Correr hacia ti

Capítulo 64. La disyuntiva de Camila.

 

—¿Quieres que vayamos a la terraza un rato para relajarnos? —Ella aceptó de buena gana y él fue por una botella de vino tinto y dos copas. Se sentaron allí frente a la inmensidad del firmamento y aspiraron profundamente el aroma de la noche. Cuánta paz.—No quiero estropear este momento pero podrías decirme porqué hay tanta hostilidad entre la señora Andrea y tú? 

—Dereck por favor... no quiero pelear. 

—Y yo menos, pero intento comprender. ¿Ocurrió algo entre ustedes que yo desconozco? 

Camila se encogió de hombros. 

—Me cae mal. —Soltó sacando la lengua. 

—Tú no eres así. Alguna razón debes de tener. Conozco a mi madre y sé que es capaz de haberte dicho algo muy molesto en algún momento. 

—No Dereck—insistió ella tratando de convencerle—mira, tu papá y tu abuelo me caen bien; es una cuestión de percepción y afinidad. 

Dereck levantó la vista un poco irritado. 

—No te creo nada.— Declaró. 

Camila apretó los labios. 

—Entonces pregúntale a ella. No tengo nada más que decir. 

El hombre ahora sí tenía la seguridad de que algo sucedía pero no quiso insistir. Sonrió al pensar lo obstinada que era. Extendió una mano en dirección a ella sin mirarla y le hizo un gesto para que fuera a él. Ella lo hizo sin hacerse de rogar y terminó en sus piernas siendo besada apasionadamente. 

—¿Por qué tienes tanta ropa? —Se quejó él. Rieron y ella se levantó. 

Cuando entraron pegados a la habitación, Dereck la volvió de espaldas y con un brazo rodeando su cuello con firmeza, le comenzó a besar el cuello desde atrás. Esto tuvo la virtud de encenderla y con los labios entreabiertos buscó la pared para sostenerse. Él fue quitándole la ropa hasta tenerla sólo en bragas. Comenzó a rozar su espalda con sus labios ardientes arrancándole gemidos de placer y siguió bajando hasta llegar a aquel lunar. De rodillas y perdido la volvió de frente a él y ya ella no podía más. Para él era tan excitante verla de ese modo... Sin aguardar un segundo más, le sacó las bragas y se metió entre sus piernas palpitantes.

Dereck llegó al bufete y después de dejar a su mujer en su despacho fue hacia el de Eduard. Su amigo no estaba allí y decidió llamarlo. Cuando sacó su teléfono para hacerlo, rumbo a su oficina, lo vio parado en la puerta. 

—Estaba por llamarte. Pasa. —Sin mirarlo, abrió y ambos entraron. —¿Tienes a Sweeney?— Le preguntó haciéndole una seña para que se sentara y Eduard asintió pero estaba demasiado serio.—¿Alguna mala noticia? 

Su amigo abrió su laptop. 

—Te estoy enviando los archivos—dijo— velo por ti mismo. 

Dereck levantó la tapa de su portátil ansioso y recibió el correo. Muy serio se dispuso a abrirlo. Conforme iba leyendo, la expresión de su rostro cambió a un asombro innegable. Levantó la cabeza boquiabierto. 

—¿Muerto? 

—Hace 18 meses. 

—Entonces... ¿quién demonios intentó matarla? 

—Estoy en ello—aseguró Eduard—este tal Jasper era una especie de detective privado pero no tenía licencia y hay algo más que me llama la atención pero cuando lo confirme te lo diré. 

Dereck dio un golpe sobre la mesa. 

—Pensé que lo teníamos. Volvemos al principio... es frustrante. 

—No, al principio no. Sólo tenemos que seguir el hilo. Quien le hizo eso a tu familia tiene que ver con este tipo. Déjame seguir investigando y te diré. Aún tenemos que esperar los resultados de adn para compararlo aunque ya sé que será negativo. Esto es más oscuro de lo que pensaba. ¿Los guardaespaldas que contrataste siguen activos? 

—Por supuesto. Camila no lo sabe pero tanto ella como Dani están siendo protegidos desde afuera. 

—¿Son tipos capaces?

 Dereck sonrió. 

—Un par de ex marines. Especialistas en infiltración y misiones secretas. Si alguien fuera de lo normal los vigila o se les acerca, no podrán escapar. 

—Eso es bueno—dijo Eduard— por eso estás tranquilo. Debes estar pagando un montón entre ellos y los detectives. 

—Eso no tiene importancia. Mi familia lo vale todo, pero además, voy a prescindir de los detectives. Tú eres tan bueno o mejor que ellos y lo haces de gratis.— Dereck sonrió y el rostro de su amigo se iluminó. 

—Der...—carraspeó nervioso—¿puedo hacerte una pregunta? 

—Adelante. 

—¿Me vas a tratar alguna vez como antes?— Dereck lo miró pero no dijo nada—¿volverás a ser mi amigo? Si ya perdonaste a Camila, deber... 

—No es lo mismo— lo cortó—además, Camila me gusta terriblemente—rió y Eduard también— como sea, me sentí traicionado pero ten paciencia, lograré entender que tuviste poderosas razones para no decirme. 

—Nunca fue mi intención hacerte daño, al contrario. 

—Ok Ed, no te preocupes, tú ya sabes cómo soy. Ahora tengo que trabajar. Sigue investigando lo que me dijiste, sí? 

—Claro. 

Su amigo se levantó y salió sin decir más. Dereck se quedó un momento pensativo y entonces se comunicó con su asistente.

Antes del mediodía una señora se sentó frente a Camila en su oficina y procuró sus servicios. Tenía un solo caso no tan complicado y aceptó escucharla. La recepcionista la envió luego de su insistencia para verla sólo a ella. Su historia incluso hizo que Teddy dejara sus papeles y se dedicara a escuchar. Era una cuidadora de niños, el viernes, una menor de 3 años, de las niñas más alegres de su grupo llegó triste, estaba bastante abrigada. De repente la pequeña cayó al suelo y fue a parar al hospital y al revisarla descubrieron en su pequeño cuerpo golpes y hematomas importantes. La madre la acusó por violencia contra ella.

 —Soy inocente abogada... se lo juro... soy una profesional y llevo mas de 30 años haciendo este trabajo, en mi vida le he puesto un dedo encima a ninguno de los niños.

 Teddy y Camila se miraron, la mujer parecía decir la verdad, sería un caso difícil y ya avanzado a favor de la demandante, pero Camila confió en que era inocente y le dijo que si lo era, la ayudaría a demostrarlo. Después de firmar el contrato la mujer se retiró, tenía una citación con la policía por la tarde y Camila acordó encontrarse con ella en la comisaría. 




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