Correr hacia ti

Capítulo 15. El mejor regalo de todos.

 

Al llegar la vio sentada junto a Emmett acariciándolo como si le contara algún secreto. Se dejó caer junto a ella y no dijo nada, ambos se quedaron en silencio. Ella entonces le dio un pequeño paquete con una envoltura dorada. 
—Felicidades...— le dijo sin gota de enojo en su voz— es mi regalo.
Dereck lo tomó confundido pero feliz. 

—Gracias.— Le dijo.

 —¿No lo vas a abrir?

 —¡Claro! —Era un hermoso reloj de pulsera.  

—¿Te gusta? El día que me compraste el teléfono te vi mirándolo y me pareció un bonito regalo. 

—Claro que me encanta—se apresuró a responder— gracias, estoy seguro que es el mejor regalo. 

Ella rió levemente. 

—Claro que no, tus amigos ricos seguro te daran mejores cosas. 

—Pues para mí este es el mejor, ya lo decidí. 

Se miraron por un momento en silencio y ella bajó la vista. 

—Perdona por ser tan egoísta—dijo la chica— olvidé que no tengo ningún derecho a querer que me dediques todo el tiempo. Tú tienes razón. 
—Perdóname tú a mí por no estar cerca...— se apresuró él en decir. —Ella le regaló su sonrisa y se recostó de su hombro— Y perdóname si Halley te molestó... yo fui grosero al decirte que no quería estar solo contigo. Ojalá pudiéramos estarlo realmente. 
—Olvídalo. Y en cuanto a esa chica... yo no le hice caso, al principio sí, un poco; pero luego no, prefiero creer que me mostraste quién eres en verdad y no el ser despiadado que ella me presentó.
—Gracias por creer en mí. No soy perfecto pero he sido sincero contigo. 
—Vamos a tu fiesta— Camila lo animó poniéndose en pie de repente y estirándose. Él la imitó. Entraron juntos al salón y se integraron al grupo. Había musica de salsa puesta y una pista de baile, las luces eran tenues, a un costado unas pocas mesas y el bar en la otra esquina. Llegaron y se acercaron ahí sentándose en una banqueta. Halley a lo lejos se sentía impotente al verles tan juntos y los celos la carcomían tanto que buscaba la manera de alejar a Dereck de ella, vio a unos amigos de él y les pidió que lo llamasen y le contaran del nuevo calendario de pruebas, sólo con algo relacionado con las clases el se desvincularía de ella y efectivamente así ocurrió. Después de verlo alejarse, Halley sintió satisfacción y continuó al acecho como leopardo con su presa. En el bar estaban ofreciendo refresco de cola con alcohol pero Camila no sabía y se tomó ahí sentada sola como tres, eran dulces y le encantaron. Kevin le quito el cuarto vaso de la mano bajo protestas, estaba colorada y demasiado sonriente, se recostó del mostrador y supo que estaba ya un poco fuera de sí. "Dónde está este que la deja sola" escuchó al muchacho decirle a otro y la cuidó con Melissa hasta que al fin lo vio y le hizo señas para que viniera a recogerla.
—Pero... ¿qué le pasó? —Preguntó Dereck divertido al verla en ese estado.
—La dejaste sola, se ha dado banquete y se pasó con el alcohol.

 El joven no pudo evitar reír. 
—Ven conmigo niña— la tomó de la mano— este día terminó para ti, vámonos de aquí.

 Ella se levantó melosa y demasiado sonriente, no paraba de reír y de hablar incoherencias. A la salida alguien le habló a Dereck y cuando fue a responder, ella aprovechó y salió corriendo; la siguió al instante y se detuvo al verla abrazando un pequeño árbol. Se acercó y la observó pero sólo estaba allí, estática como dormida. La hizo soltar el árbol y así ella lo abrazó muy fuerte al verlo.
—¿Dónde te metiste?—le reclamó— por tu culpa mira cómo estoy... Parece que estoy volando... uyy— lo soltó y extendió sus manos hacia el cielo— mira— se acercó nuevamente a él con pasos torpes y el puño cerrado; al abrirlo le susurró entre risas— cacé una nube para ti.
—Pues gracias— contestó Dereck mientras disfrutaba mucho verla en ese estado, pero ya no reía. La detuvo al ver que se iba nuevamente y la abrazó dejándola presa entre sus brazos. —Estáte quieta— le pidió calmándola por unos segundos y haciendo que su sonrisa desapareciera en su rostro, y que así disfrutara este instante de proximidad, al poder sentir el calor que desprendía ese abrazo. La noche era fría y no había una sola alma por todo alrededor, tenían ese espacio para disfrutar sólo ellos su cercanía, el cielo nublado y el silencio hacía más evidente el palpitar de ambos corazones. Dereck podía oler la dulce fragancia de su cabello hundiendo la nariz en él. Camila se volteó entonces y poniéndose en puntillas se aferró a su cuello besándolo en los labios. Después de la sorpresa, pues claro que él no perdió la oportunidad de disfrutar aquel beso inesperado que le provocó un frío intenso que recorrió su estómago y aunque esto era lo que más deseaba, lo cortó pues ella estaba un poco fuera de sí y se hizo demasiado intenso.
La chica se tocó los labios mientras lo miraba, estaba ruborizaba por completo. 
—Me gustó— rió otra vez a carcajadas, mirándolo como si quisiera devorarlo y Dereck se mordió el labio inferior, no podía sacarse ya de su paladar el sabor de sus labios y temió perder el control. Ella se apartó tambaleante, estaba bajo los efectos del alcohol. Regresó y pasó su mano por el pecho masculino mordiéndose los labios, él estaba hipnotizado al verla así y muy excitado.  —Me gusta tu cuerpo— confesó la chica tapándose la boca.  Dereck no dejaba de mirarla sorprendido en tanto ella sacaba a la luz lo que sentía, y lo miró a los ojos. —¿Qué me hiciste?— lloriqueó— no te saco de mi cabeza... me estaré volviendo loca—rió otra vez— shhh, que no te puedes enterar—volvió a reír abrazándolo más fuerte. —Te quiero Dereck, no te vayas nunca... me enamoré de ti... te amo...
El hombre se sentía extasiado al escucharla decir aquellas cosas.
—Yo tambien te quiero Camila.—Confesó entonces en un arranque a la vez que temía explotar. 
— Llévame a la habitación...—le pidió ella— Tengo mucho sueño.— Bostezó y ahí mismo acabó la magia. 

Esta vez fue él quien rió con ganas y la cargó sorprendiéndola. Ella se acurrucó en su pecho y aguardó allí hasta que llegaron. La acostó y se sentó para quedarse  vigilando sus sueños como un guardián. La miraba sin cansancio y organizaba sus pensamientos en la tranquilidad de ese pequeño espacio en penumbras. Hasta que se calmó por completo no salió de ahí. Antes de hacerlo, la cubrió con la manta y besó su frente, apagó la lámpara y salió de la habitación. Se estiró con libertad, en verdad se había enamorado y descubrirlo al fin le hacía sentir bien. Era la primera vez que desarrollaba todos estos sentimientos tan agradables y apasionados, el deseo de la cercanía, el querer cuidarla y protegerla de cualquier peligro... No podía sacar de su cabeza la confesión de ella, lo auténtica que era, su pureza... Sonrió al ver el reloj en su muñeca y ver cómo era de atenta. Vinieron a buscarlo de la fiesta para que regresara y así lo hizo sin demorar más. Había tenido sin dudas su mejor regalo.




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