Coven 1: El despertar.

Capítulo IX

-Ezra:

Con el permiso de Luna pude quedarme en la enfermería para cuidar de mi amigo, o al menos para hacerle compañía. Seguro que al despertar le hacía bien ver una cara conocida y hermosa como la mía.

— ¿Tardará mucho? ¿Puede escucharme al menos? — le pregunté a la única enfermera que quedaba allí, la que desde el principio se había ocupado de Harding. La otra debía de encontrarse ya en el comedor de la escuela, necesitarían café para aguantar toda la noche de guardia.

—No sabría decirte el tiempo estimado que tardará el chico en despertar y dudo que pueda oírte, está sedado. Ahora mismo debe de volar entre arcoíris y mariposas. —Solté una fuerte carcajada al escuchar aquello. No me imaginaba al negativo y solitario Harding soñando ese tipo de cosas. La mujer se levantó y caminó hasta la salida.

— ¿Ocurre algo malo?

—Oh, no, no. Tranquilo, regreso enseguida. Voy un momento al baño. —Suspiré tratando de calmarme, mas era imposible no estar preocupado por la salud del cuervo. Ni siquiera era capaz de sacar mi buen humor y mis chistes, no era yo mismo en esos momentos. Harding no era solo un amigo, para mí era mi hermano de otra madre. Cuando nos conocimos hicimos “clic. Hubo una conexión instantánea entre nosotros y eso nos hizo inseparables, por eso me preocupaba tanto por él y deseaba con todas mis fuerzas que estuviera bien.

Eché hacia atrás mi espalda para apoyarme en el respaldo de la silla en la que estaba sentado, luego cerré los ojos para tratar de descansar un poco, al menos ese era el plan. Todo se fue al demonio cuando escuché unos pasos apresurados por el pasillo acercándose a la enfermería. Quizás era otro de mis compañeros de la fiesta. Rápidamente me levanté por si necesitaban ayuda hasta que las enfermeras regresaran.

— ¿Ezra? —Mis ojos se abrieron como platos debido a la impresión que me causó ver allí a Fernando. El guardia estaba parado en la puerta, con la respiración agitada, descalzo y en pijama. No podía creer la escena frente a mí.

— ¿Fernando? ¿Qué haces aquí? Es decir, sé que es una enfermería, pero por lo menos podías haberte puesto unas zapatillas. —El chico me miraba fijamente, no apartaba la vista de mí un solo momento. Permaneció así unos cuantos segundos —. ¿Hola? —Él movió la cabeza hacia los lados y de pronto pareció volver a la realidad.

—Escuché lo ocurrido y vine para ver cómo estabas. —No me esperaba esa frase por su parte.

— ¿Viniste porque estabas preocupado por mí? —Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro. Fernando desvió la mirada.

—Por ti, Harding y Kasper. Me dijeron que Samara os trajo a la enfermería y vine para ver si estabais bien. —Mi sonrisa se esfumó tan rápido como llegó.

—Harding fue herido por proteger a su brujo. Un oscuro lo hirió de gravedad, gracias a Luna está fuera de peligro. Le queda descansar. Kasper permanece inconsciente, creo que Harding cayó sobre él al recibir el impacto. —Reí un poco. No sé si lo hice por nerviosismo o porque de verdad era divertido. Sin importar el motivo, a Fernando no le hizo ni pizca de gracia.

— ¿Cómo se os ocurre hacer algo así? Romper las normas para ir a una fiesta sabiendo lo que actualmente está ocurriendo… ¿En qué diablos estabais pensando, Ezra?

—Bueno, quizás al resto del mundo nos gusta vivir el momento, sin importar el miedo o lo qué dirán por nuestros actos. Puede que a los demás no nos importe si nos juzgan o no.

— ¿De qué estás hablando? Ezra, se trata de vuestra seguridad. ¡Mira a Harding! Él no estaría ahí de no haber hecho esa estupidez. —Al parecer no había pillado la indirecta. Decidí acercarme un poco a él.

—Prefiero morir feliz que vivir siendo toda mi vida un desgraciado, alguien que no deja de preguntarse a sí mismo lo que pasaría si se dejara llevar por lo que su corazón le dicta. —Seguí acercándome sin quitarle la vista de encima. Fernando me evitaba, mas no podía negar la verdad en mis palabras.

—Ya basta. ¿Ni siquiera en momentos como estos puedes dejar tus tonterías?

— ¿Ni siquiera en momentos como estos vas a admitir tus sentimientos? — copié sus palabras. El chico dirigió su vista a mí por primera vez y sentí la conexión de nuestras almas a través de ese contacto distante —. Fernando…—Y ese breve e intenso instante entre los dos se hizo pedazos debido a un fuerte bostezo por parte de uno de los pacientes; Kasper.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿Y los oscuros? ¿Dónde estamos? —El brujo se incorporó en la camilla tocando su cabeza. ¡Se había cargado nuestro momento!

—Estamos en Coven, en la enfermería. Samara te trajo aquí después de que fuiste herido — le expliqué de mala gana. Sus ojos se iluminaron al escucharme.

— ¿Fue Samara? —Asentí —. ¿Ella me trajo porque estaba herido? ¿En serio? ¡Vaya, no sabía que le preocupaba tanto! —No pude evitar borrarle aquella tonta sonrisa cuando tuve oportunidad.

—Silas se lo ordenó. Te trajo tanto a ti como a Harding. — Al terminar de explicarle los hechos intenté retomar mi conversación con Fernando, sin embargo, se había marchado…

— ¿Harding? ¿También a Harding? Pensé que habría huido en medio de la batalla. —Ese niño me estaba cabreando demasiado.

— ¡Ten más respeto por él! Si no fuera por mi amigo estarías bajo tierra. Un brujo oscuro te lanzó un ataque y él se puso en medio para recibirlo por ti. Pudo haber muerto, por suerte Luna actuó a tiempo. Eres un desagradecido. Lo menos que puedes hacer es poner buena cara y darle las gracias a tu guardia cuando despierte. —Kasper bajó la mirada. Por un momento parecía arrepentido, sin embargo, le duró poco el sentimiento y volvió a actuar como siempre:




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