Coven 1: El despertar.

Capítulo XVIII

El resto de la tarde pasó muy rápida para mí, estuve todo el tiempo durmiendo debido al cansancio que me provocó el torneo, por lo que no supe nada de nadie durante muchas horas. Cuando llegó el momento de despertarme para arreglarme, ya era de noche. El baile empezaba a las diez, así que con estar en pie a las ocho era más que suficiente. En mi habitación también Alice se estaba arreglando, a pesar de no tener una pareja con quien asistir. Ella estaba decidida a ir, le importaba muy poco si iba sola o no, dijo que no necesitaba a un hombre a su lado para pasarlo en grande, y le haría bien distraerse, de esa manera no pensaría en Caleb. Alice usaba un vestido rojo esa noche, uno que llegaba hasta sus rodillas y que era de tirantes. Su larga melena pelirroja la llevaba suelta, como de costumbre. Yo, en cambio, me recogí el pelo en una coleta alta y me puse un vestido azul a la misma altura que el de ella.

Una vez las dos terminamos de arreglarnos nos tocó hacernos una foto de recuerdo, con la que estaba cayendo no sabíamos si llegaríamos al final del año. Ninguna lo quería pensar, pero sabíamos que la guerra era inminente. Mientras esperaba a Harding, porque habíamos quedado ahí, decidí comentarle a Alice el tema de Erin.

—Creo que Erin estaba hoy en el torneo.

—Eso es imposible, no creo que la dejaran pasar.

—Es una exalumna y hermana de un guardia, igual sí es posible que haya podido entrar.

—Pues bien por ella. —Hizo una mueca —. Pensé que no querías saber nada de Erin.

—Sí, ella nos hizo daño al irse prácticamente sin decir nada y luego no dar señales de vida, aunque eso no significa que no me apetezca ver a mi vieja amiga.

—Sam, a Erin no le importamos nada. Siento que ni su hermano le interesa.

— ¡No digas eso! Sabes que Erin adora a Harding.

—Yo ya no sé nada de ella, para mí es una extraña. Creí que era diferente, pero cuando se fue me demostró que solo se interesa por ella misma.

—Pues a mí me gustaría una explicación sobre lo que sucedió.

—Mira, no quiero hablar más de esto. Me voy al salón de fiestas, ahí nos vemos. —Alice se dirigió a la puerta y la abrió, al hacerlo se topó con Harding, ella ni lo miró, solo se fue. Con un suspiro me crucé de brazos. Mi amiga no estaba de humor por el tema de su ruptura, era mejor no molestarla y dejar que se divirtiera sin pensar en nada.

—Le ha pegado duro lo de Caleb. —Le di una mirada recriminatoria a Harding, quien sorpresivamente estaba bien arreglado. No iba de traje, aun así, iba elegante para ser él.

—No digas eso, Alice está sufriendo. Deberías de ser más atento. —Como era Harding el que estaba allí parado, no esperé cumplido alguno por su parte, solo apagué la luz y salí de la habitación —. Espero que tu compañero de habitación no se presente con una pareja. —Cerré la puerta mientras él se encogía de hombros.

—Que yo sepa irá de servicio, como guardia de Elia. Al menos eso me comentó sin que yo le preguntara. Supongo que no se quiere perder la fiesta y usa a su bruja como excusa.

— ¡Ay, no! Solo espero que Alice no crea otra cosa y monte un espectáculo. No la has visto cuando bebe.

—Prefiero ahorrarme esa imagen. —Los dos caminamos en silencio hasta el lugar en donde se llevaba a cabo la celebración.

La sala de fiestas estuvo en reparaciones por culpa de Harding y Ezra. De alguna manera inexplicable, los dos hicieron explotar el lugar. No los expulsaron de milagro, por suerte ya estaba todo listo y nadie salió herido en su momento.

Al llegar pude apreciar que el sitio estaba exactamente igual que antes. Era sumamente grande, la zona de mayor tamaño de la academia. Parecía el salón de baile de un palacio. Al fondo de la habitación había unas enormes escaleras, de esas que salen en las películas vitorianas. Era tradición que la directora junto a su guardia descendiese por ellas para dar comienzo al baile. Del techo colgaban unas bellas lámparas de cristal que alumbraban cada esquina. En un lado, a la derecha del salón, había varias mesas repletas de comida y bebida. Podías escoger entre tantas cosas que al final no comías nada. Al otro lado había una radio de un tamaño descomunal, la cual emitía la última música del año. ¡Todo era estupendo!

Harding y yo avanzamos hasta la zona de comida, ya que allí se encontraban Newton, Ezra y Fernando. Los tres llevaban traje y se veían geniales.

—Pero si es la segunda mejor pareja de la noche. —Ezra se señaló a sí mismo y a Fernando —. Veo que te has arreglado, Cuervo. Por supuesto, todo gracias a mis consejos. —Harding puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

—Hola, chicos. —Los saludé amablemente, sin embargo, no pude evitar resaltar cierto detalle —. Newton, ¿no tienes pareja?

—Samara…—Harding se metió, mas no le hice caso.

—Bueno, creo que no se me dan bien las chicas. —Sonrió un poco avergonzado. Lo miré y le guiñé un ojo, se me había ocurrido una idea.

— ¡Ya sé! Tengo a la chica perfecta para ti.

—Mejor me voy a comer. —Harding prefirió pasar del tema y desapareció hacia el buffet.

—Yo me hubiese quedado, esto se pone interesante. —Ezra sonreía con picardía.

—Bueno, la chica perfecta para ti es sin duda alguna Elia, la nueva. ¿La conoces?




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