Correr hacia ti

Capítulo 16. Rafael.

Cuando Camila despertó a media mañana con resaca, todo estaba listo para partir. Confusa intentaba recordar la noche anterior pero no podía. Melissa apareció ante ella.

 —Hasta que al fin te levantas— le dijo— estamos por irnos así que recoge rápido. 

Tenía un dolor de cabeza tan grande que ni se molestó en preguntar y se puso a ello. Dereck no salía de su mente. Un rato después lo vio, mientras iban por el auto. La mayoría de los jóvenes se había marchado pero él seguía allí y en cuanto la vio, sus ojos relampaguearon y una hermosa sonrisa apareció en su boca. Camila se estremeció con una extraña sensación y él se acercó a ella. 

—Buen día preciosa. ¿Dormiste bien? 

La chica lo enfrentó con su verde e inquisitiva mirada. 

—¿Qué sucedió anoche? —Le preguntó de repente.

 Dereck sonrió aún más y su voz se volvió un susurro. 

—¿No recuerdas? 

Ella negó a la vez que su corazón se disparaba. 

—Mejor así. —El joven se inclinó para besar su mejilla haciéndole temblar de la cabeza a los pies.—Nos vemos luego.

 Sin que pudiera decir nada más, él se alejó rumbo a su auto donde sus amigos lo esperaban. Camila se quedó con un raro sentimiento de que algo fuera de lo común hubo sucedido pero no le dio tiempo de pensar demasiado pues Melissa sacudió su hombro. 

—Espabila y vamos ya. 

Se volvió a ella, circunspecta. 

—¿Sabes si hice alguna estupidez anoche?

 Su amiga se encogió de hombros y la arrastró hasta el auto. 
El nuevo calendario los tenía a todos corriendo en la facultad, no se separaban de los libros ni para dormir. En los dormitorios se juntaban y estudiaban en grupos. Era su ultimo semestre y estaban al punto de graduarse. Claro, si aprobaban los exámenes finales. Las materias mas difíciles las estudiaban cuando estaban de prácticas junto a sus tutores que pacientemente aclaraban sus dudas y les hacían ver con claridad el método mas sencillo de aprendizaje. Dereck no había tenido tiempo de llamar a Camila, se levantaba muy temprano y se acostaba tardísimo y hablar con ella sólo haría crecer sus deseos de verla. La llamó el viernes después de almuerzo y se justificó ya que no iba a poder ir ese fin de semana, tenía dudas por aclarar, cosas por memorizar y proyectos por finalizar. Sabía que ella iría al orfanato ya que estaba al punto de cerrar. Después que ella le confesara aquella noche sus sentimientos, no había vuelto a verla y realmente lo deseaba mucho aunque sabía que no lo recordaba en absoluto, pero él sí y le bastaba. Se sorprendió al escuchar que Rafael la acompañaría al orfanato y eso lo molestó tanto que se lo hizo saber con indirectas pero ella no las supo interpretar, escuchó por el móvil la voz de aquel tipo y ella se despidió ya que la esperaba y colgó sin darle tiempo para protestar abiertamente. 
—¿Me colgó?— se dijo a sí mismo estupefacto y encolerizado, dio un puñetazo en la pared más cercana para desahogarse. —¿Qué le pasa a este tipo?, no pierde la mínima oportunidad para estar como un perrito faldero— gruñó. 

—Ey, hablando solo o con tus demonios?— le preguntó sorprendido Eduard que acababa de entrar, era uno de sus amigos y compañero de dormitorio.
—Nada, sólo estoy celoso.
— Wow wow — lo miró admirado el otro— McDowell celoso por vez primera... y reconociéndolo, esto sí que es un descubrimiento...—rió— ¿y será por tu vecina?
Dereck frunció el ceño y asintió.
— Claro que es por ella, desde que la conociste te volviste puro santo— volvió a reír y Dereck le lanzó la almohada haciéndolo callar.

 — Oye oye amigo, debes decirle a esa mujer que te gusta o te va a desequilibrar mentalmente, de verdad ya me estás preocupando— su risa atrajo a Kevin que trataba de estudiar en el dormitorio del frente. 

—Aquí no pasa nada— aclaró Dereck al verlo llegar. 

—Es que mi amigo está celoso, tú que lo conoces desde que eran críos, dime qué te parece?— dijo Eduard. 

Kevin lo miró de arriba a abajo.

 —Al fin sabe lo que es enamorarse y sentir celos, recuerdo a Dylan cuando estaba de tóxico con aquella del segundo piso y él le decía que la dejara respirar jajaja, así está él ahora.
—Uff— soltó Eduard al recordarlo— no te pongas como Dylan. Volvieron a reír relajando así el ambiente y volvieron a sus estudios, menos Eduard que se acostó a dormir un rato. En cambio, Dereck no tenía vida sabiendo que ella estaba junto a ese tipo, la volvió a llamar por la noche para saber cómo iba y contenta le mencionó que a otro de los niños la iglesia le había conseguido un hogar, se alegró y ella le contó que Rafael se había brindado a ayudar ese fin de semana. Dereck ya se lo presentía pero confirmarlo le quitó la tranquilidad y no evitó discutir con ella por darle motivos para quedarse, ella se defendió y aclaró que el que le pidió que lo ayudara fue el director, que ella en ningún momento lo hizo y si fuese así que cuál sería el problema. 

—Qué mala memoria tienes Camila—le dijo molesto—te dije que no quería verte cerca de ese tipo, que no me gusta, que es un maldito lobo. 

—Pero bueno, él no me ha dado motivos y tú no estás aquí.  

—¡Porque no puedo estar, rayos! ¿Por qué insistes en no hacerme caso? 

—Es que no eres mi padre—gruñó la chica disgustada. 

Se despidió y él cortó lanzando el teléfono para la cama y se lanzó sobre ella para intentar calmarse y bajarse los humos. Camila también estaba enojada, salió de donde se encontraba y se sentó en el patio en uno de los bancos para tomar aire. Su abuela se sentó junto a ella y conversaron largo rato hasta que apareció Rafael y así la mayor se despidió y los dejó solos. Ella no veía en él el peligro del que hablaba Dereck, al contrario, era muy respetuoso. 
—Me gustas mucho Camila— soltó de repente el joven poniendo tensa a la muchacha de momento, que sí no se esperaba tal confesión y mucho menos después de haber discutido con el otro sobre eso mismo— Eres una muchacha muy linda y especial... no digas nada— pidió al ver que ella iba a decir algo— tengo dinero guardado y si quisieras lo podría invertir para salvar este lugar. Los ojos de la chica brillaron de repente pero luego sintió tristeza.
—De querer yo... claro que quisiera pero no puedo permitir que inviertas tu dinero en un lugar el cual verdaderamente no te interesa y mucho menos si lo haces por mí y no por los niños. —Lo haría por ti y por ellos también... pero claro que sería más para verte sonreír.
—Entonces no lo hagas, yo no te prometo nada, sólo somos amigos y si no te basta entonces no seamos nada.
Él la miró con cara de carnero degollado.
—Dame una oportunidad, permíteme llegar a tu corazón, déjame mostrarte que lo que siento por ti es verdadero.
—Lo siento— le soltó— pero ya mi corazón tiene dueño. Rafael entonces sonrió de un modo extraño.




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