Correr hacia ti

Capítulo 11. Una decepción.

 

Dereck y Camila se despidieron en la mañana y él subió a su auto. Ella lo vio alejarse a través de su ventana. Le había pedido que no se fuera, que se quedara allí, que Emma, la señora que se encargaba de su casa en su ausencia se ocuparía de cuidarla en su lugar; todo había  sido acordado. Camila pudo caminar ese día sin usar el bastón, pero por prudencia lo tomó. Estuvo todo el tiempo aburrida. Sin Dereck ahí no le veía sentido a  quedarse. Recogió sus cosas y sentada en la cama lo pensó mucho. Emma la ayudó luego a bajar y se sentó en la sala. Era muy conversadora, tanto que llegaba a aturdir a la muchacha que por cortesía escuchaba todas sus palabras. 
Cuando Dereck terminó su examen se reunieron él y un grupo de la facultad en un bar de la ciudad para festejar. Eran como las seis de la tarde. El bar estaba lleno y la música invitaba a todos al baile. Dereck conversaba con Halley que no se le despegaba, estaban sentados en una mesa algo apartada del tumulto. La chica lucía irresistible y tenía un perfume fuerte pero agradable. Lo miraba con sensualidad provocándole todo el tiempo pero él parecía inmune a sus encantos. 
—Me gustas mucho y sé que yo a ti también— le dijo ella en una ocasión— ¿cuándo me llevarás a tu casa en la playa...?
Dereck se recostó del asiento sin quitarle los ojos de encima, parecía tener la boca pegada, estaba más que claro para él que Halley esperaba por su decisión, no se lo hubiese pensado un mes antes, pero ahora ya ese deseo había desaparecido. Tenía un lío en su cabeza que no lo dejaba dormir, su único pensamiento era aquella chiquilla que vivía al lado y que ahora le esperaba en su casa como si fuera una esposa.
—¿No me vas a responder?— insistió Halley al sentirse ignorada, sacándolo de sus pensamientos.
—No puedo responderte ahora— dijo al fin, logrando que ella se enfureciera evidentemente.
—Ya te aburriste de mí— barbotó enojada— pero cómo si aún no ha ni comenzado?— le reclamó.
—No digas eso— la interrumpió el joven— Es que...—no sabía qué decir ni cómo decirlo- necesito un poco de tiempo. 
—Ya confirmé que puedes llegar a ser fiel si así lo deseas— Halley tomó sus manos— me siento lista, quiero ser tuya.
El las apartó bruscamente y pasó la suya por su rostro, movía incansantemente la pierna derecha, escucharla decir eso era lo que tanto había esperado por mucho... pero desde que Camila llegó a su vida borró ese deseo ardiente de su corazón, o mejor... de su carne.
—¿No vas a decir nada? —La chica se impacientaba. Nunca había sido tratada de ese modo tan absurdo y eso la hacía aferrarse más. 
Dereck permanecía en silencio mientras ella esperaba con sus vivaces ojos puestos en él llena de incertidumbre.
—Lo siento pero...
— No digas más — lo cortó parándose de golpe— no has cambiado nada— soltó malhumorada— eres el mismo.
—Siéntate — pidió el joven y al ella no escucharle dio un golpe en la mesa con el puño cerrado, repitiéndole lo mismo. Esta vez sí le obedeció y lo miró entre furiosa y confundida.
—¡Qué esperas de mí?!—protestó—si ya te aburriste dímelo y no me hagas perder mi tiempo; además, no tienes por qué sentir lástima si nunca tuvimos nada. Tú eres quien se lo pierde.
—Me pediste tiempo y yo te lo di— comenzó a decir él— ahora te pido lo mismo, sólo quiero aclarar algunas cosas que tengo sin resolver.
—Es lo justo—dijo entonces ella decidida a no renunciar y adoptando una postura más calmada— esperaré porque me gustas muchísimo y estoy segura de que yo te gusto igual — se puso en pie— sólo no te demores demasiado... Hay muchos que quisieran estar en tu lugar. 

