Coven 1: El despertar.

Capítulo IV

-Caleb:

Vi como Kasper se tomaba la libertad de llevarse a mi bruja sin tener en cuenta su opinión. Agarró su mano y tiró de ella, arrastrándola por el edificio. No me extrañaba su comportamiento, era así con todas las chicas de la academia, al menos fue lo que vimos desde el principio del curso. Siempre andaba detrás de las brujas, sonreía e intentaba ser todo lo amable posible, el problema era que se notaba a leguas su desesperación por obtener un poco de atención del sexo opuesto. Pensaba que siendo agradable y contando algún que otro chiste malo de vez en cuando funcionaría. Por desgracia para él nunca pasaba, ni siquiera el truco del “chico malo”. Su mayor error era sentirse superior al resto de brujos. Por lo que Harding me había comentado en alguna ocasión, provenía de una familia muy conocida, incluso su abuelo fue parte del consejo, puesto nada fácil de conseguir.

Además de lo ya mencionado, constantemente se comportaba de muy mala manera con su guardián. Le aconsejé a Harding contárselo a Luna más de una vez, pero él se negaba. Harding y sus cosas extrañas… Pasar del tema y encerrarte en tu propio mundo no es la solución para todo. Sin embargo, era su elección y yo no podía forzarlo.

Con un suspiro de frustración ante la impotente escena desarrollada frente a mis ojos, solté una única palabra antes de seguirlos. Si Harding evitaba cumplir con su trabajo, yo no seguiría sus pasos, menos en un lugar público. Luna quizás se pasaría por allí con la excusa de verificar si le iba bien el primer día a mi bruja. De no acompañar a la novata tendría serios problemas y no me hacían falta si pretendía terminar mi último año en Coven. Me quedaban unos meses para graduarme, con junio mi época de estudiante llegaría a su fin y debería tomar un camino más adulto. Por ese entonces todavía no estaba convencido de lo que haría al acabar, si no me enlazaba, claro.

Durante mi trayecto a la cafetería escuché unos gritos, se trataba de dos personas discutiendo. De inmediato reconocí a los causantes de tal escándalo, eran nada más y nada menos que la hermana menor de Luna y mi mejor amigo.

— ¡Te he dicho que me dejes en paz! ¿Qué parte de esas palabras no alcanza a comprender tu pequeño cerebro? —Una joven de largo cabello blanco le gritaba a todo pulmón a su guardia.

— ¡Oh, vamos! Solo intento ser amable. —Al ver aquel típico espectáculo decidí acercarme a ellos lentamente. La escena era un tanto graciosa: el guardia le sacaba tres cabezas a la bruja y ella debía ponerse de puntillas para poder mirarlo a los ojos durante la discusión. ¿Quién diría que alguien tan pequeño albergaría tanta mala leche?

—Ya me conozco yo tu amabilidad. Te quiero a cinco metros de mí como mínimo. —En cuanto la bruja de ojos pardos y piel lechosa dijo aquellas palabras, mi amigo se desplazó esa distancia lejos de ella, Samara usó su magia para lograrlo.

— ¡Samara! —A pesar de los gritos de Ethan, la muchacha solo se dio la vuelta y se fue de allí. Con una sonrisa me acerqué a mi amigo de la infancia.

—A ver, ¿qué has hecho ahora, Ethan? —El guardia me dirigió su mirada verde y arregló su cabello azabache mientras caminaba hacia mí. Su rostro blanco estaba un poco sonrojado por el enfado, si hubiese sido un dibujo animado seguramente habría salido humo de sus orejas.

—No le hice nada. Ya sabes que Samara está demente. —Se encogió de hombros y suspiró. Trabajar con esa chica no era sencillo, lo sabía bien debido a que en segundo fue la protegida de Harding, esos dos se pasaban el día peleando. Por otro lado, Samara y Alice llevaban siendo mejores amigas desde el primer curso, ser compañeras de clase fue lo que las unió.

—Sí, claro. Me olvidaba de que San Ethan el virginal, casto y puro jamás causaría que una chica se ofendiera.

— ¡Eh! Todas me adoran… menos Samara. —Ante la vergüenza soltó una risita incómoda.

— En serio, ¿qué le hiciste?

— ¡Nada! Le dije que me gustaba su color de pelo. ¿No te has fijado que se lo ha teñido de blanco? Solamente era un comentario agradable. Intento llevarme bien con mi protegida, ¿sabes? —Era imposible dudar gracias a la fama que se gastaba mi amigo con las chicas. Todas querían salir con él, por desgracia ninguna logró conquistar su corazón. Ethan no quería una relación seria con nadie, le interesaba vivir el momento y seguir adelante sin mirar atrás ni preocuparse por los sentimientos ajenos o los suyos propios.

—Ojalá tengas razón. No me gustaría verte atado a Samara. Hay miles de chicas por ahí. Aun no entiendo como Harding aguantó todo un año a esa loca.

—No fue algo fácil, por fortuna tiene mucha paciencia. Escuchar sus quejas hacia ella durante el curso pasado me ha ayudado mucho. —Sus palabras captaron mi atención.

— ¿Harding te contaba sus problemas? —Ethan asintió con una sonrisa —. Es raro, no parece querer liberarse mucho.

—Supongo que es porque no habéis conectado. Si bien es cierto que no es la persona más charlatana, sí mantiene buenas conversaciones de vez en cuando conmigo, Ezra y Newton. —Se podría decir que Ezra y Newton eran los mejores amigos de Harding, luego estaba Ethan —. No te pongas celoso, Caleb. —No pude evitar reírme ante su comentario.

— ¿Quién crees que soy, tu hermana?

—Estoy seguro de que nadie es más celoso que Alice. —Sí, mi novia es también la hermana de Ethan, son mellizos. Alice es la mayor, nació cinco minutos antes que el chico. Yo soy unos meses menor que ellos. Los tres crecimos prácticamente juntos debido a nuestras familias —. Ahora que me acuerdo, ¿no te habían asignado un brujo o algo así? ¿Lo has conocido ya?




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