Coven 1: El despertar.

Capítulo XI

El resto del camino a Coven fue incómodo. La tensión entre los dos chicos era palpable. En cuanto llegamos a la academia me despedí de ellos y regresé a la biblioteca. Allí dejé el libro, oculto detrás de la calefacción. Una vez recuperado me trasladé a mi habitación para poder esconderlo. Por suerte Kasper no estaba, así que lo oculté rápidamente, no me interesaba que lo encontrara o me viera con él e hiciera preguntas. Cuando tuviera tiempo me podría a leer el diario.

Las horas pasaron, para mí fue estudiando el libro que Ethan me había dado, ya que también me lo llevé. Mi intención era entender los hechizos lo antes posible. Hasta el momento recordaba los más sencillos y gracias a un par de libros con traducciones a inglés. Me tocaba aprovechar y ponerme poco a poco con el idioma antiguo porque en segundo ya no habría traducciones. Tenía que ponerme al día para aprender de verdad. Además, no era agradable que todos entendieran las clases excepto yo.

Una vez llegó la hora de la cena, Kasper regresó al dormitorio. Por lo visto iría a cenar con su abuelo, se había enterado de los hechos en el bar y quería verlo. ¿Esa noche me tocaría una comida en solitario en el comedor? Esa idea no me desagradaba, sería bueno un poco de soledad para pensar.

Lo de Kasper me hizo caer en la cuenta de que mamá no sabía nada, o al menos eso pensaba. Decidí coger mi teléfono para contarle lo ocurrido. ¿Cuál fue mi sorpresa? Entre un gran número de mensajes se hallaban los suyos. La mañana siguiente la tendría libre y pretendía que desayunáramos juntas porque estaba al tanto de las últimas novedades. Acepté y, cuando iba a dejar mi móvil en su lugar, recibí un nuevo texto; se trataba de Clarise Cooper, la madre de Matt. Tenía varios textos de ella, no solo de ese día:

Miércoles a las 23:30:

Sé que tú eres la culpable de todo. No sé cómo te has librado de la policía, pero me encargaré de que te encierren. ¡Te lo juro!

Jueves a las 10:00:

Más te vale no venir al funeral o te juro que serás tú la que termine bajo tierra.

Jueves a las 15:00:

Veo que no has tenido el valor de dar la cara, no te preocupes. Algún día saldrás de casa.

Jueves a las 20:00:

Tu madre no podrá protegerte siempre, asesina.

Jueves a las 00:00:

Puedes engañar al resto de Salem, mas no a mí. Sé que estuviste en el bar del atentado. Estás perdida, asesina.

Viernes a las 09:00:

¿Has dormido bien, asesina? Yo no. El rostro de mi Matt no me deja dormir… Por tu culpa ahora no es más que una ilusión.

Viernes a las 20:00:

Vas a caer.

Viernes a las 21:00:

¡Asesina! ¿Por qué? Dime por qué le hiciste eso a mi niño… Él te amaba, confiaba en ti…

Ese fue el último mensaje de la alcaldesa. Ella tenía razón, maté a su hijo. El recuerdo me atormentaba a tal grado que me partía el alma y ni siquiera podía pegar ojo. Tampoco olvidé a Joseph, aunque al parecer la gente creía que lo del bar fue cosa de terroristas. Los humanos no tenían idea de la existencia de los brujos oscuros, mucho menos de la magia. Con un suspiro arrojé el teléfono a la cama y salí de mi habitación para dirigirme a la cafetería y así poder cenar de una vez. En tanto preferí tararear una canción de mi grupo, era mejor eso que pensar en lo que había estado pasando en mi vida últimamente, por eso estudiar también era la elección correcta, necesitaba distraerme.

Horas más tarde el comedor se hallaba casi vacío, supuse que era por ser viernes. Cogí una bandeja con comida y me senté en una de las mesas, la que estaba junto a una ventana, era mi lugar favorito para comer, en especial con las bonitas vistas a los jardines bajo la luna. Con el paso de los minutos Camille y Amber se unieron. Las tres hablamos de lo ocurrido con los lobos, todos en la escuela ya lo sabían. Evitando todo lo sucedido ese día y la noche antes, decidimos hablar de otras cosas para pasar una cena normal y agradable. Por ejemplo, me dijeron que, al día siguiente, a pesar del castigo de Luna, las dos irían de compras a Salem. Me invitaron, sin embargo, ya tenía planes con mi madre. Acordamos que iríamos juntas hasta el centro y nos separaríamos. ahí Me hablaron un poco sobre ellas y también acerca de Kasper. Él y un chico llamado Newton, no se llevaban nada bien. Sus familias eran rivales desde hace años, aunque no me explicaron la razón.

Cuando terminamos cada una se fue a su habitación para descansar, mas nuevamente estuve sin dormir estudiando. Me preguntaba cuánto más aguantaría sin pegar ojo. Claramente eso acabaría por afectar a mi rendimiento y salud. Tal vez pudiera hacer uso de la magia para cerrar un rato los ojos…

A la mañana siguiente me levanté de madrugada y fui a darme una ducha. Como Kasper no estaba (seguramente se quedó en casa de su abuelo esa noche) tuve el baño a tiempo completo. Cuando estuve lista me reuní con las chicas en la entrada de la academia y nos pusimos en marcha, preferimos caminar que realizar un hechizo de transporte, ya que aparecer de la nada en el centro de la ciudad no era la mejor idea. Al llegar ahí nos separamos. Ellas se fueron de compras y yo a mi casa, por suerte aún era temprano para madrugar un sábado y no había mucha gente en la calle.




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