Correr hacia ti

Capítulo 61. Intrigas.

 

Camila suspiró, tenía el corazón acelerado. Estaba nuevamente metida en la vida de este hombre y de qué manera. Él la había perdonado aunque continuara fingiendo que no y a veces hasta agradecía aquel accidente; pues eso le hizo enojarse mucho menos de lo que ella esperó. Cuando entró bien tarde al fin a su habitación dio un salto al ver que aún no dormía. Estaba muy ocupado con la laptop en sus piernas recostado de la cama. Intentó ser natural pero él apenas la miró. Evidentemente algo en esa computadora lo tenía muy concentrado. Fue al baño a cambiarse y se acostó y apagó la lámpara a su lado. 

—Buenas noches.— Murmuró y se cubrió con las sábanas hasta la cabeza.

 Él sonrió de lado sin prestarle atención y siguió en lo suyo, tenerla nuevamente aun sin tocarla era la gloria. Siguió sumergido en el trabajo sin sentir pasar el tiempo y sin darse cuenta se llevó un susto al ver a la mujer a su lado mirando hacia la laptop.

 —¿Desde cuándo estás ahí?— Le preguntó sorprendido. 

—Son las 2 de la mañana— fue la respuesta—¿No piensas dormir?

 —Estoy al terminar. 

—¿Te ayudo?

 Él sonrió y dejó por un momento el teclado.

 —Son unos informes que me envió Lucca sobre un caso que tiene. Es un cliente a quien acusaron de robo— explicó— mañana es el juicio y estoy revisando esto. Gracias, pero mejor descansa. 

Ella le regaló su sonrisa y se volvió a su lado de espaldas nuevamente. 

—Procura descansar. —Pidió y volvió a quedar en silencio. 

Dereck la miró un rato más y luego retomó el trabajo. 
Con la salida del sol, al ver la hora se levantó de golpe, a su lado ya no estaba Camila. Después de haberse vestido se encontró un hermoso paisaje en la cocina; el niño reía mientras desayunaba y ella estaba preparando algo en la estufa. "Así debió haber sido siempre" pensó mientras se ataba la corbata. 

—¡Papá!— gritó Dani al descubrirlo— ven... siéntate conmigo. 

—Buenos días.— Jugó un rato con el niño mientras tomaba su desayuno. Camila sonreía en tanto veía esa escena. —¿Vas a algún lado?. —Preguntó Dereck al verla tan arreglada y olorosa. 

— Voy al bufete, no? Ya estoy bien. 

—Tienes otros tres días de reposo, no estés haciendo disparates. 

—Dani, si ya terminaste ve a lavarte y a ponerte los zapatos— dijo Camila e instantáneamente el niño salió obedeciendo, luego se volvió otra vez al hombre– Tengo que trabajar, no soporto estar encerrada.— Protestó haciendole reír. 

—Camila... para mi tranquilidad prefiero que cumplas al pie de la letra el reposo que te ordenó el doctor. 

—Solo estaré en la oficina poniéndome al día— rogó— sé que están de trabajo hasta el tope. 

—Para hacer eso no necesitas ir. Debiste preguntarme antes de prepararte. Lo siento pero es mejor que te quedes. 

Ella cruzó los brazos e hizo una mueca de disgusto pero el hombre permaneció impasible. El niño regresó ante ellos y tomó su mochila en sus hombros. 

—Despídete de mamá. 

—¿No vendrá?

 —Mamita debe obedecer el reposo que le mandó el médico para que se recupere pronto. 

Dani se acercó a Camila y le dio un beso. 

—Cuídate mamita y hazle caso a papá. 

Dereck sonrió satisfecho.

 —Y tú también mi amor— fueron las dulces palabras de ella.

—Papi, dale un besito a mami antes de irnos. 

Ambos padres se miraron a los ojos mientras el niño volvía a pedirles que se dieran un beso de despedida. Dereck se puso su saco y fue hasta ella que seguía enojada por tenerse que quedar, agarró su barbilla y se acercó besando su mejilla rozando levemente la comisura de sus labios. Fue imposible ocultar la cantidad de sensaciones que tuvieron.

 —No seas inmadura— le susurró con dulzura— no quiero gobernarte... aunque sí quiero... un poco, pero más quiero cuidarte. 

Se enderezó y dándole la mano al niño salieron. Camila miró al perro.

 —Ya entiendo lo que sientes al tener que quedarte aquí solo sin hacer nada. 

Emmett ladró como si entendiera. Entonces su teléfono comenzó a sonar, era un número desconocido. Levantó la llamada pero sólo escuchó el silencio y una respiración entrecortada y rápidamente cortó. El mismo número volvió a timbrar unas horas después y no dudó en responder. 

—¡¿Quién es?!— Preguntó en tono autoritario. 

—Recuerda que yo tengo el original Camila.

 Lanzó el teléfono provocando que al caer al suelo se apagara. Esa voz... era... sintió su corazón dispararse. Entró en el cuarto y se encerró ahí con el perro mientras trataba de hacer encender el móvil pero era inútil, no respondía, vio la laptop de Dereck y la encendió, no tenía contraseña y comenzó a buscar hasta que vio que el dueño de aquella voz espeluznante debía estar encerrado en una clínica psiquiátrica de alta seguridad de la cual no saldría jamás. Sonrió aliviada. "Pues por enfermo ese es tu sitio" pensó y eso le dio tranquilidad, pero entonces... ¿Y por qué esa voz era tan parecida a la suya? ¿Quizás desde su encierro podría llamarla para atormentarla? Y si era ese el caso... ¿cómo tenía su número? Llamó a Teddy desde el teléfono fijo para que le hiciera el favor de investigar el número, el hombre se alegró de oír su voz y le dijo que se encargaría de inmediato. Diez minutos después, su asistente tenía un nombre para ella. 

—Jasper Sweeney, es el nombre del dueño del número  que me pediste averiguar.

 — Gracias Teddy, de lo demás me ocupo yo. 

—Estoy para servirte. Espero con ansias tu regreso. 

Camila se quedó pensando, debía averiguar quién era este hombre y por qué sabía algo que solamente Rafael le decía. Era obvio que debía de tener una conexión con él.

Dereck mandó a buscar a Kevin y Eduard a su despacho. Sus amigos entraron juntos. 

—No me dijiste que compraste una mansión en Beacon Hill— empezó a decir Kevin—wow señor Mcdowell... ¿así que intentando impresionar a la abogada penalista? Jajaja. 

Dereck lo fulminó con la mirada. 




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