran las cinco de la mañana, le dio tiempo a que fuera al baño y se cambiara. Se despertaban primero que los niños para preparar el desayuno y acomodar todo antes que los pequeños abrieran los ojos. Lo llevó abajo para que desayunara, pero no estaba allí Camila. Al perro tambien le dieron que comer, lo devoró todo y se quedó pidiendo más. Le explicaron que el jardinero estaba enfermo de gripe y no había podido ir, que si podía él cortar el césped, asintió y lo llevaron afuera. Quedó boquiabierto al ver tanto trabajo pero en silencio tomó el azadón, no tenían una máquina para cortar el césped. Aún tenía mucho sueño pero decidió portarse bien. Como a la hora apareció Camila con un sombrero que le puso sobre la cabeza.

—Así el sol no te quemará— afirmó haciendo que su amigo se detuviera y secara el sudor en su frente. Ya había adelantado gran parte del trabajo. —Lamento que te hayan puesto a cortar el césped, es que al verte joven y fuerte no pudieron perder la oportunidad—dijo ella alentando al joven con una sonrisa.
— No es ningún problema— aclaró él volviendo a su faena— vine a ayudar también ¿Recuerdas?
La chica asintió, aún sonriendo. Se tuvo que ir pues la mandaron a llamar, Dereck se detuvo para verla alejarse y luego continuó. Como era sábado los niños fueron al salón de juegos, allí estaba el perro que los puso a todos contentos y jugaron con él de lo lindo. Clara, la mayor de todas de las que trabajaban con los niños se asomó en una ventana y observó a Dereck largo rato. Se apareció ante él con una jarra de jugo para que refrescara. El joven lo tomó agradeciendo la generosidad. Le contó lo que ya sabía por medio de Camila y le hizo saber al joven que ella era la abuela de la muchacha, impactado, el joven no supo qué responder. La señora le explicó que le preocupaba su nieta pues era muy inocente para el mundo, prácticamente se crió en ese orfanato ya que su madre trabajaba y vivía ahí, no fue a la escuela ya que recibía las clases que se impartían en el lugar y hasta los dieciocho años se mantuvo encerrada en ese edificio que parecía consumirla, no conocía el mundo. Cuando su padre la aceptó le regaló la casa y se fue a vivir allá por pedido suyo y fue entonces que comenzó a asistir a una escuela normal para terminar sus estudios e ir a la universidad; pero aun así ella seguía enfocada en este orfanato que en cualquier momento dejaría de ser ya que la mayoría de los niños estaban en proceso de adopción y los que faltaban, los trasladarían a una institución reconocida por el gobierno. Le pidió que cuidara de su nieta y que le mostrase que el mundo era más que ese orfanato. Dereck le hizo saber a la señora que Camila era una buena amiga y que no se preocupara, sacaría tiempo para mostrarle el mundo, Clara sonrió agradecida y lo dejó terminar. Pensó cómo ahora estaba a cargo de su nueva amiga, por pedido de su propia abuela, y no le desagradó en absoluto. 
Pasado el mediodía el director Robinson vino a su socorro y le agradeció con el alma por haber sido tan útil y le pidió que entrase a almorzar. Averiguó con el director sobre los problemas legales del orfanato que le dejó saber que ya estaba cansado y que a pesar de todo estaba alegre pues los niños crecían en bien rodeados de amor y protección y que su última misión era, que antes de cerrar; los cinco que aún no estaban en proceso de adopción pudiesen conseguir también una familia.
Ya en la tarde, después de haberse dado un baño relajante estaba sentado en el patio. La noche quería señorear sobre el inmenso cielo. Los niños les habían caído en gracia, por la tarde había sido testigo de sus juegos e incluso jugó al fútbol con ellos. Camila entonces se acercó a él, tenía una larga trenza atrapando su cabello y un cintillo color azul que cubría parte de su frente ya que era ancho. Vestía una túnica blanca de hilo hasta los tobillos, ajustada bajo el pecho con una cinta color negro, en la parte del pecho tenía encaje y amarraba en los hombros con un lazo, la falda era ancha y estaba abierta desde  las rodillas. Tenía puestas unas sandalias bajitas cerradas delante y amarradas en los tobillos. Incluso su forma de vestirse era diferente, pensó el joven y recordó las palabras de la abuela en la mañana. Ella se sentó a su lado.
—¿Qué te pareció el orfanato?—le preguntó para iniciar un tema de conversación.
El joven sonrió.
—Es acogedor— afirmó apagando el móvil y recostándose del banco. — Ya veo por qué lo amas tanto. ¿Qué harás cuando lo cierren?—preguntó sin rodeos— ¿Aún serás maestra?
Camila bajó la cabeza pensativa y se encogió de hombros.
—Me gusta trabajar con niños—contestó algo triste— En verdad no quisiera que lo cerraran, este orfanato ha sido mi casa y alberga a mi familia en él... No sabría qué hacer en ese caso— explicó.
Dereck tomó de imprevisto la mano femenina entre la suya haciendo que el corazón de la muchacha se acelerara, el también experimentó una sensación desconocida con el toque de sus manos y la apretó con suavidad.
— Yo te ayudaré a encontrar un buen camino— le aseguró mirando los hermosos ojos verdes de la muchacha que de repente le regaló su sonrisa.
—Gracias— le dijo —pero no olvides tu promesa, eh?— replicó dándole unas palmaditas en la espalda después de haber recuperado su mano.
—No lo haré— afirmó muy seguro de lo que decía, cosa que lo confundió. 
El director Robinson los interrumpió y los mandó a entrar pues ya estaba la comida. Dereck no comprendía lo que comenzaba a sentir por Camila, sólo sabía que estaba ocupando en su corazón y en sus pensamientos un lugar prominente. El domingo pasó más rápido. La esposa de Tom había caído en cama y ya él no podría asistir al orfanato y ayudar pues su esposa demandaba mucho tiempo. Dereck se comprometió a llevar a Camila y aseguró que no era ningún problema para él. El viaje de regreso fue mas rápido. Bonita experiencia había vivido allí.
 




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