Correr hacia ti

Capítulo 50. Cambio de planes.

 

Llegó el sábado y Camila había evitado con éxito a Dereck esos días. Había estado trabajando afuera y él también fue poco al bufete. Quería pedirle disculpas por la manera en que la hirió pero no estaba intentando lo suficiente. Sin embargo, hubo paz. La joven abogada ya tenía listo su caso que sería el lunes. En la mañana llevó a Dani al parque infantil a jugar con otros niños y en la tarde, ultimó los detalles del caso y Melissa fue a verla. 

—¿Entonces de verdad no irás? —Le preguntó y ella negó. 

—Me parece que deberías ir, necesitas sanar; no puedes vivir traumada con ese barco toda la vida. Irás como mujer soltera y seguro la pasarás bien. 

—No quiero, y seguro Dereck lleva a alguien y no lo voy a soportar.

 Melissa rió. 

—Me vas a volver loca. Por fin lo quieres o no? 

Ella la miró lastimeramente e hizo pucheros. 

—Ven por favor, me sentiré bien contigo ahí. 

—No insistas. Estarás con Kevin. 

Charlotte apareció en la puerta. 

—Hola muchachas. ¿Listas para la gran noche? 

Melissa señaló a Camila. 

—Yo, porque ella se quedará todo el día en el sofá comiendo palomitas y viendo películas malas. 

Camila le sacó la lengua y Charlotte lamentó que no estuviera allí. 

—¿Irás con Eduard?— Le preguntó Melissa. 

—No. Iré sola, el señorito abogado y yo no logramos ponernos de acuerdo y somos antagonistas. 

Su amiga rió de buena gana. 

—Pero eso es en el trabajo... bien que le fuiste arriba aquella noche... 

—Pasado, el sexo no lo es todo. Es un animal en la cama y no puedo negar que me encanta pero ya no estoy para romances, necesito estabilidad y si somos contrarios en el trabajo, sé que no va a funcionar. 

Camila pensó que era cierto que el sexo no era todo pero de buena gana se hubiera lanzado encima de Dereck y no lo hubiera soltado por horas. Eran ya más de seis años sin recibir su cariño. Se sonrojó y Melissa lo notó. 

—¿La palabra sexo te ha afectado?— Las dos mujeres empezaron a reír y ella no pudo evitar hacerlo también. —Si yo fuera tú, me aparecía en ese barco así... toda sexy e irresistible, me bebía unas cuantas copas y luego arrinconaba a ese hombre y lo llevaba a la gloria. 

—Mira que hablas...— Se quejó y se fue al baño. Tuvo que echarse agua en la cara y la nuca para aliviar el fuego que le subió entre las piernas mientras visualizaba lo que Melissa le decía. Acabó riendo, en tanto una idea loca le cruzó por la cabeza.

Tirado en su cama Dereck pensaba en las inexistentes ganas que tenía de ir a esa recepción. Pero los socios debían estar ahí. Sin Camila allí, todo carecería de encanto. Total, se ignorarían mutuamente pero al menos la sentiría cerca. Su ropa estaba lista en una percha, el barco zarparía a las 9 en punto y regresaría al amanecer. Sería una larga velada esta vez y estarían los socios de todas las firmas de Boston. Había pensado en ir con alguna de esas mujeres que usaba pero desde que Camila regresó, había perdido todo el interés. No sabía qué hacer con su vida. Ya no era un jovencito, tenía 31 y teniendo en cuenta que se casó a los 23, aún no tenía estabilidad de ningún tipo a no ser financiera. Su matrimonio con Camila jamás prosperó. La vida les jugó una mala pasada tras otra y aquí seguía; atrapado y asfixiado en resentimiento sin poder definir qué hacer cuando ahora la tenía otra vez al frente; mas 
sentía miedo y no resistiría volver a perder. Se levantó de mala gana para ir a bañarse. Ignoró a su madre que le llamaba continuamente para que llevara a la celebración a la hija de otra amiga suya, un poco más bonita. No sabía cómo librarse de esa molestia.

Eduard se puso nervioso cuando vio que Charlotte se acercaba con Melissa y Kevin al muelle. Él y Dereck acababan de llegar y aún era temprano. No querían subir hasta que dieran el último aviso. El barco había mejorado bastante los últimos años y lucía impecable. Parecía ahí un cuerpo celeste en el mar. Charlotte siguió de largo saludando apenas. Estaba hermosa y Eduard tragó en seco intentando ignorarla. Dereck notó su estado y le dio un codazo. Él y Kevin rieron y Melissa les llamó cavernícolas. En un momento apareció Keller con sus socios y Dereck frunció el ceño. Este tipo nunca andaba acompañado, siempre como un depredador esperando a ver qué presa se le ponía a tiro. En ese momento sí se alegró de que Camila no estuviera. Después de saludarse entre todos, también subieron y Eduard le pidió a Dereck hacerlo también. Él le dijo que podía dejarlo, estaría bien ahí hasta la hora de zarpar. Retrasaba lo más que podía el bullicio y la multitud. Cuando faltaban diez minutos para las 9, vio a Melissa bajar apresuradamente con el teléfono pegado al oído. 

—Ya estoy en el muelle—la escuchó decir— ¿Dónde estás tú? 

Miró en la dirección que caminó la novia de su mejor amigo y su corazón se detuvo un instante y aun tuvo que aflojarse la pajarita en el cuello, cuando vio que Camila se acercaba.

—Estoy retrasada, ya son las 7.30 y el viaje hasta allá es largo. —Camila buscaba su cadena entre los cojines del sofá. Era aquella que Dereck le había regalado hace años y aún la conservaba con mucho celo. Sasha la observaba divertida y Dani hacía como que la ayudaba mientras Emmett daba vueltas de aquí a allá. —Sasha... necesito que encuentres esa cadena, es vital para mí, ya tengo que irme. Volveré temprano en la mañana y Dani se despierta a las 7. Si no he regresado aún ya sabes... 

—Señora Camila—la interrumpió la muchacha— me ha dicho las mismas instrucciones diez veces— rió—váyase tranquila, Dani y yo somos muy buenos amigos y estaremos bien. 

—Sí mami.— Dijo el niño y fue a besarla. —¡La encontré! —Trajo la cadena con el brazo en alto como un trofeo. 

Ella dio un grito de alegría y abrazó al pequeño. 

—¡Mi héroe!

 En ese momento le avisaron que el taxi que había pedido estaba ahí. Era la primera vez que pasaría la noche lejos de Dani pero sabía que estaría bien. Se despidió dando otra sarta de instrucciones y salió corriendo mientras se intentaba poner la cadena. En el taxi se dio terapia para relajarse. Todo lo que Melissa había dicho en la tarde, incluido lo del sexo, le pareció razonable y decidió que debía superar sus miedos. Ella quería ser normal y no deseaba vivir aferraba al pasado sintiéndose como una víctima todo el tiempo. Fue una decisión de última hora y sólo rogaba que Dereck no estuviera colgado del brazo de alguna mujer porque se lanzaría al mar para nadar de regreso. Rió sola al pensarlo y respiró. Cuando faltaban unos minutos para que el taxi la dejara, llamó a Melissa que se puso contentísima cuando le informó que iba en camino. Kevin le preguntó la causa de su alegría y ella le dijo en el oído, sacándole una sonrisa de complicidad. Sin perder un minuto, se dirigió al portalón para bajar y esperarla.




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