Correr hacia ti

Capítulo 8. El dilema de Dereck.

 

Dos mañanas después, cuando estaba esperando el bus, volvió a ver a Rafael que se acercó a ella con una sonrisa radiante y se sentó a su lado. Lo saludó alegre.
—¿Traes una bolsa plastica?— Le preguntó el hombre. 
Le dio unas palmadas a su mochila.
— Aquí la tengo... Mejor precaver que lamentar.
— Sí...—contestó él sonriendo.—Sólo por curiosidad... ¿Eres estudiante de secundaria?—Camila asintió con la cabeza— Pero ya tienes más de dieciocho... ¿no? 

Ella entonces lo miró curiosa.
—¿Te preocupa mi edad?
Él se revolvió en su lugar un poco nervioso.
—No, es que.... wow... qué teléfono!— dijo para cambiar de tema— es un S6 edge, el teléfono del año— lo tomó y lo miró asombrado— es un gran celular, felicidades.
Camila se sintió orgullosa de su móvil y eso le hizo recordar a Dereck y el hermoso gesto que tuvo con ella.
En ese momento, él estaba en la biblioteca estudiando para un examen. Tenía unos cuantos libros abiertos y tomaba notas de las cosas que debía memorizar. Estaba tan concentrado que no sintió a Halley cuando se sentó a su lado. La joven, sensual como siempre, logró distraerlo por unos segundos cuando la descubrió. 
—Debes ayudarme— le pidió con voz melosa— quiero sacar el máximo y no hay manera de que me grabe tanto contenido— tocó la mano masculina con delicadeza— ayúdame a estudiar Dereck, dame tu secreto para tener una mente tan capaz.
El joven sonrió.
—El secreto es estudiar— le dijo recuperando su mano.
La chica notó frialdad y se preocupó al sentir que perdía terreno.
—Me puedo quedar y estudiar a tu lado?
Dereck recogió un poco los libros e hizo espacio para la muchacha. Su mentalidad en cuanto a ella había cambiado, estaba confundido respecto a lo que podía estar sintiendo por Camila y había decidido darle largas a Halley, recordó una conversación reciente que tuvo con su amigo en que le decía que no tomara ninguna decisión sin estar seguro, que no se enlazara sólo por sentir atracción física. Halley también lo confundía a veces, aunque enamorado no estaba pero sí sentía algo ya que fue por ella que había mantenido distancia de otras chicas y había frenado sus impulsos masculinos. Aunque Kevin le garantizaba que era una coqueta y una falsa, no quería ni pretendía lastimarla, esta vez quería actuar bien. Estudiaron juntos y no pudo negar que disfrutó ese momento con ella. Halley estaba sentada a su lado y sin poder resistirse mas lo miró fijo a los ojos como dándole permiso para que la besara. Dereck no supo cómo resistirse y con su cabeza confundida,  luego de unos segundos de lucha, la invitación de besar la boca femenina aún seguía en pie así que no pensó en más nada y se inclinó para hacerlo. Fue un beso breve y al concluir, miró a la joven que mordía su labio inferior y le regaló su sonrisa. Tal parecía que ella había tocado el cielo pero él seguía en la tierra y comprendió de una buena vez que no sentía por ella otra cosa a no ser una pasión que tarde o temprano moriría.
—Halley—susurró— tengo que decir...
—A mí tambien me gustó—le dijo ella adelantándose, y con su mano acarició la mejilla del joven que la detuvo, sosteniendo con su mano la suya— En verdad me gustas mucho— le confesó a él — creo que estoy lista para dar otro paso en nuestra relación, quiero ser totalmente tuya.

