Correr hacia ti

Capítulo 13. Momentos.

 

La lluvia cayó de repente sobre la tierra, tan fuerte que las gotas parecían puñales en lugar de agua. Camila cerró deprisa todas las puertas y las ventanas porque el viento soplaba fuerte. Dereck estaba sentado en el sofá leyendo un libro infantil junto a Emmett, acostado a su lado con la cabeza recostada sobre sus piernas y ambos ignoraron el diluvio. La chica permaneció frente a los ventanales de cristal mirando con asombro la furia de la lluvia. Podía ver a lo lejos el mar picado como si fuese un infierno y sintió temor; por primera vez era espectadora de una tormenta tan fuerte allí, el río estaba creciendo y al punto de desbordar. Corrió hacia el joven que parecía ajeno a todo lo que ocurría afuera. Dereck dejó a un lado el libro y la calmó, la casa estaba alejada lo suficiente de la orilla del mar, sin embargo, el río le quedaba muy cerca y eso sí le preocupó entonces. Cuando se levantó a mirarlo, reconoció que era la primera vez que veía ese río así de bravo. Sugirió subir por precaución al piso de arriba. Ahí se asomaron al balcón y Camila tuvo  temor otra vez, pero al ver al joven calmado sintió seguridad y alivio de tenerlo allí, y se alegró de no estar sola.
—Parece que va a llover para rato— dijo él recostándose sobre la cama y quitándose con los pies los zapatos. Era una manía suya y ella se había dado cuenta y sonrió. No protestó al verlo acostarse, más bien sin poderlo evitar se acercó a el y se sentó en una esquina seguida por el perro. Dereck aprovechó la oportunidad y le contó quién era Halley y porqué se sentía con ese "derecho" como le dijera ella antes. Escuchó todo con atención y lo que más le agradó de la historia fue que jamás había estado con ella y que había decidido cortarle las alas. Ella terminó recostándose en la cama junto a él sin decir ni una palabra. Emmett se acercó más a ella y se acurrucó en su costado quedando en medio de los dos jóvenes. Camila cerró los ojos hasta que quedó dormida entre las blancas sábanas de algodón. Dereck permanecía despierto, en un momento sintió frío y se dirigió al closet a buscar una manta para cubrirse. Vio un album de fotos y lo tomó, era de cuando la chica era pequeña, junto a una mujer que debía ser su madre, era preciosa y vio el parecido entre ambas. Dejó el cuaderno después de haberlo ojeado y tomó la manta que estaba a la vista. Se asomó en el balcón y aún continuaba la tempestad. Bajó a buscar algo de comida. Vio la mochila de la joven y buscó su teléfono, pudo entrar fácilmente ya que no tenía contraseña. Él no solía hacer estas cosas, pero por causa de Camila cualquier cosa era posible. Mientras comía un plato de pasta se sentó a la mesa y lo revisó sin sentir culpa. Abrió el WhatsApp y miró si mantenía algún tipo de conversación con ese tal Rafael pero no había nada, solo le escribía a él, a su abuela y a su papá; lo cual le dio una gran satisfacción. Dejó el teléfono en su lugar al ver que todo estaba en orden. "Pero qué estoy haciendo" pensó "me estoy comportando como un sociópata"... Comenzó  a reír de sí mismo con ganas, no se reconocía. "Me estoy saliendo de mis casillas, ¿qué me hiciste niña?". Se asomó por la ventana apartando con sus manos la cortina, afuera el cielo oscuro cubría con su sombra todo, unos relámpagos iluminaban de repente el cielo y los rayos caían sobre el mar cortándolo en dos, era todo un espectáculo aquella vista tan impresionante. Se volteó al escuchar pasos detrás de él.
—De repente pensé que te habías ido— Camila se acercó mirando también hacia afuera— Aún llueve. Es tarde, me quede dormida. ¿Qué hora es?
—Más de las nueve.— Fue la respuesta y ella se asombró.
—Tengo hambre— confesó— ¿Te preparo algo?
—No gracias, yo mismo me serví.— Dereck sonrió. 
—Qué bien, eso es bueno, que te sientas como en casa. 

Fue hacia la cocina seguida por el perro a buscar comida. A causa de su tardanza, el joven fue a buscarla y un delicioso olor lo sorprendió en la cocina. Ella estaba friendo pollo y olía tan bien que se antojó de uno pero ella lo había pensado antes. Cuando estuvo listo, le dio un trozo al perro sobre el plato que le había puesto en el suelo y se sentó junto al joven a comer. 

—Está sabroso.
—Sí... lo sé — respondió alardosa llevándose el suyo sin remilgos a la boca. 

Dereck fue hipnotizado mientras la veía devorarlo con una sensualidad que lo hizo estremecer. A ella no le importaba verse bonita y su boca le pareció una verdadera delicia. Volvió en sí, cuando escuchó su voz.

 —¿Cuándo es tu cumpleaños? 

—El veintitrés de abril. —Respondió dando un brinco inconsciente. 
—Aaaah—exclamó ella asombrada— pero eso es el domingo que viene! ¿No pensabas decírmelo?
—Es que siempre lo olvido.— Se justificó. 
—¿No vas a ir a ver a tus padres?— él negó con la cabeza— ¿Desde cuándo no los ves? 
—Creo que ya hace como cuatro meses—Dereck siguió comiendo como si no le importase el tema, pero Camila insistió. 
—¿Y no los extrañas? Ni el día de tu cumple la pasarás con ellos?
La miró directo a los ojos esta vez.
—A veces extraño a mi padre— dijo—mi madre es más independiente, si es que entiendes. Ya soy muy grande para pasarla con ellos, ¿no crees? 

La chica se encogió de hombros.

 —El día del cumpleaños está sobrevalorado, es un día como cualquier otro. Hay montones de excusas si lo que uno quiere es celebrar. 

—Sí, puede ser. Pero igual es un día especial y si fuera tus padres querría pasármelo contigo.

 El joven sonrió. 
—Me tendrán cuando me gradúe, entonces regresaré a Boston.
—¿Te irás?— El rostro de la chica se ensombreció y él lo notó. 
—Si quieres me quedo o te llevo conmigo.— Dijo con coquetería. 
Camila tragó en seco y bajó la mirada nerviosa, pero él insistió.
—¿Quieres que me quede contigo... Camila?
Las miradas se juntaron, y ella estaba ruborizada.
—Sí quiero—dijo con voz temblorosa— a tu lado mi vida es más bonita y divertida. 




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