-Harding:
El sábado por la noche recibí un mensaje de mi madre. No solía comunicarse conmigo; a menos que necesitara algo no daba señales de vida. Solamente en el banco aparecía cierta cantidad todos los meses, lo justo para sobrevivir. Al gastar lo mínimo, no podía quejarse al respecto. La famosa Julia Harris se mudó a Salem al poco de entrar mi hermana a la academia. Erin era la favorita (dentro del desprecio que sentía hacia ambos), así que debía estar cerca de su niña bruja. El primer año de Erin en la escuela fue el primero para mí como guardia en prácticas, lo que le dio exactamente igual. Claro, yo no era nada para ella, aunque con el tiempo dejó de molestarme. Sabía de sobra que no era importante para nadie, ni siquiera para mi gemela, que también se fue lejos.
— ¡Eh, Harding! ¿A dónde vas un domingo por la mañana? —Caleb apenas se estaba levantando.
—Temas familiares. —Él asintió y se metió al baño; supuse que iba a prepararse para ir a entrenar un rato. A mí no me gustaba nada ir a visitar a mi madre solo, por lo que le pedí a Ezra que me acompañase. Quedamos en vernos en la salida de la escuela, ergo me dirigí hasta allí. Llevaba toda la noche dándole vueltas al mensaje, no entendía de qué podría querer hablar. ¿Estaría aburrida? Al llegar a la entrada no vi por ninguna parte a mi amigo; no obstante, si me encontré con Newton.
—Buenos días. —Me ofreció un café —. Es irlandés, no me parece muy correcto beber alcohol a estas horas, pero Ezra dijo que lo ibas a necesitar. —Agarré el vaso de plástico y me quedé observando al chico con cierta confusión.
—No lo entiendo. ¿Dónde está Ezra?
—Dijo que tenía cosas muy importantes que hacer hoy, con que me pidió que te acompañara, solo que no me dijo dónde.
—Será cobarde. —Estaba totalmente seguro de que se trataba de una excusa para no ir conmigo—. Anda, vamos. —Le hice un gesto al chico para que me siguiera —. Hoy conocerás a mi madre.
— ¿Por qué eso suena como algo malo? —me preguntó mientras salíamos del recinto.
—Bueno, supongo que tengo que decirte la verdad si vas a venir conmigo. Mi madre es una bruja oscura. —El chico se detuvo en seco al escuchar mi noticia —. Tranquilo, no te hará nada.
—Los brujos oscuros son peligrosos.
—No todos son zombis con capas negras. En realidad, son bastante normales, solo que carecen de emociones. —A lo mejor le mentí un poquito para que se calmara…
—Debe ser duro crecer con alguien así. —Me encogí de hombros.
— ¿Vas a venir?
—Creo que podré aprender hoy más que nunca sobre los oscuros. Si prometes que estaré a salvo, te acompañaré.
—Ya te lo dije, no siempre están en modo psicópata. Los que hacen eso es porque reciben órdenes, cuando no es así andan bastante tranquilos, a menos que los hagas enfadar. Solo sonríe y di a todo que sí, estarás a salvo.
—Ahora entiendo por qué tiene que ser irlandés. —Bajamos la colina a pie, tardamos unos cuantos minutos en llegar a la ciudad. Durante el camino, el chico estuvo callado, seguramente todavía estaba pensando en regresar —. Oye, ¿hace cuánto que tu madre es oscura? ¿Lo sabe alguien más de la escuela?
—Solo Ezra. Sobre lo otro, pues lleva siéndolo desde que mi hermana y yo teníamos unos seis años, al menos que yo sepa.
—Tienes veintiún años, así que haciendo cuentas… Fue después de la gran guerra. ¿Sabes por qué?
—No. No suelo preguntarle esas cosas. En realidad, ni siquiera hablamos mucho. Como te dije, ella no tiene sentimientos. Mi hermana es su favorita porque es una bruja e incluso así no es que la trate muy bien. Soy un guardia, no le sirvo para nada.
—Los brujos oscuros viven equivocados al pensar así. Sin ti, por ejemplo, Kasper hubiese muerto la otra noche. —Quedó callado un momento —. Ahora que lo pienso, ¿tu madre tendría algo que ver con lo que sucedió?
—Es posible.
— ¿Y lo dices así? Harding, esto es peligroso. Te recuerdo que los oscuros nos han declarado la guerra. ¡Puede ser una trampa!
—Lo dudo, no juega así. Si me ha pedido que vaya es porque quiere que haga algo por ella, nada más.
—Insisto en que no deberías ir. Aunque sea tu familia, es una bruja oscura y es peligrosa.
—Es mi madre. —Cuando cumplí cinco años mi padre nos dio un buen golpe. Nos dejó tirados, jamás supimos de él nuevamente. Fue la bruja oscura, quien nos sacó adelante a mí y a mi hermana. Me sentía obligado a correr cuando ella me llamaba, era mi progenitora, le debía la vida y mucho más, a pesar de su maldad y de las cosas horribles que me había hecho.
—De acuerdo, vamos. Cuanto antes lleguemos primero estaremos de regreso en la academia. Al menos si no volvemos, Ezra conoce nuestra ubicación. —Los dos seguimos el camino hasta llegar al final de la ciudad, en una zona no muy bonita. Allí vivía y a unas calles se encontraba su local; una carnicería.
—Es aquí. Dijo que estaría en casa. —Saqué una llave de uno de mis bolsillos y abrí la puerta, al entrar pude notar que estaba perfectamente ordenada, como siempre. Era una obsesiva de la limpieza. El edificio no era muy grande, en realidad no tenía ni dos pisos. Las habitaciones estaban en la misma planta. De todos modos, Erin y yo solo estábamos durante los veranos, y no es que pasáramos ahí mucho tiempo.