Correr hacia ti

Capítulo 57. Acepto el reto.

 

Una semana después, Camila estuvo lista para ser dada de alta. Dereck fue a verla un par de veces y lo extrañaba, igual que a Dani. Según Melissa no se separaban y ya había inscrito al niño en una escuela privada muy prestigiosa. Además lo llevó a la empresa y al bufete mostrándole a todo el mundo la fortuna de ser padre. Él apenas le hablaba pero ella era paciente y le hacía muy feliz su cercanía con su hijo. Sin dudas recuperaba el tiempo perdido. Esa mañana ardía de ansiedad. Dereck iría a recogerla para llevarla a casa, ya había sacado todas sus cosas de su renta en Readville y cerrado el contrato de alquiler. En un momento recibió un corto mensaje de texto. "No podré ir por ti. Envié a un empleado a recogerte". ¿Era todo? ¿Ni siquiera un saludo o despedida? Se enojó por un instante pero luego lo superó y esperó resignada por su conductor. Un cuarto de hora más tarde, Teddy apareció en su auto con una flamante sonrisa dejándola gratamente sorprendida. 

—¿Tú eres el empleado? —Rió. 

—El jefe me pidió que viniera por su esposa— dijo su asistente—y claro que no pude negarme. Soy tu fan número uno. 

—Bueno— suspiró Camila sonrojándose un poco— supongo que debe de estar muy ocupado. 

—Mucho, hay un montón de casos y clientes esperando por la abogada estrella. ¿Lista para irnos? 

La joven asintió y subió al auto. Cuarenta minutos después Teddy la dejó en el departamento de Dereck que sería su nuevo hogar. Titubeó un poco, antes de entrar, presa de diversas emociones pero su asistente la animó. La enorme sala de estar estaba repleta de flores y globos multicolores que rezaban frases como: "Feliz regreso", "Recupérate pronto", y muchas otras. Sonrió avanzando y se entretuvo inspeccionando todo. Sus amigos y todos los empleados de la firma e incluso otros amigos de Dereck que no la conocían habían tenido esos detalles. 

—El señor McDowell ya contó que eres su esposa— se volvió al escuchar a Teddy— menuda sorpresa, todos sabíamos que pasaba algo pero no a ese nivel. 

La joven sonrió y de repente lo extrañó más que nunca. 

—¿Él está ahora en la firma o en la empresa? 

—No sabría decirte. 

—¿Y Dani? 

Teddy sonrió. 

—Ese niño es un encanto. Se ha robado en estos días el corazón de todos y sabe demasiado. Hiciste un gran trabajo, ahora debe de estar en su nueva escuela. La señora Andrea se está haciendo cargo de él. 

Camila frunció el ceño al escuchar ese nombre pero lo supo disimular. Odiaba saber que esa mujer estuviera tan cerca de su hijo pero no tenía más remedio que aceptarlo, era la madre de su marido. De pronto, de detrás de las gruesas cortinas de terciopelo de la estancia, salieron gritando y riendo algunos de sus amigos. 

—¡¡Bienvenida!! 

Melissa y Kevin, Charlotte, e incluso Sasha y el afable señor Kindle se acercaron a ella mostrando gran alegría. La sorpresa surtió efecto e histérica, comenzó a reír mientras abrazaba a todos. 

—Esta idea seguro que fue de Melissa... —Dijo. 

—Pues no—corrigió su amiga—fue de Teddy. 

Ella se volvió a mirar al paralegal que lucía muy satisfecho. 

—Gracias. Ha sido muy lindo de su parte.

 Pero en el fondo resintió que Dereck no estuviera y su amiga se dio cuenta. 

—Tu esposo y Eduard están de trabajo hasta la cabeza—soltó—por eso no están aquí. 

—Yo pude escaparme— alegó Kevin— pero no te entristezcas, el sábado seguro celebramos tu regreso. 

Ella sonrió y fue a sentarse. 

—Tienes que hacer reposo— observó Charlotte— no te vamos a atormentar mucho, sólo un poco. 

Se sentaron luego de reír con ganas y estuvieron un rato charlando. El director jurídico fue el primero en irse pues tenía una cita. Le siguieron Kevin, Teddy y Sasha en ese orden. Camila se quedó sola con sus amigas. 

—Bueno, ya estás en casa luego de ocho años sorteando obstáculos—dijo Melissa—este es tu lugar y sé que Dereck está un poco enfadado pero eso se resolverá. Sigue distante conmigo y a Eduard sólo le habla de trabajo, pero no hay nada que el tiempo no cure. 

—No lo creo—refutó Camila— el tiempo no me curó de amor. 

Las tres mujeres rieron entonces muy divertidas.

Dereck le había pedido a todos en la firma que no le dijeran a su mujer acerca de las investigaciones sobre el accidente. Ella aún no sabía que fue premeditado y él se encargaría de explicarle en su momento. Estuvo el día entero entre reuniones y firmas de contratos en la empresa e investigaciones de casos muy próximos a juicios. Él se dedicaba estrictamente a la presidencia de ambos negocios pero de vez en cuando aceptaba representar a alguien cuya defensa le resultara apasionante. Camila no salió de su cabeza todo el día, sabiendo que ya estaba en casa. A las 5 de la tarde se libró de todo, delegando en sus asistentes y salió a buscar a su hijo para ir a casa. El niño estaba muy emocionado al saber que vería a su madre. Nunca antes se habían separado más de 24 horas. Dereck disfrutaba intensamente el hecho de tenerla permanentemente bajo su techo pero no estaba listo para perdonarla y aún se sentía frustrado y cauteloso por el engaño. Persistió en su decisión de darle una lección, aun a costa de sí mismo. Su único temor era no resistir.

—¡Mamá! ¡Mamita!

 La voz de Dani la sacó del letargo y corrió a la entrada. El hermoso niño voló a sus brazos y le dedicó mucho rato. Dereck quedó en la puerta observando el reencuentro con el corazón colmado de ansiedad y felicidad. Camila se incorporó y sus miradas se encontraron. 

—¿Cómo estás? —Preguntó ella con timidez. 

Él se acercó y le dio un simple beso en la frente. 

—Bienvenida a casa—dijo y siguió hacia su habitación. 

Camila se sintió confundida pero aguantó y volvió a sumergirse en Dani. 

—¿Dónde está Emmett? —Le preguntó al niño aunque ya sabía la respuesta.

 El día siguiente Kevin lo dejaría allí y el pequeño le contó toda la historia con lujo de detalles. Apenas coincidió con Dereck hasta la hora de cenar. Sería su primera cena los tres juntos como una familia y se propuso hacerla memorable cocinando la comida favorita de su marido. Y él la disfrutó sin dudas. Cuando volvió de acostar a Dani en la linda habitación que Dereck le preparó, se dirigió a él que veía algo en su teléfono aún sentado a la mesa. 




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