Correr hacia ti

Capítulo 25. Londres

 

Abrió los ojos y todo estaba en penumbras. Se incorporó lentamente forzando sus recuerdos para saber dónde se encontraba. Miró alrededor y supo sin dudas que era una habitación. Pero en qué lugar y de quién? Se levantó y enseguida se llevó una mano a la sien. Le dolía intensamente la cabeza y apretando los ojos recordó cuando su padre la metió a la fuerza en el auto pero al llegar al aeropuerto todo desapareció. 

—Dereck—murmuró sollozando—¿dónde estás? 

Se acercó a una ventana y descorrió las cortinas. La luz entró a chorros hiriendo sus pupilas. Miró y descubrió que estaba en un quinto piso. Al frente había un edificio idéntico y abajo una calle normal y muy concurrida. Esto debía ser Londres, sin demasiado sol y una neblina perenne. El llanto arreció y se sintió más sola que nunca. Corrió a la puerta e intentó abrir pero fue imposible. La golpeó con todas sus fuerzas mientras gritaba por ayuda pero nadie vino. Un rato después, sintiéndose vencida cayó sobre el piso frío presa de un llanto convulso y desgarrador.

Estaba en el cuarto del hotel, eran las 10 de la mañana, había llegado recién y Kevin con él, su amigo no se atrevió a dejarlo ir solo, conocía su temperamento y temía que hiciera algo que lo metiera en serios problemas. Ya tenía en sus manos la dirección del padre de Camila y se estaba alistando para ir por ella. Imaginar que podría perderla lo hacía enloquecer y agradeció que Kevin estuviese a su lado, era sin dudas más que su mejor amigo, su hermano. 

—Tu madre está en Havre de Grace.—Le dijo el joven acercándose mientras miraba su teléfono. Dereck lo miró y frunciendo el ceño chasqueó la lengua y terminó de ponerse los zapatos. 

—¿Qué hace allí? —Preguntó incómodo a la vez que recordó que su padre le había advertido de su visita. 
—¿Buscándote no?... es obvio. 

—Sí, pero...—suspiró contrariado— ya sé, quiere acabar también con mi matrimonio. Qué bueno que no estoy. 

—Me llamó Eduard, él está allí en la casa. 

—No le habrá dicho que estoy fuera del país... 

—No pero mi madrina ya sabe que te casaste. 

Dereck rió. 

—Por supuesto que lo sabe.

 —Ella es un perro sabueso y no se piensa ir hasta que hable contigo. Así que te recomiendo que enciendas tu teléfono y le metas la mentira con que la piensas convencer para que la calmes hasta que regreses. 

—Cuando vea a Camila, ahora no tengo cabeza para nada más— el joven agarró su saco negro y se lo puso— ¿lograron investigar al imbécil de Rafael? 

—Bueno, tiene un pasado algo oscuro, pero no dice nada relevante por ahora. 

—Hay que seguir investigando, estoy seguro que ese hombre esconde algo más, y también quiero saber dónde se mete. Apuesto a que está aquí y muy cerca de mi mujer. 

—Llama a tu madre y mándala de regreso a Boston— sugirió Kevin, otra vez con el tema pero fue ignorado. 

Salieron del hotel atrayendo las miradas de todos, tenían una elegancia original, iban vestidos de negro. Tomaron un taxi que los dejó cerca de la casa de Hans Thompson. Al bajarse del vehículo Kevin procedió a tocar el timbre de la puerta y Dereck aguardó detrás. Después de insistir varias veces les abrió una mujer mayor que parecía una empleada. Luego de charlar con ella un rato sin detenerse, palmeó a su amigo y se alejaron. 

—Está en la empresa. 

—¿Y Camila? —Dereck ardía de ansiedad.

 —No sabe de ella, jamás la trajeron a la casa. Cálmate— pidió al verlo fruncir el ceño y apretar los puños. Subieron al mismo taxi y fueron directo a la dirección de la empresa. Ambos entraron, era un sitio enorme dedicado a la producción de calzado mixto. Kevin se quitó las gafas y se dirigió a la recepcionista que era bastante joven así que podían usar sus encantos para sacar información. 

—Hola linda. 

La mujer se sonrojó. 

—¿Qué desea?—Le preguntó y miró a Dereck que se plantó al lado de su amigo. 

—Soy de América y no concreté una cita con el dueño, pero él nos está esperando; tenemos algo muy importante que entregarle.

 La mujer siguió mirando hacia Dereck y quiso tratar de llamar por teléfono pero Kevin sujetó su mano mirándola coquetamente.

 —Sólo dime dónde está su oficina, queremos reunirnos con él.
—El que está es el hijo mayor— respondió ella—el señor Thompson salió con uno de los inversionistas. 

—Dios...—intervino Dereck mostrando preocupación— Estamos al irnos y si se entera que regresamos a América y no le entregamos el paquete se pondrá de muy mal humor por no decirnos dónde estaba, créeme linda—el joven se inclinó hacia el rostro femenino que vibró— a Thompson le dicen en America el mafioso, no sé aquí, pero allá es un hombre muy despiadado, de seguro te despedirá y qué dolor que una mujer tan bella como tú estés desempleada por algo tan insignificante... 

Sin pensarlo más, la chica apuntó en una nota una dirección y se la entregó con una sonrisa tímida mientras Kevin lo miraba con otra sonrisa y reconoció que no había perdido su toque. 

—Allí fue el señor esta mañana... 

Dereck arrastró la nota por el buró hasta tenerla en sus manos. 

—Gracias bella— le dijo Kevin y le guiñó un ojo y salió corriendo para alcanzar a su amigo que casi llegaba a la salida.

 Tenían ahora otra dirección en sus manos, sólo esperaban encontrar a la chica en ese nuevo lugar; ya estaban hartos de dar paseos por aquella ciudad deprimente. Resultó ser la dirección de un hotel. Kevin volvió a conseguir el número de la habitacion de la señorita Camila Thompson, que en esos momentos estaba sola, su visita acababa de irse. Kevin decidió esperar a su amigo en uno de los sillones del vestíbulo y él subió casi corriendo, sin paciencia para esperar el ascensor ya que era en el quinto piso. Llegó sin aliento hasta su puerta, puso sus manos sobre el picaporte y tomó unos segundos para recuperarse, sintiendo angustia por ella. Sus ojos se inundaron de lágrimas sorpresivamente y trató de reprimirlas haciendo una mueca. Al fin se acomodó el saco y tocó a la puerta con suavidad. 




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