Se alejó de él desapareciendo entre las personas. Esas últimas palabras le cayeron mal al joven que tomó el vaso con bebida que tenía a su derecha y lo vació de un trago.
Al otro día, después de salir de la corte, donde presenció un caso de litigio; caminaba hacia su auto cuando ella le salió al paso, había estado allí también, pero en otro piso presenciando un caso similar. La llevó a un restaurante para charlar. Sentados allí Dereck se detuvo a saludar a unos amigos que estaban en otra mesa y dejó su teléfono. Halley aprovechó y lo tomó en las manos cuando justamente una llamada entró. Curiosa, miró y como estaba en vibrador, Dereck no tenía cómo escucharlo. Vio en la pantalla el nombre de una chica y eso la hizo enojar, le dio contestar y se acercó el móvil al oído.
—Oyeee— una voz llena de entusiasmo se dejó oír del otro lado- a que no sabes qué me encontré...
—No es Dereck— la interrumpió con voz incómoda— es la novia, Halley. Apréndete bien mi nombre porque no me gusta que le llames tanto, realmente me molesta. 
Camila tragó en seco y no supo qué decir así que cortó la llamada. Halley borró el registro y puso su número en la lista negra, colcando otra vez el móvil en el mismo sitio de antes.
Por su parte, Camila se quedó muy confundida y a la vez enfadada con el joven por ocultarle que tenía novia y sin pensarlo dos veces recogió sus cosas y dejando el bastón se despidió de Emma y se marchó a pesar de que ella intentó retenerla, pero el perro lealmente la siguió. Llegó a su casa y se dejó caer sobre el sofá, se sentía traicionada y de tan mal humor que se juró en ese instante sacarlo de su vida. Cuando al rato su teléfono sonó, era él.
—Dime— respondió secamente.
—¿Por qué te fuiste? Aún estás de reposo— la regañó.
Chasqueó la lengua, Emma ya le había dicho tan chismosa y ahí estaba él 'preocupándose', cosa que la irritó más pero no lo demostró, ya que de seguro él no sabía que su 'novia' era quien le había contestado antes.
—Extraño mi casa— se justificó— y estoy bien recuperada, yo me cuidaré a partir de ahora. Estudia mucho y muchas gracias. Nos vemos el viernes si es que vienes. 
—Está bien—A Dereck le sorprendió el tono de su voz— cuídate— se despidió— luego te llamo.
Al colgar Camila le hizo una mueca al teléfono." "Por mí no me llames más" pensó dolida. Esa noche se sentía extraña en su propia casa, fuera de lugar entre aquellas paredes, sintió tristeza y soledad.
Al día siguiente después de salir de la escuela se llegó a la tienda donde trabajaba, aún le dolía un poco la rodilla pero era sólo cuando hacía movimientos bruscos. Estaba cerrando el local cuando Rafael la vio a lo lejos y se detuvo para ir a saludarla. La joven al verlo se sorprendió. Él la invitó a su restaurante y ella enojada aún con Dereck aceptó la oferta sin pensarlo y lo acompañó. Estaba al lado de la playa, era tan acogedor que se sintió como en casa. Rafael le sirvió unos apetitosos camarones que la dejaron chupándose los dedos. Le comentó sobre su accidente con la bicicleta y lo fatal de su caída; que esperaba mejorarse para  volver a intentarlo, estaba decidida en aprender. Esa tarde él la acompañó hasta la puerta de su casa pero ella no lo dejó entrar evitando la extrema confianza y dándose cuenta que por despecho le había dado incluso motivos para acercarse más. Emmett la recibió con alegria, el perro ya no se quería alejar de ella, agachándose lo acarició y agradeció tener su compañía para opacar su soledad. Pasó la noche sentada a la orilla de la playa, la brisa estaba fría así que se abrigó con una manta. Tomó el móvil y llamó a su abuela para preguntar cómo iban las cosas en el orfanato, y un poco solamente para que el tiempo corriera. Extrañaba mucho a Dereck y los celos la consumían, cosa que no le gustaba en absoluto. Ella no era así, y aunque mascullaba que no quería saber de él, todo lo que en realidad deseaba era que la llamara. Aún tenía el certificado médico vigente, así que decidió no volver a la escuela y cumplir con su reposo, su rodilla le comenzó a doler por el esfuerzo ocasionado durante la jornada. Casi al acabar el día, Dereck finalmente la llamó para saber de ella y le contestó con evasivas aunque el enojo se había apaciguado. El viernes volvió a la escuela, aburrida ya de estar sola, deseaba tener a alguien para conversar y en la parada se encontró con Rafael.
—Si tienes auto por qué tomas el bus? —Le preguntó. 
—Porque desde que te descubrí prefiero el autobús para estar un poco más contigo.




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