Coven 1: El despertar.

Capítulo XII

El sábado pasó sin grandes aspavientos. Ayudé a las chicas a ordenar las cosas que compraron, luego fui a mi dormitorio para comenzar a leer el diario de Ariel. Desgraciadamente Kasper estaba allí, por lo que no pude hacer mucho, solo me cambié de ropa y decidí salir a correr un rato por los jardines de la academia. Eso me ayudaría a despejarme y a no pensar en Martel, al menos hasta la hora de la comida. Me puse mis auriculares y me aislé del mundo. Durante la carrera recordé que no cogí en casa mi guitarra, la próxima vez la traería. Cuando era pequeña mis padres me apuntaron a clases de piano y canto, con el paso de los años pasé a otro instrumento. Fue gracias a eso que, con unos amigos, formé un grupo. Con pesar debía admitir que esos días habían llegado a su fin.

Una vez terminé de ejercitarme fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Kasper seguía allí, así que al salir fuimos juntos a la cafetería para comer. Mientras tanto decidí aprovechar el tiempo.

—Oye, Kasper. —Él me sonrió —. Me enteré de que no te llevas muy bien con un chico llamado Newton. Me dio curiosidad, dijeron que era algo de familia. ¿Puedo preguntar o sería mucha indiscreción? —Mi compañero de habitación guardó silencio por unos breves instantes, luego me respondió:

— La pelea viene desde hace años. El bisabuelo de Newton era un brujo en el consejo, el cual se volvió oscuro. El mío quiso enfrentarlo, este lo asesinó. Tras eso nuestras familias se odian.

—Eso fue hace décadas y no tiene nada que ver con vosotros. ¿No habéis intentado hablar? A lo mejor no sois tan diferentes y os volvéis buenos amigos.

—Desciende de un brujo oscuro. No me junto con ese tipo de gente.

—Kasper, que su bisabuelo haya tomado malas decisiones no lo hace a él mala persona. Deberías de darle una oportunidad.

—No te metas en cosas que no te conciernen. Con esto no pretendo ofenderte, espero que lo entiendas.

—Perdón, no era mi intención molestarte. Es que me parece que han pasado demasiados años y…

—Tú has sido criada como una humana, no tienes idea de la vida en este mundo. Mejor mantente al margen de ese tipo de gente si no quieres problemas. Hazme caso, lo digo por tu bien.

—Claro. —Puse los ojos en blanco y seguí el camino sin decir una sola palabra. Puede que hubiese hablado de algo que no tenía que ver conmigo, pero de ahí a obedecer sus “consejos” había un gran trecho. Si Newton era un buen chico y teníamos la oportunidad de ser amigos, lo seríamos.

Al entrar a la cafetería cogí un plato de pasta, una manzana y una bebida, todo eso lo puse en una bandeja y me senté en una mesa vacía. Kasper hizo lo mismo que yo. Solo quedaba esperar que Amber y Camille aparecieran, no deberían de tardar mucho, la gente ya estaba empezando a llegar.

-Samara:

Me pasé el día entrenando con Alice, pronto sería el torneo y teníamos que estar preparadas, también le servía para no pensar en Caleb. No quiso darme muchos detalles, solamente que él rompió con ella por una chica, detalle que me extrañaba, no era propio de Caleb, aunque Alice era bastante celosa... Por lo que tenía entendido, a Caleb se le asignó una bruja, igual se trataba de eso, lo más probable era que Alice hubiese malinterpretado la situación. Como mi amiga se negó a comer por lo triste que estaba, fui sola al comedor. Por el camino pensé en Harding y la nueva. De verdad que no quería hacerlo, sin embargo, me resultaba imposible. No lograba comprender por qué me dolía tanto que estuvieran saliendo, Harding ni siquiera era importante para mí. ¿Qué me sucedía? Quizás me molestaba porque permanecimos todo un año juntos y de golpe ni nos mirábamos. ¿No me cogió ni un poco de cariño? ¿Tan mal le caía? Miles de preguntas de ese tipo pasaban por mi cabeza, todas con una respuesta: ¿Por qué pensaba en él? Es una pérdida de tiempo.

Me mentalicé en que debía sacarlo de mis pensamientos de una vez, solamente me daba dolores de cabeza. Aquella idea grabada en mi mente se esfumó en tan solo unos segundos cuando vi a la novia de Harding sentada en mi mesa. ¡Mía! Desde el primer día que estuve en Coven me senté ahí con Alice y los demás. Nadie que no fuese amigo mío ocupaba ese lugar… ¡Mucho menos se sentaría en mi sitio la noviecita de Harding, de eso nada! Por un momento fue como si algo me poseyera. Se trataba de mi mal humor, de mi rabia acumulada y… de quizás alguna otra cosa que aún no comprendía. Me acerqué furiosa y me paré frente a ella, justo detrás de Kasper.

— ¡Tú! —La chica miró hacia varias partes, Kasper se giró para verme —. Sí, la nueva. Te estoy hablando a ti.

—Perdón, ¿nos conocemos?

—No. Hasta el momento no has tenido el gusto de conocerme, aunque no estoy muy segura de que te agrade hacerlo.

— ¿Todo bien, Samara?

— ¡No! Nada está bien—le respondí a Kasper —. Esta es mi mesa. Nadie excepto yo o mis amigos se pueden sentar aquí.

—Ah, entiendo. Nunca me habían dicho nada, disculpa. Elia, vamos. —Me crucé de brazos y esperé a que se fueran, no obstante, la chica ni se inmutó.

—Lo siento, ¿puedes decirme en dónde está escrito tu nombre? ¿Tienes algún documento que indica que es de tu propiedad? —Esa niña…

—Elia, no hagas enfadar a Samara. Vamos, hay más mesas.

—Lo sé, por eso no entiendo por qué tengo que irme. Ella puede sentarse en otro lugar.




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