Coven 1: El despertar.

Capítulo VII

Mi intención fue agacharme para sujetar a Joseph, mas mi cuerpo tomó una decisión diferente. ¡Quedé en shock! En el momento en que lo vi caer frente a mí, sentí que todo se detenía. Lo único que conseguí hacer fue retroceder en mi mente a los acontecimientos de la noche pasada en la casa de Matt, cuando lo asesiné. Fue como si un botón se activara y los traumas hubiesen sido liberados. Era imposible quitarme esa escena de la cabeza y aquello solo consiguió que me culpara por lo de Joseph. Creí que la maldición con la que cargaba había hecho sus estragos de nuevo, pensaba que yo tenía la responsabilidad de aquella atrocidad, que nuevamente alguien estaba muerto por mi delito. Era una asesina y siempre lo sería, hasta el fin de mis días.

Sin embargo, estaba muy lejos de la realidad. Mi cerebro se abstrajo de lo que ocurría en verdad, yo no era culpable de nada, salvo de haber salido de la academia cuando pude quedarme tranquilamente descansando. ¿Quién me había mandado a mí ir a la condenada fiesta? El local era un verdadero caos. La gente gritaba y trataba de salir. Desconocía lo que los humanos pensaban en ese momento, aunque sin duda temían por sus vidas y las de sus amigos. Un grupo de oscuros entraron violentamente en el lugar, arremetiendo contra los clientes, principalmente los no mágicos. Después de todo, los brujos y guardias sabían defenderse, al contrario que los otros; débiles e inútiles frente a la magia.

-Caleb:

De un momento a otro los oscuros aparecieron en el bar en el que realizaba la fiesta de Alice y Samara. Harding, al igual que yo, notó algo. Por desgracia no nos dimos cuenta a tiempo de lo que estaba por acontecer. Cuando los villanos llegaron lo hicieron a lo grande. Mediante su magia derribaron la puerta junto con una parte de las paredes de la entrada. Fue parecido a una explosión y la gente no tardó en comenzar a gritar. Creían que se trataba de un atentado, un pensamiento lógico para los que viven ajenos a la realidad.

Aquellos seres de la oscuridad comenzaron a atacar sin demora usando hechizos de fuego. Fuertes llamas surgían de sus manos e iban directos hacia la multitud. Se llevaron por delante a algún que otro humano, seguramente también a brujos y guardias que no estaban atentos a lo ocurrido o muy borrachos como para esquivar los ataques. Me acerqué a Elia rápidamente, no sabía la hora exacta, no obstante, aunque ya fuese el toque de queda mi deber era protegerla. Si algo le pasaba estando yo allí, a ver con qué cara llegaba donde Luna. Además, la chica me daba pena. Ella no tenía idea de magia, si no la ayudaba moriría. Por otro lado, la obligación de todo guardia era proteger a los brujos, definitivamente dejar sola a Elia no era una opción que pudiera cavilar.

— ¡Elia! —Ni se inmutó ante mi grito. ¿Fue alcanzada por algún maleficio?

Al acercarme a la novata me di cuenta de la razón. Frente a la chica se encontraba el cadáver de un chico, eso dejaría conmocionado a cualquiera, en especial a una persona que jamás había estado en una situación así. Ninguno de los que estábamos ahí habíamos participado en una batalla de vida o muerte, esa parte se reservaba para los tres meses antes de la graduación. Pese no haber actuado en la realidad, nos entrenaron para reaccionar de la manera correcta ante una emergencia y lograr sobrevivir.

— ¡Elia, muévete! —Ni se inmutó. No me quedó más remedio que agarrarla del brazo derecho. Por suerte, el ataque le había dado a ese pobre humano y no a la bruja. Tras sujetarla tiré de la muchacha hacia abajo, haciendo que ambos cayéramos al suelo. Era el lugar más seguro en ese momento.

—Caleb, ¿estás bien? —Alice apareció junto a mí totalmente preocupada y asustada.

—No te preocupes, sal de aquí cuanto antes.

—No te pienso dejar solo. —Ella se dio cuenta de que la bruja estaba conmigo y puso mala cara —. ¿Qué crees que haces? Ya son las diez, oficialmente no tienes que protegerla.

Sus palabras me enfadaron. ¿Cómo podía actuar así en tales circunstancias? No era momento para un ataque de celos. Preferí no hacer más caso a la chica de ojos verdes y pasé nuevamente a la que era mi protegida. Si alguien necesitaba ayuda allí, era ella. Por lo que Luna me comentó esa mañana, la novata no sabía absolutamente nada de magia, era imposible que se defendiera.

— ¡Elia, escúchame! ¡Tienes que reaccionar! —Intenté que me mirara a los ojos, ya que seguía con la vista clavada en el humano —. ¡Elia! —La sostuve de los hombros y comencé a zarandearla, si quería vivir iba a tener que salir de ese estado.

En clase nos preparaban para todo tipo de escenarios, incluso para algo como aquello, no obstante, una cosa era ser controlado por tu profesor y otra muy diferente estar a punto de morir. Un brujo en esa condición no dudaría mucho. Hasta los más novatos y que no tienen idea de magia prácticamente, se guían por el instinto. Su cuerpo les grita lo que hacer en esas situaciones. Necesitaba que regresara.

—Vamos, chica. Por mucho miedo que tengas, te prometo que no dejaré que te pase nada. ¿Me oyes?

— ¿Qué le pasa? No puede ser que esté tan asustada. —Por muchas ganas que me entraron de gritarle a la pelirroja, me contuve.

—Alice, ella no es como tú, no está preparada para algo así. Si solo vas a estar mirando y criticando es mejor que trates de huir o protejas a los humanos, no son necesarias más muertes. —Ella me iba a responder, sin embargo, Harding nos interrumpió activando su escudo protector, todos los guardias tenemos ese poder.




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