Correr hacia ti

Capítulo 31. El reencuentro.

Dereck no se detuvo hasta llegar a su habitación y allí se encerró. Dio un golpe con el puño cerrado sobre la pared para calmar todas las emociones confusas que lo inundaron en ese instante. 

—¡Qué haces aquí?— masculló— ¿por qué volviste?— rió pasándose la mano por la cara— ¿y eso qué me importa?, no es asunto mío... además... ya la olvidé— volvió a reír— Idiota... ¿qué haces hablando solo? —Se lanzó sobre la cama y sin desearlo todos sus momentos con Camila vinieron de golpe a robarle la paz; sus besos, su cuerpo, sus caricias, su olor... Gruñó y se sentó de golpe. —No estés pensando en ella, olvídala ya, ¿por qué te afecta?— comenzó a quitarse los zapatos, sólo quería dormir, mañana sería otro día y no tenía cabeza para estar con los demás, mucho menos ahora, después de saber que ella estaba tan cerca. Necesitó mucho autocontrol para no salir corriendo a buscarla. Apenas pudo dormir esa noche, solamente deseaba que amaneciera de una vez.

La salida del sol sorprendió a Camila en la playa. Hacía mucho frío, pero quería ver la aurora. Hasta eso extrañó. Alisó su cabello con sus manos y entró a su casa a cambiarse y a preparar el desayuno, sonrió al ver que Emmett seguía ahí. Tenía mucho miedo de salir ahora que era de día. Él estaba tan cerca y no sabía si su pobre corazón magullado soportaría verlo, sólo de pensar en tenerlo frente a ella su ritmo cardíaco aumentaba considerablemente. No había podido dormir a pesar de tomarse el sedante y por eso amaneció frente al mar. Al fin abrió la puerta, debía ir a buscar un empleo, retomar su vida justo donde la había dejado. Pensó en Robinson, y en localizarlo. Recordó el consejo de su hermano para que retomara sus estudios pero ella ya no era la misma, y sus proyectos habían cambiado con ella, ahora no sabía qué quería ser en el futuro. Al rato salió y casi corriendo dejó atrás su calle, acortando el camino para llegar más rápido a su destino. En la tarde volvió, escondiéndose para no ser vista. Había conseguido un trabajo en un café de mala muerte en el centro del pueblo pero la paga era decente. Estando ya en casa se sentía ahogada, no quería estar encerrada, ella vivía ahí y tenía derecho a salir, así que se armó de valor. De cualquier forma Melissa seguro ya les habría dicho a todos y si Dereck no fue a buscarla, era porque sencillamente no le importaba su presencia así que no tenía nada que perder. Salió y respiró el aire del mar, miró a todos lados y viendo el área despejada avanzó hasta la playa. Dejó que las olas rozaran sus pies descalzos y unas lágrimas recorrieron sus mejillas; la fuerte brisa las secó. El agua estaba helada, el invierno se aproximaba pero aun así, necesitaba sentir en su piel el cuchillo del frío. En el manicomio que estuvo la metían en una tina llena de hielo cuando tenía sus 'ataques'. Se estremeció al recordar y movió la cabeza con fuerza para espantar de allí esos sórdidos pensamientos. Sin pensarlo más, se quitó el vestido echándolo en la arena y caminó hacia la playa, las olas eran fuertes y sólo se quedó hasta donde daba pie. 

—El mar...— murmuró con los ojos cerrados disfrutando el vaivén de su cuerpo en complicidad con las olas—cómo lo extrañé, este sol tibio, este lugar... volví... y no volveré a irme nunca.

 Al abrir los ojos, una ola grande chocó contra ella revolcándola hasta el fondo, salió asustada, resbaló y volvió a caer al agua pero antes que otra ola volviera a taparla; una mano fuerte que se le hizo bastante familiar, la haló por la espalda haciéndola sentar en la orilla. 

—¿Acaso siempre hay que salvarte?

 Esa voz... su corazón se aceleró tanto, que se puso la mano sobre el pecho. Alzó los ojos y lo vio ahí... de pie ante ella. Por Dios, estaba ahí y quedó muda, un nudo se le armó en la garganta, quería gritar, pero no podía hacerlo, no ahora ante él. Dirigió la mirada hacia abajo sin saber cómo reaccionar, completamente en shock. "Estúpida, di algo" se dijo a sí misma mientras luchaba por articular. Ni siquiera podía ponerse en pie pero lo intentó y al conseguirlo, lo miró a los ojos. Él estaba serio, callado; vestido con una camiseta ancha, un pantalón por las rodillas y las manos en los bolsillos. "Sigue igualito a como lo dejé" pensó sin quitarle sus hermosos ojos encima.

Dereck caminaba por la playa después de apenas almorzar. Fingió estoicamente estar alegre todo el día delante de sus amigos y le molestaba sobremanera la mirada de Kevin, como diciéndole "Sé que disimulas pero no estás bien". Incluso así se mantuvo dentro de su muralla inaccesible. Antes era más fácil, ella estaba a miles de kilómetros pero ahora no, hoy estaba a su alcance y solamente necesitaba dar unos pasos para estar frente a ella y deseaba tanto que eso sucediera pero a la vez le aterraba y el simple hecho de pensar en verla, lo sacaba de sus casillas. No podía dejar de pensar en cómo le había ido esos años y por qué razón había regresado. ¿Habría sido la mujer de aquel tipo asqueroso? Ardía de rabia y celos con tan sólo pensarlo. Estaba ahí parado mirando hacia el mar cuando su descarado perro apareció ante él y fue entonces que la vio acercarse hasta la orilla. Se quedó estático mientras reprimía las ganas intensas de ir hasta ella. Estaba diferente, su largo cabello ahora lo era apenas hasta los hombros, pero incluso de lejos lucía hermosa, su cuerpo se veía más voluptuoso, más de mujer y apartó la vista enojado oyendo los latidos insoportables de su corazón rebelde. Cuando volvió a mirar inevitablemente, la vio entrar al agua, y quiso irse, no quería verla, ella lo había hecho llorar como un idiota; demasiado, cada noche, por mucho tiempo. Le quitó a su vida los colores, la alegría, y ahí estaba, de vuelta como si nada. En lo que pensaba en irse vio la ola taparla y corrió por si necesitaba ayuda, se odió en tanto extendía su mano para ayudarla a salir. En definitiva, no podría escapar por mucho que lo deseara; al menos no ese día. La agarró por la espalda y la sacó del mar sentándola en la orilla. 




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