Correr hacia ti

Capítulo 37. Lo más importante.

William Thompson hizo silencio y miró a Dereck. Pero el silencio continuó. El más joven estaba en shock, sus ojos parecían extraviados y las lágrimas no paraban de rodar por sus mejillas. William le dio un tiempo, comprendía cómo debía estarse sintiendo y supo con toda certeza, que su hermanita estaría bien a partir de ahora. A pesar de ser tan joven, Dereck McDowell le pareció indudablemente un hombre hecho y derecho, de mucho carácter y sobre todo, honorable. Finalmente, el silencio fue roto. 

—Nunca me voy a perdonar... por haberla dejado sola en aquel lugar—balbuceó Dereck tratando de dominar su llanto— no puedo... creer que ella sufrió tanto... y ese miserable... lo voy a matar... 

—No había nada que pudieras hacer—le animó William— ella firmó aquel maldito papel. 

—¡Bajo coacción!— los ojos del joven echaron chispas— si yo no la hubiera dejado sola ese día, tu padre jamás se la hubiera llevado y no habría tenido que sufrir como lo hizo... 

—Pero probablemente estarías preso. 

—¿Y eso qué demonios me importa?—se levantó y se acercó a la ventana buscando el aire— habría salido, soy ciudadano estadounidense y mi padre se habría ocupado de todo. Pero igual... nada que me hubiera pasado habría sido comparable al infierno que Camila tuvo que sufrir sola—su voz volvió a quebrarse y el llanto regresó indetenible— ella se sacrificó... por mí... oh mi niña... cómo fuiste tan valiente... con gusto habría ido a prisión para ahorrarte esos... dos años terribles. 

William se levantó y fue a él comprendiendo su estado. Lo abrazó al ver que no podía respirar. 

—Tranquilo... ya pasó, no tiene marcha atrás y ahora sólo puedes hacer una cosa. Resarcirle todo ese tiempo y cuidarla como se merece. Es una gran mujer mi hermanita. 

—Y yo la amo con mi vida—murmuró Dereck sin poder dejar de llorar. 
Un rato más tarde había conseguido recuperarse y se despidieron. Se reunieron y William se marchó. Los amigos del joven lo miraron llenos de interrogantes pero él no dijo una palabra y supieron, a juzgar por su estado y sus ojos rojos e hinchados que había sabido cosas muy malas. Pero no se atrevieron a preguntar y sin perder tiempo, salieron de ahí y comenzaron a investigar hasta que amarraron todos los cabos sueltos. Eduard se encargaría de sacar adelante todo el proceso personalmente. Dereck se retrasó un poco ya que estaba acomodando y revisando los archivos que le acababan de entregar. Camila no salía de su cabeza, cómo quería abrazarla y no soltarla, pero se mantuvo ecuánime; le avisó que se retrasaría un poco, y siguió reunido con Eduard en la ciudad pues Kevin se había ido a resolver otro asunto oscuro en la vida de Rafael. Reunieron todo lo que ellos averiguaron más los casos de corrupción que les entregó William. Al final enviaron el caso a fiscalía, Eduard estaba a cargo. Dereck se ocuparía de hacerle pagar con creces todo lo que le hizo a la mujer que él amaba. Estando en la oficina, una de las abogadas pasó a saludar. Era una mujer bastante elegante y de gran personalidad. Cuando se retiró, Eduard quedó extasiado con ella haciendo que Dereck riera por primera vez. —Deberías decirle— le aconsejó volviendo al trabajo.
—Ya lo hice, dice que no le gustan los menores— lamentó el joven poniendo cara de disgusto. 

—¿Y qué edad tiene ella? 

—Tiene 30, recién cumplidos.

 —Bah, sólo son cuatro años de diferencia.

 El celular de Eduard sonó y recibió una llamada que lo dejó en una pieza poniendo en alerta a su amigo que esperó expectante a que cortara. 

—Acaban de confirmarme que Rafael está viniendo, y su vuelo llega a las 19 horas de hoy.

 Al escucharlo, Dereck apretó los puños y pensó que estaba llegando su momento. 

—¡Maldito! —Masculló. 

—Lo cogeremos infragante—sentenció Eduard— es ahora o nunca. Pagará por todo lo que le hizo a Camila. Vamos a pedir la orden al juez para que vayan por él. 
Ambos salieron y Eduard tropezó con Charlotte, haciendo que sus papeles cayeran al suelo, la mujer ni se inmutó pero él se agachó junto a ella y le ayudó. Al pararse le guiñó un ojo y salió desprendido tras Dereck. La mujer le siguió con la vista hasta que lo perdió; aclarando su garganta y acomodando su traje, dirigió sus pasos hacia la oficina.

Rafael Swift viajaba en primera clase y observaba el cielo desde su ventanilla. Sentía que aquel traje le apretaba el cuello así que lo desabrochó un poco. Estaba decidido a ir por Camila, la había llamado pero estaba fuera de línea y no soportaba pensar que estuviese con el otro. Se le había escurrido como agua entre los dedos y lamentó no haberla hecho firmar un contrato de por vida. Ahora ella era libre y estaba cerca de aquel idiota, el cual, confiaba él que la hubiera olvidado. Ni siquiera pudo hacerla suya y eso le dejaba con una gran frustración llena de rabia. Tenía que reconocer que sufría un serio trastorno de la personalidad, no era la primera vez que su obsesión por una mujer lo llevaba al extremo, la primera fue Tessa; era casi igual a Camila en el físico pero con ella sí pudo disfutar de una ardiente pasión, hasta que se dio cuenta de que él estaba enfermo. Pues sí, el final fue caótico, pero su padre movió cielo y tierra para que todo aquel asunto quedara oculto y en el olvido, ya que la pobre Tessa era huérfana. Como siempre, el dinero sacando de apuro a los criminales. Cuando su padre murió él heredó toda su fortuna, la gran mayoría producto de negocios ilícitos. Y se quedó allí en Havre de Grace, tratando de empezar desde el principio, hasta que descubrió a Camila y quedó prendado de lo mismo que lo llevó a matar a Tessa Hubbard.
El aterrizaje fue sin novedad y estaba al punto de salir del aeropuerto cuando se encontró frente por frente a Dereck McDowell. Sorprendido, lo miró desafiante pero la mirada que vio en aquel hombre lo perturbó. ¿Lo había sabido todo y venía a ajustarle cuentas? 

—¿Qué haces aquí?—masculló de mal talante. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.