Correr hacia ti

Capítulo 22. ¿Nos vamos a casar?

 

Camila abrió los ojos sonriendo y se estiró exageradamente mientras repasaba en su mente los eventos pasados. Aún no podía creer que fuera la mujer de Dereck McDowell. Y no se escapaba de su mente ni uno solo de los detalles de esa perfecta, incomparable e inesperada primera vez, aunque bueno, no tan inesperada. Dereck no estaba en la cama. Ella escuchó el sonido de la ducha a través de la puerta abierta del baño. Poniéndose de pie, obedeció al impulso de acercarse a verlo. Ya no tenía nada que aparentar, esa noche se entregaron todo y se habían conocido totalmente en la intimidad. La joven desnuda entró al baño sin hacer ruido y con el corazón desbocado. A través de las cortinas translúcidas pudo ver la silueta masculina bajo la regadera y se le puso la piel de gallina al recordar sus besos, sus caricias, su pasión y a la vez ternura al estar dentro de ella... Necesitaba más de eso, seguía muy hambrienta, y perdida en sus deseos se encontraba cuando la voz de Dereck le hizo dar un salto en su lugar. 

—¿Qué esperas para entrar aquí?—Le dijo. ¿Cómo supo que ella lo espiaba? Se hallaba de espaldas a ella, era imposible que... —Te estoy esperando—volvió a escuchar—y si te preguntas cómo sé que estás ahí, pues es porque te llamé con el pensamiento. Tengo muchísimas ganas de ti preciosa. Entra aquí y ayúdame a saciarlas un poco. Juguemos. 

Camila se sonrojó de la cabeza a los pies. ¿Cómo le hablaba con ese atrevimiento? ¿Era porque ahora ya era su mujer? Como sea, le encantó tal provocación y sin pensarlo dos veces apartó las cortinas y se metió, siendo capturada de inmediato por esos brazos que la llevaban al mismo cielo. Estaba experimentando tantas cosas juntas que se preguntaba cómo podía resistirlas. Era demasiado placer, y le encantó el hecho de ser amada, deseada y poseída. Un par de horas más tarde y después de devorar un suculento desayuno, se marcharon. Cuando andaban por la carretera ella iba centrada en el perfil del joven, repasando sus rasgos y sabiendo que jamás se cansaría de mirarlo.
—No me mires así— protestó él sonriendo sin apartar la mirada del camino. 

—Es que eres muy lindo— le confesó ella coqueta, lanzándole un beso. Dereck rió con el ceño fruncido. 

—Si continúas provocándome tendré que detener el auto y jamás llegaremos. 

—Para lo que me importa. Me quedaría contigo para siempre en el fin del mundo. 

Él la miró entonces y mordió sus labios. 

—No te preocupes— le aseguró—estaremos juntos a partir de ahora. Te daré todo lo que quieras. Te voy a llevar a un sitio donde te espera una sorpresa. 

—¿Más?— La chica estaba realmente asombrada. 

—Más. 

—¿No me puedes adelantar algo? 

—No. Espera un poco. Te garantizo que valdrá la pena. 
 

Dereck despertó y posó sus ojos de inmediato en esa mujer tan hermosa a su lado; tan niña y a la vez tan mujer. Con la yema de sus dedos recorrió el contorno de su cuerpo con extrema suavidad y comenzó a rememorar todo lo sucedido cuando ella finalmente fue suya. Y por su propia iniciativa. Eso no dejaba de encantarlo. Ahora tenía la certeza de que el resto de las mujeres habían dejado de existir para él. Viéndola un poco más dormir, se levantó al rato y completamente desnudo se fue a la ducha. Se irían esa misma mañana y tenía planes importantes que ejecutar. Había convenido con un profesor de primer año que trabajaba en una firma de abogados en el pueblo y en la cual hubo hecho prácticas, para que los casara. No había hablado nada de eso con ella. Simplemente quería ir allí, pedirle que fuera su esposa y casarse para llevársela con él y así cumplir con la petición de su abuela y su deseo de que su padre no se la llevara. Ahora tenía todos los elementos que necesitaba y las pruebas de que el imbécil de Rafael estaba en medio de todo lo que el señor Thompson, otro canalla, planeaba a expensas de la chica que ahora se convirtió en la razón de su existencia. Eduard le tenía noticias y debían regresar pronto, para legalizar el matrimonio y ocuparse del resto. Mientras el agua tibia rodaba por su espalda, deseó intensamente que ella apareciera ahí para hacerle el amor una vez más. La niña había dejado de existir para convertirse en una mujer sumamente sexy y apasionada que le dio inmenso placer. Con los sentidos afilados, escuchó pasos que se acercaban y sin moverse sonrió en tanto su cuerpo comenzó a reaccionar a la proximidad femenina. Supo entonces que ella estaba allí, quizás indecisa pero con muchas ganas de entrar a tener un nuevo encuentro. Sin dilatarlo más, le habló y en unos escasos minutos la tuvo nuevamente palpitando de increíble deseo entre sus brazos y le hizo el amor como la primera vez.  
El teléfono de Camila comenzó a sonar y lo tomó. Tenía un sinfín de llamadas perdidas y todas eran de su padre. Dereck frunció el ceño al verlo.

 —Se me había olvidado que debí decirle que no estaría en casa. 

—No hables con él ahora— le pidió él quitándole el celular y sin soltar el volante, borró el registro de llamadas y lo puso en modo 'no molestar'. Sabía que debía contarle a ella todo lo que había investigado, pero primero iría a cumplir con la promesa que le hizo a Clara. Luego expondría los planes malvados de su padre en complicidad con Rafael y ella de una buena vez, se decepcionaría y con suerte no querría saber más de ellos. A media tarde llegaron a su pueblo y él detuvo el auto enfrente del edificio donde radicaba la firma Anderson&Louis. Ella le siguió sin entender qué hacían allí y quedó boquiabierta cuando lo escuchó hablando con el abogado. El hombre le dijo 'felicidades', y entró, prometiéndoles que les atendería enseguida.
—¿Nos vamos a casar? —Fueron las palabras interrogativas que salieron de su boca cuando Dereck se volvió a ella. 
—Pues sí—le respondió él sin aspavientos,  como si fuera la cosa más natural—hagamos lo nuestro legal, quiero que seas mía. 

Ella rió histérica. 

—Ya soy tuya, no? 




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