Correr hacia ti

Capítulo 33. Mi presente y mi " por siempre".

 

Pasaron tres días y Dereck evitaba todo tipo de contacto con Camila, estaba fustrado y angustiado, sabía que estar al lado de ella lo volvería débil, la había visto un par de veces; Melissa pasaba tiempo con ella, incluso los comentarios de sus amigos lo tenían algo atormentado y no veía la hora de que regresaran. Ya se les acababan las semanas de recreo y felicidad, quizás si estuviese solo con ella habría cometido una locura a estas alturas. Ella estaba sentada en una silla plegable en el portal de su casa, eran como las tres de la tarde y recién había llegado de trabajar. Leía cuando vio a cuatro de los amigos de Dereck parados en su portal, que venían del pueblo. 

—Ven con nosotros— pidió Dylan— esta noche será noche de terror, jugaremos póker, tú eres de mi equipo. 

Ella bajó el rostro apenada. 

—Dereck no me va a querer ahí.—Dijo.

 —Olvídate de ese indeseable— intervino Josh, el otro amigo— nosotros te invitamos, mira... somos cuatro contra uno.

 Ella rió y asintió, no quería perder la oportunidad de volver a pisar aquella casa. El perro la recibió más tarde. Entró medio apenada, pero él no estaba allí, y eso de cierto modo la entristeció. Decidió hacer la cena mientras ellos preparaban el juego, luego se sentaron a la mesa y comenzaron a jugar, la cosa estaba reñida. 

—Estás perdiendo Camila— soltó riendo entre dientes Eduard— perdiste agilidad jajaja.

 Ella en serio tuvo que reír, esperó paciente su turno; los miró con una risa pícara y soltó en la mesa una escalera real de corazón negro, dejando a todos boquiabiertos y Dylan parándose con gran estruendo gritó.

 —¡¡¡Ganamooos!! Sí, sí sí!!!— festejaba a lo grande, mientras los otros quedaban pasmados.

 Damian tomó las cartas, era la jugada perfecta, y estaba tranquilita como si nada.

 —Oh mujer, quiero ser como tú cuando sea grande.—Dijo admirado.

 —¿Se quema algo?—olfateó Josh.

 Ella se paró deprisa y corrió a la cocina, apagó la estufa y trató de apartar la olla para que le cayera agua fría en el fregadero pero se quemó la mano lanzando un quejido y cuando volvió a intentar tomar la olla, unas manos fuertes que supo reconocer y la hicieron ver todo de forma lenta, agarró la olla por detrás de ella, la dejó en el fregadero y abrió la llave.

 —No me explotes la casa— pidió Dereck. 

—Pensé que no estabas. 

—¿Por eso viniste? 

—Si quieres me puedo ir. 

—No, claro que no— dijo batiendo sus manos— eres una invitada, Camila, esta casa se abre para los amigos. 

Ella se deleitó en repasarlo con la mirada, una gorra con la visera hacia atrás, su hermoso cabello caía sobre su frente, iba vestido informal. Sus brazos fuertes, su cuerpo tras esa ropa, los momentos en que estaban los dos desnudos compartiendo su amor acudieron a su mente. Sin darse cuenta se ruborizó y apartó la mirada. Él se dio cuenta y mordió su labio inferior. "Me estás deseando... pues claro que sí"... pensó arrogante mientras cerraba la llave. 

—¿No ibas a cocinar?— le preguntó haciéndola reaccionar. 

Ella asintió y recuperó el control en la cocina, él se apartó un poco para dejarla terminar, hasta que al fin concluyó lo que hacía. El ruido en la sala demostraba lo animado que estaba allá. 

—¿Sabes algo de Robinson?— Dereck la miró de lleno— Quisiera contactarlo, ¿puedes ayudarme?

 —Se quedó en aquel lugar.

 —¿El orfanato? 

—Sí, lo visité hoy mismo...— dijo con indiferencia. 

—Puedes llevar...— se mordió los labios y volvió a la cocina.

 —Claro que sí te puedo llevar. 

Ella sonrió inconscientemente y él salió de allí sin siquiera despedirse, sabía que era débil y aunque había intentado de todo para arrancársela del corazón nada había resultado y aun cuando se justificó a sí mismo que era porque debía terminar unos informes y enviarlos que ya estaban atrasados, ni siquiera se creyó.

A la hora de la cena todos se sentaron a la mesa menos Dereck, él no estaba allí, Camila suspiró y se sentó. Volvió a su casa desanimada y tuvo deseos de tomarse los calmantes. "Yo te voy a esperar siempre... tengo que ser valiente". Susurró y tomó su celular. "No me voy a dar por vencida, aguanté todo por ti, vale la pena intentarlo y volver a intentarlo, no me voy a rendir tan fácil". Le marcó y se sorprendió de que contestara y colgó asustada lanzando el teléfono al sillón. Le entró un mensaje y lo leyó. "Estoy en la playa, ven". Su corazón dio un brinco de alegría y toda histérica se acomodó el cabello y respiró profundo tratando de calmarse y salió casi corriendo. Llegó hasta donde Dereck estaba, lo vio de espaldas, bebiendo una cerveza. Carraspeó la garganta y él se volvió a ella como un sol naciente.

 —Aún te amo, nunca dejé de hacerlo— soltó dejándolo de una pieza— sé que actué como estúpida, pero tenía mis razones... volverte a ver me hizo volver a sentirme viva— salieron lágrimas de sus ojos —si no me quieres de vuelta lo acepto, perdí... pero no me apartes de ti... 

Él sintió que esta confesión lo extremeció, un frío recorrió todo su estómago, mordió sus labios y se volteó al mar. 

—Lo siento...— murmuró— pero pasé página.

 Ella cerró los ojos luchando contra su dolor, pero aun así estaba dispuesta a luchar por él. 

—Oigan!!... vengan al agua!... 

Se volvieron a las voces, estaban sus amigos haciéndoles señas para que entraran con ellos a pesar de que estaba helada. Mañana ya se irían, sólo quedaría Kevin que se marchaba con Melissa al día  siguiente. Ella misma se acercó corriendo halando a Camila y llevándosela. Él se acercó un poco, no le quitó los ojos de encima mientras se despojó de aquel vestido rosa y se metió al agua con los demás. Le entró una llamada y la respondió, luego revisó un archivo que le enviaron, leerlo le hizo apretar la mandíbula en un acto de enojo e ira. Volvió a llamar dando unas instrucciones y colgó el celular. El perro se echó a sus pies. Cuando salieron del agua, Camila evitó el contacto con él, sólo porque pensaba que no se podría contener al estar tan cerca. Agarró sus cosas y cuando ellos decidieron entrar ella quedó sentada junto a Emmett en aquel sitio. Dereck quedó en el portón, suspirando volvió atrás y la encontró acurrucada en la arena y al perro con la cabeza apoyada en su cadera. El animal comenzó a mover su cola y se puso en pie al ver al joven. Se agachó hasta ella y la cargó en sus brazos, estaba rendida. Sólo pensó que se hubiese tomado una de aquellas pastillas y la llevó de vuelta a su casa, abrió la puerta de una patada y la acostó en su cama. Al soltarla, casi cayó sobre ella y sujetándose con sus manos logró sostenerse pero la chica con los ojos cerrados lo haló por el brazo haciéndolo caer a su lado y lo abrazó. 




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