Correr hacia ti

Capítulo 67. Rompecabezas.

 

Mientras los peritos obtenían huellas, Dereck y Eduard conversaban con un detective. Lo más raro de todo era que para poder ingresar al interior de la casa, había que salvar antes los altos muros y burlar la alarma. Beacon Hill contaba con bastante protección y privacidad, no cualquiera podía acceder a sus calles y eso hasta a Eduard lo tenía muy confundido. Los especialistas en escenas de crimen lograron saber el punto por el cual el sujeto entró a la propiedad y encontraron una huella de zapatos factible. En el césped también había evidencia y concretaron en que el invasor fue directamente hacia la cocina y rompió el cristal con algún instrumento pesado. No hallaron ninguna huella dactilar ni nada en el resto de la casa. Todo estaba en orden. Era como si sólo hubiera llegado hasta la cocina para dejar pruebas de su presencia allí. Era inútil buscar algún testigo, las casas eran bastante apartadas y el barrio en extremo tranquilo; habitado por gente de negocios y grandes empresarios que apenas pernoctaban en su hogar. Dereck estaba muy enojado y pensó que ese lugar ya no era seguro para su familia. Eduard tuvo que convencerlo de lo contrario y los investigadores dejaron a dos agentes patrullando afuera. Camila tampoco quería irse y no pensó en asociar este evento con el accidente. Pero era claro que sí tenían que ver. Un ladrón común habría robado, esta persona, en cambio; sólo estaba dejando un mensaje. Eduard concluyó que quien fuera, era alguien que vivía en ese mismo barrio. No era posible, ¿quién podría saber que comprarían una casa allí? Eduard investigó las compras de casas ocurridas después que ellos hicieran la suya, o un posible alquiler pero no halló nada, todo parecía estar en orden. Dereck llamó a los guardaespaldas que trabajaban en secreto para él y los hizo apostar cerca, junto a los otros agentes. 

—Esto se acaba de convertir en un caso de acoso, y Camila es el objetivo.

 Eduard miró a su amigo por encima de sus espejuelos y asintió. 

—Tengo que admitirlo—dijo— se está volviendo peligroso. Tenemos que buscar en el pasado. 

—¡¿Qué pasado?!—Dereck se impacientó— el único del pasado es aquel maldito loco y está preso!—de pronto una idea que no le pareció tan absurda emergió de su cabeza y se volvió a su amigo con el rostro desencajado— Llama ahora mismo a ese sitio y confirma que Rafael Swift continúa ahí. 

—¿Qué se te ha ocurrido? Es imposible que escape, es un centro psiquiátrica de alta seguridad... 

—¡Yo no sé Eduard! ¡Hay que pensar en todo. Tú sólo averigua y listo! 

—Yo sigo pensando que Jasper Sweeney es la clave de todo... 

—Ok, sigue esa línea después de confirmar lo que te pedí. 

Camila apareció en ese momento con café y dio un respingo al escuchar ese nombre nuevamente. ¿Será que tendría que contarle a Dereck acerca de aquella llamada? Pero es que no se había vuelto a repetir y por eso le restó importancia.

Dereck y Eduard tomaron el café. Estaban en el despacho del primero en la segunda planta, eran como las 5 de la tarde y la policía se había ido con sus pocas evidencias a darle curso a la investigación. 

—Ahora mismo te doy respuesta.

 Eduard salió con su teléfono y Dereck se reclinó sobre su escritorio. Camila lo observó un momento y luego se sentó frente a él. Lo dudó por unos minutos. 

—¿Estás bien? 

—Sí, sólo no traigas a Dani. 

—¿Segura que te quieres quedar? 

—Claro, es nuestra casa y sea quien sea no volverá. 

—No sé qué me haría si te sucede algo... 

—Dereck, hay algo que te debo decir... 

Eduard volvió a entrar en ese momento y la interrumpió. 

—Listo, McDowell. Ese tipo sigue allí y peor que nunca—Dereck prestó atención y Camila también— hace aproximadamente dos años hubo un fuego del que jamás se supo la causa aunque todos dicen que fue provocado por él, y se quemó quedando como un monstruo. Está postrado y ni siquiera puede hablar. 

Dereck soltó un suspiro de alivio y Camila se estremeció. Qué triste destino. 

—Quisiera poder decir que lo siento pero no es así— el hombre miró a su mujer— te hizo demasiado daño y me cuesta perdonarlo. Tal vez debería, pero es que ni siquiera pienso en él, sólo ha segado lo que sembró—se volvió a su amigo—sigue entonces la línea que llevas. Quiero respuestas pronto. 

—Me pongo a ello enseguida. Llamaré a Davis y a Kevin y te notifico cualquier avance. Buenas tardes chicos. 

—Te acompaño.

 La pareja dejó a Eduard en la calle y él fue hacia su auto. Dereck vio a los lejos a los agentes que vigilaban junto a sus dos hombres. Entonces abrazó a su mujer. 

—Siento todo esto. Planeamos un día especial y sucede algo así... yo también tengo que ponerme a trabajar. Necesito dar con este tipo a como dé lugar. ¿Hace un rato querías decirme algo? 

Camila levantó el rostro y asintió. 

—Ok, vamos adentro.

 

—¡Pero Camila... ¡¿cómo se te ocurre decirme eso hasta hoy?! —Visiblemente enojado, Dereck se volteó a su esposa que bajó la cabeza. 

—Lo siento, no le di importancia y la llamada no se repitió. 

—¿Te das cuenta de lo que eso significa? Caramba mujer... ¡que eres una abogada!—se acercó y con un dedo le subió el rostro hacia él— ahora me vuelvo a preocupar. ¿Cómo ese tal Sweeney podría saber lo que aquel loco te decía? ¿Y la voz? ¿Realmente te pareció la suya?— Dereck dio unas vueltas— voy a tener que ir yo mismo a Freemont para confirmar que está ahí. 

—No, ya Eduard lo investigó. No es él, pero sí alguien que conoce evidentemente. 

—Tal vez este sujeto ha suplantado la identidad del tal Sweeney y tal vez sólo eran cercanos... pero es que Rafael no encaja aquí en ningún lugar—Dereck se detuvo ante ella— Piensa... ¿este anormal tenía amigos? ¿Conociste a alguien... hubo alguien más en Londres que pueda estar haciendo esto?

 Ella negó. 

—Cuando volví a Londres tenía como 5 meses de embarazo. Sólo regresé allí porque estaba desesperada. No pasó nada. William me consiguió la beca para estudiar Derecho y no tuve jamás ningún incidente con nadie raro ni hice amigos ni cercanos. 




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