Correr hacia ti

Capítulo 62. Beacon Hill.

 

El sábado en la tarde estaban oficialmente instalados en la nueva casa. Gracias a sus amigos que les ayudaron dejaron todo prácticamente listo después que la agencia de mudanzas llevó sus cosas bien temprano en la mañana. A Camila le encantaron los muebles nuevos y la decoración. Melissa estaba entusiasmada y ella le dijo que una de las tres habitaciones sobrantes, era suya y de Kevin. Los hombres se fueron a beber a la piscina y a hablar de casos y evidencias, en tanto ella con su amiga se dedicó a preparar comida y a hacer un pastel. Dani se pasó el día con sus abuelos que lo regresarían al día siguiente, así estarían menos cargados. Aunque Camila no soportaba que pasara mucho tiempo cerca de esa bruja, entendía que era su abuela y no podía hacer nada. Dereck le había pedido que dejara de ser hostil con su madre, él sabía que no era muy simpática ni fácil de soportar pero tampoco comprendía el rechazo de Camila, si sólo se habían visto un par de veces. Cuando estuvo lista la comida, las dos mujeres la llevaron a la piscina. Los hombres la recibieron encantados y comenzaron a devorarla dándole toda clase de elogios. 

—¿Podrías enseñar a Melissa cocinar?—le preguntó a Camila Kevin con la boca llena— estábamos planeando irnos al Royale pero esto es todavía mejor. 

Melissa le dio unas palmadas y los demás rieron. 

—Realmente eres afortunado Dereck—dijo Dylan—pero eso ya lo sabías. 

Camila se sentía en su medio. Esos hombres tenían dinero pero eran sencillos y sabían pasarla bien con poco. De vez en cuando miraba a Dereck a hurtadillas y él hacía lo mismo pero nunca coincidieron. Lo único que ambos tenían en la cabeza era hacer esa noche inolvidable y volver a reunir sus cuerpos; plagados de pasión inconclusa.

Cuando Dereck volvió de despedir al último de sus amigos, Camila seguía en la piscina con una copa de vino en la mano. Se fue acercando a ella sin dejar de mirarla y se sentó al frente. 

—Extraño a Dani. 

—Yo también, pero ahora me alegra que no esté. 

Ella levantó los ojos perdiendo el aliento. ¿Eso fue una provocación o una propuesta? ¿Se le estaba insinuando o fue ella quien lo interpretó todo mal? 

—¿En qué piensas? —Le preguntó él divertido al verla en ese estado. —Ella recordó cuando le dijo que le rogaría para estar juntos y torció la boca. No le importaría en lo absoluto hacerlo. Ardía de ganas de lanzarse encima de él y hacerle de todo. Lo deseaba más que a nada.—¿No me dices nada?

 Dereck casi pensaba lo mismo que ella. Ya no quería castigarla, la miraba y sólo pensaba en estar dentro de ella y amarla por horas. Esa noche era la noche perfecta para ello. 

—Hace calor. —Dijo ella y bebiendo de golpe el vino en su copa se levantó y comenzó a desnudarse. 

Temblando de deseo, él la vio despojarse de todo menos de su brassier y sus diminutas bragas. La breve cicatriz de su reciente cirugía se dibujaba bajo su ombligo e incluso eso lo excitó. Camila se aproximó a la piscina y sin mirarlo se lanzó al agua. Todo su cuerpo hervía y contaba los segundos para que Dereck fuera por ella. Y eso no demoró mucho. Se reencontraron dentro y ambos sonrieron. 

—¿Se fue el calor?— El hombre mordió sus labios y la mujer se sumergió. 

Hizo lo mismo y fue por ella. Salieron juntos y Camila no se contuvo más. Se pegó a su boca con hambre y la ultrajó como quiso. Dereck la sostuvo férreamente entre sus brazos y le respondió con creces. La llevó hasta la pared de la piscina sin despegarse de sus labios y no pararon hasta que literalmente perdieron el aliento. 

—Hazme tuya... —Susurró la mujer. 

—Sabía que me lo pedirías.— Rió él entrecortadamente besando su cuello. 

—Y qué más da... te deseo con tod... 

Un nuevo beso la calló y entonces se entregaron como nunca antes.

—No me tortures...— gimió ella enloqueciendo.

—Tranquila... todo en su momento.

La sacó del agua en medio de fuertes espasmos de placer y se subió sobre ella. 

—Mírame— le pidió con voz autoritaria.— Camila tenía los ojos cerrados y jadeaba, fuera de sí.—Mírame Camila.— Repitió y ella entonces lo hizo con su mirada perdida.—Quiero que me mires. Quiero ver cada gesto y temblor de tu rostro... quiero ver tus ojos en blanco, tu boca suplicando... y quiero que tú me veas igual. 

Ella asintió consumida por un placer indescriptible. Dereck la besó otra vez poniéndose a mil, con la certeza de que la mujer lo estaba ya y su cuerpo caliente y tembloroso era la prueba. Entró en ella con ímpetu y la oyó gritar de placer. Comenzaron a moverse juntos, despacio; y al poco, sin control. Y no dejaron de mirarse mientras se absorbían la vida uno al otro. No duró demasiado esta vez, eran muy fuertes las ganas; la ansiedad, el amor, la locura... y juntos vieron el cielo y todas sus estrellas.

Reían sin parar acostados bocarriba uno al lado del otro. Las manos de ambos en su pecho. Las estrellas eran su cubierta mientras la suave luz de los apliques matizaba sus cuerpos desnudos con unos claros oscuros muy atractivos y un toque de erótico misterio. 

—¿Esto acaba de pasar? Juré que tú me rogarías y ahora no puedo creer cuán débil he sido. 

—Aunque te parezca mentira, tu debilidad me ha hecho sentir como un cobarde idiota... ¿o al revés? Ahora lamento no haberlo comenzado yo. 

Las risas volvieron a surcar el aire y casi les hicieron saltar las lágrimas. Cuando se calmaron, Camila fue la primera en voltear su cuerpo y mirarlo. 

—¿Se acabaron el castigo y el enojo? —Preguntó suavemente con coquetería. 

Dereck la observó de pies a cabeza y acabó en sus ojos. 

—Eso depende de lo que ocurra en el futuro— contestó en tono seductor—de cualquier manera tendría que adoptar otro método de castigo pues este no funciona más. 

Camila tomó su mano y la puso en su pecho. 

—¿Escuchas eso? Tú eres el responsable, y sólo tú puedes hacer que se calme. 

Él acarició sus cabellos mojados con la otra mano y deslizó de esta su dedo índice desde el pecho femenino hasta el sur del ombligo provocando un hermoso estremecimiento. 




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