-Elia:
Imagina que un día eres una chica normal; de esas que tienen muchos amigos, un novio guapo y popular, una familia feliz y dinero. Parece ser la vida perfecta, ¿verdad? Yo tenía todo eso y quizás más, pero en realidad nunca nada es tan perfecto como quieres creer. Las cosas pueden dar un giro brutal. Eso fue lo que le pasó a Emilia Wytte, o sea, a mí. Mejor no me digas Emilia, llámame Elia.
Supongo que debes de estar preguntándote lo ocurrido, créeme, yo también lo hago. Para contarte mi tragedia personal voy a tener que remontarme un tiempo atrás, dos años exactamente. Era noviembre. El frío se acercaba junto con mi mayoría de edad, pues en ese mes sería una adulta oficialmente. Justo el día de mi cumpleaños, el cuatro de ese mismo mes, comenzó mi fatídica y a la vez maravillosa historia llena de drama y aventuras.
Esa tarde me dirigí andando a la casa de Matt (mi entonces novio) para tratar un tema importante. Recorrí con calma las calles nevadas de Salem, mi ciudad natal. Intentaba centrarme en mi respiración y dejar atrás los nervios que me estaban devorando por dentro. Los copos de nieve teñían de blanco mi ropa invernal. Siempre había disfrutado de días como esos, sin embargo, muy pronto pasarían a convertirse en el principio de mi tormento.
Matt y yo llevábamos saliendo cuatro años, aparentaba ser una relación idílica y de esas que salen en las películas, las que duran toda la vida. Error. Aunque la gente veía eso, la realidad era muy diferente, por lo que iba a su casa con la decisión de terminar nuestro romance. Llevaba semanas con esa idea en mi cabeza, mas solo hasta unas horas antes decidí hacerlo. Si ya no deseaba estar con él, mi deber era decírselo. Incluso sabiendo que no se lo tomaría nada bien, no podía ni quería seguir a su lado. He de admitir que me daba algo de miedo su reacción, mi entonces pareja no era precisamente la persona más estable.
Cuando llegué a su casa llamé al timbre. Él me había prometido que su madre estaría allí, cosa que lograba calmar un poco mis temores. Matt no tardó demasiado en abrir la puerta. De inmediato me choqué con su amplia sonrisa blanca y un pequeño brillo en sus ojos castaños. Su cabello del mismo tono se encontraba despeinado, sus rizos parecían estar bastante enredados y usaba ropa informal. No parecía haberse alistado mucho para celebrar mi gran día, incluso su rostro caucásico estaba ligeramente manchado con algún tipo de alimento.
—Hola, nena. Es genial que ya estés aquí. Pasa, por favor. He preparado algo para tu cumpleaños. —Al oír sus palabras quise protestar, no obstante, solo suspiré y lo miré seriamente.
—Matt, hay algo de lo que quiero hablar contigo. —Mis ojos verdes se clavaron en los suyos, pretendía demostrar seriedad.
—Pues no te quedes ahí, entra. —El chico se apartó para dejarme pasar, cosa que hice de inmediato. Deseaba terminar lo antes posible. Al entrar cerró la puerta y luego me adelantó para avanzar hasta el salón.
La casa de Matt era de las más grandes de la ciudad, después de todo se trataba de la residencia de la alcaldesa. Su familia era importante en nuestra localidad y también tenían mucho dinero, aunque yo no podía quejarme de mi condición social y económica.
— ¿Y tu madre? Me gustaría saludarla — pregunté mientras me quitaba la chaqueta y la dejaba en una percha que había en la entrada, luego lo seguí hasta la otra parte de la casa.
—No está. —Su respuesta me sorprendió, contaba con lo contrario —. Tenemos la casa para nosotros solos. —Al llegar al salón vi que sobre la mesa había una botella de licor y una tarta de chocolate —. ¿No es genial? —No, no lo era.
—No debiste comprar esto, te dije que no quería celebrarlo…
—Bueno, no es que haya sido idea mía. Fue mi madre quien insistió en que lo celebráramos a solas — puse los ojos en blanco mientras Matt servía vino en dos copas de cristal —. No vas a rechazar esto, ¿verdad? —Me tendió una de las bebidas con una sonrisa llena de picardía, enseguida se sentó en el sofá. Agarré lo que me ofreció y tomé asiento a su lado, a continuación, lo dejé sobre la mesita.
—Matt, ya te dije por qué vine. Necesito que hablemos de algo. Escúchame, es importante.
—Podemos hablar después, bebe un poco y divirtámonos, como siempre. —El chico se acercó y me agarró por la cintura. Intenté apartarme, pero Matt no solo me superaba en altura.
—No quiero esto, suéltame — hablé con calma y firmeza. Él me miró con cierta confusión, aun así, hizo caso omiso a mis palabras, apartó mi largo cabello negro y acercó sus labios a mi cuello.
— ¿Sigues enfadada por lo de la otra noche? Ya te pedí perdón, solo olvídalo y déjate llevar. —Matt siguió recorriendo con besos mi piel blanca y suave. Estaba en desacuerdo, con que traté de apartarlo nuevamente.
— ¡No, Matt! No deseo hacer esto, sino terminar. Quiero que nuestra relación acabe aquí y ahora. — Cesó con su acción en cuanto escuchó aquellas palabras salir de mi boca, obviamente no lo esperaba.
— ¿De qué estás hablando? — A pesar de haberse detenido no me soltó ni se alejó, por lo cual intenté separarme, mas fue en vano una vez más.
—Lo que oyes. Ya no quiero estar contigo.
— ¿Es una broma? — Desvié por unos segundos la vista, no tenía el valor de mirarlo.
—No. — Mi respuesta fue tajante y seria —. No estoy bromeando. Matt, esto se acabó. — Sus ojos pasaron del tinte de confusión al de ira. Estaba furioso, era un hecho y eso no era algo bueno.