Correr hacia ti

Capítulo 29. ¡LIBRE!

Camila abrió los ojos escuchando el canto de los pájaros en su ventana y sonrió. Al fin había llegado su momento de ser libre, estos dos años habían sido un total infierno para ella, sobre todo al principio. Incluso estuvo ingresada en un hospital psiquiátrico durante seis meses por culpa de ese enfermo. Su hermano William fue quien la encontró y sacó de allí y se la llevó con él a su casa. Conoció a su esposa Kelly y en ese hogar halló nuevamente algo de paz. No pudo dedicarse a lo que amaba ser, pero decidió trabajar y resignada a lo que la vida le había preparado lo hizo como mesera en un restaurante. Jamás quiso poner un pie en aquella empresa la cual habían utilizado para arruinar su vida. Saber que ya podría regresar a América la desestabilizó un poco emocionalmente pero la hizo sentirse extremadamente feliz, era todo lo que deseaba y aún soñaba con quizás encontrar a Dereck en aquella playa y que quizás él pudiera no odiarla. Se había vuelto adicta a los calmantes y después de salir de aquella clínica siguió tomándolos para poder dormir. Había sufrido bastante y probablemente, después de todo; aquel papel del psiquiatra le venía bien a veces. La incertidumbre hizo presa en ella pues no sabía qué podría encontrar allá a su regreso. Al menos estar en Londres le sirvió para conocer a sus hermanos. William era su favorito, había sido su protector y el mayor. Con su padre evitaba siempre el contacto, se rehusaba a estar en los sitios que él estuviera a pesar de que había suplicado su perdón. Pero librarse de Rafael era lo mejor, jamás podría borrar todo lo que sufrió en aquel hospital por su egoísmo y todo el infierno que le hizo pasar antes y aun así, el muy miserable siempre buscaba verla o si no lo lograba la llamaba insistentemente y Camila pensaba que lo hacía para enloquecerla más. Había hecho sus maletas, William la dejaría en el aeropuerto; había recuperado parte de su alegría y se sentía completamente diferente. Se había vuelto una mujer fuerte y templada. Ahora tenía 21 y su belleza se había acentuado a pesar de todo el sufrimiento por el que atravesó. Ojalá pudiera borrar esos dos horribles años de su vida, sin embargo comprendía que parte de quien era ahora, se lo debía a ellos. Ya en el aeropuerto, comenzó a despedirse. 

—Cuídate mucho— pidió la esposa de su hermano que la había llegado a amar como una hermana— Si te sientes perdida llámanos, iremos por ti. 

— Estaré bien Kelly— le contestó con una sonrisa— ya soy grande y si pude soportar esto, podré soportar todo lo demás. —¿Y qué harás al llegar?— preguntó William.

 —Buscaré un trabajo, no sé, ya me las apañaré. Tengo la casa, el dinero que me han dado me alcanzará y voy a reclamar la herencia de mi madre. 

—Debes estudiar— le aconsejó él—aprovecha para que hagas lo que desees. Eres muy inteligente y serás lo que te propongas. 

—Hmm, lo pensaré y no concuerdo mucho con lo de inteligente...

 Los tres rieron y William abrazó a su hermana.
—Cuídate, recuerda que somos tu familia, que te amo, que puedes volver si lo deseas.
Ella suspiró. 

—Espero no volver— aclaró — Londres sólo me hizo llorar, pero sí espero que me vayan a visitar... les encantarán mi pueblo y mi playa— sonrió nostálgica—gracias a ustedes logré recuperarme...

 Su hermano la volvió a abrazar. No podía perdonar a su padre al saber todo lo que fue capaz de hacerle a su propia y única hija, y eso le causaba mucho dolor. Las próximas palabras de ella lo sorprendieron muchísimo. 

—Dile a tu padre que lo perdono. 

El hombre quedó pasmado al escucharla. 

—¿Segura? 

Ella asintió. 

—No me gusta sentirme así, el odio sólo me hizo daño, me lastimó. No quiero ser libre de ese maldito contrato solamente sino quiero ser libre yo también, y para ello debo perdonarlos a todos. No soy tan valiente para decírselo cara a cara pero te pido a ti William que le digas que me libré del resentimiento... pero—se detuvo un instante y tomó aliento—que no me pida verlo, para eso sí que no estoy lista. 

—Niña, eres de oro— la volvió a abrazar Kelly con los ojos húmedos. 

William le entregó el certificado que respaldaba su supuesta enfermedad mental. 

—¡Lograste tomarlo!— se sorprendió ella, esto había sido su mayor causa de estrés.

 —Te dije que lo haría, aunque en realidad lo consiguió Thomas. —Era su hermano del medio. Ella rió y lo guardó en su cartera. 

—Ya haré un ritual cuando tenga privacidad y le daré fuego; aunque no puedo negar que me gustó lucirme haciéndome la loca. 

Los tres rieron al recordar una vez que la habían obligado a ir a una cena con su padre y Rafael, y ella cansada de soportar aquello agarró el mantel y arrastró todos los platos haciéndolos caer y comenzó a actuar como loca para arruinarles la noche. Por los altavoces comenzaron a ordenar abordar el vuelo a Maryland, de Estados Unidos de América. Ella sonrió nerviosa y volviéndose a despedir se alejó de ellos. Su corazón latía con tanta prisa que parecía querer salirse de su pecho. "Vuelvo a casa" pensó con lágrimas en sus ojos. Mientras se sentaba en el avión, cerró los ojos y pensó nuevamente en Dereck, su medicina  para resistir aquel infierno; lo que más deseaba era volverlo a ver, pero sólo imaginar que la hubiera olvidado la entristecía profundamente; y bien que le dio razones para hacerlo. Igual, ya debía estar con alguien y su matrimonio no existía más.  Nada más fácil para él el anularlo. Resopló para liberar un poco la tensión que la colmaba. "Por favor Dereck, quiero verte... quiero explicarte todo lo que no pude entonces" pensó.

Dereck acababa de terminar su especialización, al final había tenido que trabajar en la empresa de su familia, aunque hubiese querido ser otra clase de abogado se resignó a ser este. Había dedicado estos años a su capacitación. Era finales de noviembre, habían planeado reunirse sus amigos de la universidad, así que se iría con Kevin a Havre de Grace. Necesitaban unas vacaciones mentales, tanto trabajo y estudio los tenía en extremo agotados, y apenas empezaban pues al menos Dereck quería tomar otra especialización. Trabajaría en su empresa pero también quería ser aquella clase de abogado que siempre soñó.




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