 A Dereck se le hizo un nudo en la garganta y se salvó porque la campana sonó y velozmente se paró y se puso a recoger los libros.
—Luego hablamos de nosotros, tengo turno ahora con el dr Cavill. 
Se despidió de ella y fue hacia su clase. Por más que quiso no logró concentrarse, su mente estaba divagando. Estaba molesto por no ser capaz de definirse y por el hecho de que algo tan simple lo tuviera con la mente echa un lío. No dejaba de pensar en Camila, en su sencillez y honestidad, pero la veía tan chica y tan pura que eso lo detenía y lo hacía querer seguir jugando el juego de Halley. Sin más, espantó todos esos pensamientos que lo acribillaban y dejó que las cosas corrieran naturalmente. Kevin se pasaría el fin de semana con él y el sábado irían los chicos para relajarse. Recordó que debía llevar a Camila al orfanato así que se apresuró.
Kevin se fue con él al igual que otro de los chicos. Llegaron y entraron. Dereck llamó a su vecina que aún no había llegado, era extraño que se entretuviera tanto por ahí.
—¿Pensando en la jugadora de póker?— le preguntó Dylan parándose a su lado con una cerveza en la mano y riendo. Se ganó una mirada asesina que lo enmudeció y dando la vuelta entró a hacer comentarios con Kevin a quien había notado bien distraído durante la semana.
Parado en el portón esperaba a Camila y entonces la vio aparecer con una bicicleta en las manos. Se adelantó para alcanzarla. Cuando la joven lo vio fue inevitable sentir su corazón galopar veloz como un caballo de carreras.
—Vaya...—expresó el joven— En serio no te irás en bicicleta a la escuela— se acercó y tomó la mochila de la joven y se la puso sobre el hombro. —¿Pero qué cargas aquí?—se quejó al sentir el peso y la muchacha sonrió.
—Sólo libros, debo estudiar mucho si quiero entrar a una buena universidad.
—Sí, es verdad— afirmó el joven— ¿De dónde la sacaste?—preguntó refiriéndose a la bicicleta.
—Me la prestó un amigo.
Dereck frunció el ceño.
—¿Cuál amigo?— preguntó.
—Uno que conocí recién.
Dereck lanzó una carcajada estruendosa.
—Pero mira que eres inocente— soltó con voz incómoda, dejando asombrada a la muchacha— pero qué amigo ese que te presta cosas si apenas lo conoces? 
Camila no supo cómo ripostarle así que se quedó callada y bajó la mirada. Dereck le quitó de las manos la bicicleta y se montó en el sillín.
—Sube— le pidió con dulzura y ella obedeció. Se sentó en el cuadro ya que no tenía parrilla. El joven pedaleó hasta detenerse en la puerta de su casa. Camila se bajó.—Cuando estés lista me timbras para llevarte al orfanato.
Ella asintió y entró. Se volteó al escuchar su nombre.
—¿No vas a entrar la bicicleta? debes cuidarla ya que es prestada— dijo en tono burlón, la chica regresó y sin decir palabra alguna la tomó y atravesó la puerta pero antes se volvió a él sacándole la lengua en un gesto gracioso haciéndole reír.
—Controlando el territorio, no?— expresó Dylan, que estaba sentado frente a la piscina en una silla plegable bebiendo una cerveza en cuanto Dereck subió por las escaleras. El joven refunfuñó y dejándolo por imposible entró a la casa. Kevin que estaba parado en la puerta lo detuvo, había sido espectador del encuentro que tuvo con la chica y en verdad tenía dudas y sentía curiosidad.
— Te gusta ella?— Inquirió. 
—Es sólo una amiga—contestó e intentó seguir camino pero su amigo no le permitió avanzar.
—Es la primera vez que actúas así con una mujer ¿ya lo notaste?
— ¿Qué dices?
—¡Por Dios!!! le compraste el teléfono del año y vives pegado al celular a ver si te ha escrito, no niego que te guste estar aquí pero desde que ella apareció buscas cualquier excusa para venir...
—Acaso no ves que es muy chica— lo interrumpió— Además... no quiero hacerle daño.
— Entonces le quieres hacer el daño a Halley?
—¿Qué? ¡No! Qué cosas dices. Sinceramente me gusta más que Halley, tiene la mirada pura y es tierna.
—¡Siiiii! —exclamó Dylan desde su lugar interrumpiendo— Camila es más como para ti que la arrogante aquella, digo... si es que en verdad te gusta y si no te gusta me dices para acercarme yo.
Dereck se revolvió.
—Ni se te ocurra— advirtió haciendo que Kevin confirmara sus sospechas—¿y por qué les cae mal Halley?
—Por favor Dereck— dijo Dylan acercándose — Ella es tan... tan...
—¡Tan qué?— espetó el joven ya incómodo.
—Porque sea irresistible y actúe delante de ti como un bocadito de dulce no significa que lo sea— respondió Kevin— por favor, anda coqueteando con media facultad.
—Deja que se entere que andas medio embobecido por tu vecinita y que ya no tiene ese encanto sobre ti para que veas cómo se comporta— sentenció Dylan dándole unas palmadas en la espalda. En eso sonó el teléfono de Dereck y al fijarse era  Camila. —Sólo te pido que no le hagas daño a esta, no la ilusiones por gusto si no vas en serio— agregó— ella sí se ve que es buena.
Se apartó de sus amigos, comentando que la llevaría a un lugar se despidió y se marchó. No quería hacerle daño a ninguna mujer, no es que con las que había estado fueran precisamente unas santas. Se tardó como tres horas y al regresar estaba de muy buen humor, no les dijeron nada ni mucho menos le preguntaron, sólo le dejaron soñar despierto.




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