Correr hacia ti

Capítulo 36. En el mismo infierno.

 

—¿Se puede saber qué significa esto? 

De pie ante su padre que estaba reunido con unos inversionistas, le lanzó el papel sobre su mesa. Hans lo miró primero, y luego a la hoja arrugada. Su expresión cambió completamente al leer y les pidió disculpas a los hombres que estaban con él, haciéndoles salir del recinto. Al quedarse a solas con su hijo, le sacudió la carta frente a sus ojos. 

—¿De dónde sacaste esto?

 —Obvio que ella me la mandó. Una mujer se la dejó a Sofía.

 Hans se levantó y comenzó a dar paseítos nerviosos por toda la oficina. 

—¿Qué hiciste?—Su hijo mayor lo fulminó con la mirada— ¿Dónde está mi hermana y qué significa todo esto? 

—No lo entenderías... 

—¡Pues lo tendrás que intentar! ¡Me dirás ahora mismo por qué mi hermana menor, fruto de tu aventura y de apenas... 20? No, aún no... me está pidiendo ayuda con tanta urgencia porque es la prisionera de...—el rostro de William se transformó en uno de verdadera sorpresa—¿este no es tu socio?! 

—Baja la voz— suplicó su padre—si escucha es capaz de hacerle daño. 

El joven no podía creer lo que sucedía y ya había perdido la paz. 

—De aquí no me moveré hasta que me cuentes todo. 

Se sentó y le hizo una seña a Hans para que hiciera lo mismo. Su padre lucía una expresión de vergüenza y a la vez remordimiento. Le contó lo que había hecho a costa de su propia hija. William se levantó insultado al saber de aquella trama tan retorcida y sórdida y lo amenazó. 

—Ahora mismo me vas a decir dónde la busco. 

—No puedes, ella firmó el contrato. Rafael tiene todos los derechos sobre ella hasta que se cumplan los dos años. 

—Pues entonces hablaré con ese maldito... 

—Tampoco servirá. Ya lo hice... le rogué y le ofrecí la empresa pero sólo la quiere a ella. 

—¿Qué hiciste por Dios?— el joven se llevó las manos a la cabeza— ¿Qué clase de monstruo eres tú que por un maldito negocio arruinas la vida de tu propia hija que es tan joven e inocente? 

—Lo siento.

—¡Eso ahora no me sirve! Iré ahora mismo a ver a ese loco del infierno. Con razón nunca me gustó. 

— Por favor hijo... 

—¿No pretenderás que mi hermana, que no me conoce por cierto, me pida ayuda de esta forma y yo mire hacia otro lado, no? 

Hans quedó sin palabras ante la determinación de su hijo mayor. 

—Eso sólo le traerá más problemas a la pobrecilla.—Murmuró al cabo de los segundos. 

—Ruega porque a Camila no le suceda nada. Yo me voy a encargar de esto. 

Salió como un bólido de la oficina. Hans se dejó caer en su silla hundiendo las manos en su cabello. 

—¿Qué hice Dios... qué hice...—un largo sollozo escapó de su pecho— perdóname hija mía... por favor. 
Rafael estaba en la sala de reuniones cuando William lo encontró. No le importó que hubiera más personas alrededor; sentía tanta ira al ver a este pervertido que se aproximó a él casi corriendo, lo agarró sorpresivamente por el cuello de la camisa y lo empujó contra la pared. Rafael no salía de su asombro al ver esta embestida, para él sin ningún sentido. 

—¿Qué haces?— Barbotó. 

—Nunca me has gustado—gruñó William furioso—eres un asco de ser humano... maldito enfermo... 

—¿De qué hablas? Suéltame ahora...—Rafael se debatió bajo la fuerza de sus manos pero fue inútil—te voy a demandar. 

—¡William!

 Hans entró corriendo y mandó a salir a las personas que estaban ahí y presenciaban el espectáculo en silencio.

—William, hijo. Déjalo.— Le rogó su padre. 

—¿De qué se trata esto? —Le preguntó Rafael al verlo acercarse pero él lo ignoró. No le hablaba desde que mandara a golpearlo y se llevara a Camila de su casa. 

—Sólo lo empeorarás para ella. —Hans llegó hasta su hijo. 

—Esta sabandija me tiene que explicar muchas cosas... 

—Déjalo— volvió a pedir su padre— lo resolveremos. 

En un momento, Rafael pareció comprender. 

—¿Esto se trata de Camila? 

William no pudo contenerse y lo golpeó fuerte en el rostro. Su padre logró dominarlo y se lo llevó de ahí. El golpeado se levantó rabioso y mientras se limpiaba la sangre de su boca con el dorso de la mano, se preguntó cómo demonios ese idiota sabía lo de su hermana. Sólo se lo podía haber dicho su padre. Sin embargo, era un tipo muy intuitivo y una sospecha maligna comenzó a rondar su mente y decididamente, salió corriendo de allí. 
Hans logró calmar a William y le dijo que investigaría las propiedades de Rafael para descubrir en cual de ellas estaba Camila. Su hijo le pidió que no se metiera, que ya se encargaría él. Estaba tan avergonzado de saber que su padre puso a su hermana en tal situación que ahora sí que no podía ni mirarlo. Rafael salió temprano en dirección a un bar. Necesitaba pensar, era astuto; difícilmente se le escapaba algo y dudaba seriamente que el pusilánime de Hans le hubiera contado a su hijo sobre el tema y se convenció de que lo había sabido de otra manera. Pero cuál?

Camila se incorporó asustada al escuchar los golpes en su puerta. 

—Abre... sé que estás despierta... abre! 

Al escuchar la voz de Rafael, supo de inmediato que había bebido y eso la aterró. Dudó seriamente en obedecerle, pero él repetía la orden cada vez con más insistencia. Finalmente decidió abrirle a riesgo de su seguridad pero era eso, o que derribara la puerta lo cual seguramente sería muchísimo peor. Quizás sólo quería decir alguna estupidez y luego se iría. Estaba entusiasmado con el embarazo y no le haría daño. Al menos eso pensó. Cuando el hombre vio la puerta abierta, la empujó y entró dando tumbos a la habitación. Camila permaneció quieta en una esquina pero él se volvió a ella después de echar un vistazo alrededor. 

—¿Por qué no me quieres? —Le preguntó de golpe. La chica no supo qué responder.—Vamos, dime— insistió—sólo una razón lógica del por qué no me puedes querer? Ella me quería. Camila se estremeció. 

"¿Ella?" 

—Pero tú preferiste a ese niño estúpido—la voz del hombre demostraba claramente su estado de embriaguez—yo habría hecho toooodo por ti... pero no... el chico de Boston fue mejor.—Soltó una sonora carcajada y Camila supo que aquello no acabaría bien.—Hace ya dos meses que estás aquí... y yo me he portado como un caballero pero tú... tú no valoras eso bonita... parece que te gusta el maltrato— se acercó más a ella, que se apoyó de la pared y apretó los ojos—hoy tu hermanito me atacó...—Camila tuvo un sobresalto de ansiedad. Ese mismo día ella le envió el mensaje a William. ¿Será que él la descubrió? No, claro que no. Pero Rafael no se callaba— me atacó y yo me pregunté... ¿por qué? Pero no me respondí... entonces me fui a mi bar favorito a pensar. ¿Por qué ella no me quiere y por qué la trato taaaan bien si no lo merece? ¿Y sabes qué decidí? —La miró y ella negó. —Decidí que serás mía... lo quieras o no. 




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