Correr hacia ti

Capitulo 20. Un asunto peligroso.

 

No había visto a Camila en dos semanas y le echaba tanto de menos que no veía la hora de llegar a su pequeño mundo, donde sólo eran ella y él. Cuando llegó al pueblo el aroma del mar que le provocara tanta nostalgia, le hizo sentir agradecido de volver, y esta vez ya no se volvería a ir. Comenzaban las vacaciones, y luego empezaría con la especialidad. Se detuvieron en el mercado y compraron dos bolsas llenas de comida y abundante cerveza para celebrar. Pasó por una joyería y le compró un regalo a su chica donde sus amigos comenzaron a reír por el gesto pero sin enojarse por sus bromas pesadas, esta vez rió junto a ellos y se dejó llevar. Al ver llegar el auto, Emmett corrió a su encuentro brincando de alegría y entusiasmo, cargó al animal en sus brazos y lo sostuvo así por unos segundos. Los jóvenes subieron para la casa de Dereck a guardar las cosas en la nevera, mientras que él fue a ver a la joven a la suya. Entró con su radiante sonrisa y no se detuvo hasta la cocina donde debía estar. Camila bebía algo pensativa sentada en una silla de cara al mar. Al escuchar sus pasos se volvió rápidamente y sus ojos denotaron la inmensa alegría de verlo ahí finalmente. Se levantó como un resorte y corrió a sus brazos, donde él la envolvió con infinita ternura y pasión.

 —Como me hiciste falta— ella comenzó a llorar y él la apretó contra sí— mi abuela se murió...

 Dereck la apretó más fuerte y se quedaron así por un buen rato. Ella no le había dicho para no atormentarlo pero ya habían pasado tres días desde el deceso de la anciana. El joven no encontró qué decirle. Sólo la sostuvo así esperando con paciencia que la paz regresara a ella. 

—No volveré a dejarte—murmuró cerca de su oído—he vuelto para quedarme contigo.

 Un rato después ella lo había puesto al tanto de todo. Él supo que estaba en su casa antes de llegar allí porque habían hablado pero su llegada fue una verdadera sorpresa para la chica que pronto se recompuso y volvió a sonreír. La muerte de su abuela fue un golpe pero ella sabía que estaba enferma y que algo podría suceder en cualquier momento. De igual forma, ahora se sentía dichosa pues creía firmemente que Dereck se quedaría a su lado, aunque debió darle una noticia que la preocupaba un tanto; sin embargo, confiaba en que él lo resolvería. 
—Debo decirte algo— le comenzó a decir—que no podía decirte por teléfono...
—Soy todo oídos. —Y ya él se imaginaba de qué se trataba. 

—Mi padre... 

Él frunció el ceño tan solo con oírle mencionar.

 —Qué con él. 

—Está aquí en la ciudad... me quiere llevar con él a Londres. La miró serio. 

—¿Y te irás?

 Ella negó vivamente.

 —¿Acaso piensas que me quiero ir? 

— No lo sé... dímelo tú.
—Pero eres tonto... ¡Claro que no me quiero ir! yo quiero estar contigo y quiero estar donde tu estés.

 La respuesta le agradó al joven y sonriendo se inclinó para besarla.
—Entonces todo estará bien. No tienes de qué preocuparte. 

—El problema es que mis papeles tienen un error— titubeó Camila—dicen que tengo un año menos, y como certifican que todavía soy menor de edad él quiere usar eso para forzarme a ir. 

Dereck se puso serio y dirigió su vista al mar afuera. 

—Entonces vino buscando guerra—masculló— ¿te dio alguna explicación para querer llevarte a la fuerza o es simplemente porque le da la gana? —Preguntó molesto.

 Ella se encogió de hombros. 

—Dice que no me puedo quedar sola. Le hablé de ti pero no quiso escuchar, además... yo no puedo comprometerte ni obligarte a cargar con... 

—¿Qué pasa Camila?— la voz exaltada del muchacho la cortó. La miró aún más enojado—¿Acaso no has creído en todo lo que te he dicho? ¿Piensas que soy un chiquillo que hace promesas al aire y luego las olvida? ¿O es que no hablé lo suficientemente claro?—De un salto se levantó y casi lanza la silla. Se detuvo frente a las ventanas mientras se le podía escuchar claramente respirar. Camila quedó un instante indecisa pero luego fue resuelta a su lado y lo abrazó por la espalda. 

—No te enojes— le pidió—yo nunca quise decir que no he creído lo que me has dicho. Pero de este problema debo salir yo. Perdona si no me hice entender. 

Dereck se volvió y la enfrentó. 

—Estás conmigo, tu problema es mi problema— su rostro se suavizó y sonrió levemente—Arreglemos esos papeles porque usted señorita es mía y no se irá a ningún lado sin mí. —Ella respiró aliviada al escucharlo.—No sabes cómo te extrañé— confesó él entonces tomando de su bolsillo el regalo. Era una cadena y enseguida se la puso en el cuello. Ella tenía los ojos húmedos pero de dicha. —¿Lloraste mucho?— le preguntó acariciando su mejilla dando un giro total a la molesta conversación de antes—No sabes cómo odié no estar contigo.

—Ya sabía que esto pasaría, estaba preparada y quizás por eso no dolió tanto.—Fue la respuesta de la chica.

 Dereck la sostuvo por la nuca y besó largamente sus labios. Definitivamente estaba perdido por esta chica. 

—Y por el señor Thompson ni te preocupes—le dijo casi sin aliento cuando soltó su boca— recuerda que soy casi abogado. 

Ella asintió y mantuvo escondido su rostro en el pecho masculino mientras escuchaba embelesada el repiqueteo de su hermoso corazón. Un rato más tarde quiso ir a su casa un momento pero ella lo detuvo. 

—No te vayas— le pidió con sensual timidez. 

—Claro que no—le dijo— sólo buscaré unas cosas y le diré a los chicos que no me esperen ni cuenten conmigo.—Sonrió.

Estuvieron juntos todo el tiempo. Se quedó dormida recostada de él mientras veían televisión y Dereck al fin la cargó en sus brazos, y se deleitó unos segundos en observarla. La llevó hasta el cuarto y la acostó. Se quitó los zapatos y se acostó a su lado. No podía dejar de pensar en el asunto con su padre y mucho menos en la petición que le hiciera Clara la última vez que la vio. Tenía que ocuparse de ese asunto y mirando a la chica decidió que al otro día le pediría que se casara con él y aunque pareciera una locura, lo haría por encima del qué dirán y del asombro o negación de quien fuera. Luego se la llevaría a Boston con él e intentaría adaptarse a esa nueva vida que no le pareció tan difícil por los sentimientos tan profundos que tenía por esta mujer. Su teléfono comenzó a sonar en algún momento de sus cavilaciones.




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