Crepusculo [knj x ksj] |adaptación| #1

4. Libro Abierto [Seokjin]

El día siguiente fue mejor... y peor.

Fue mejor porque no llovió, aunque persistió la nubosidad densa y oscura; y más fácil, porque sabía qué podía esperar del día. Jackson se acercó para sentarse a mi lado durante la clase de Lengua y me acompañó hasta la clase siguiente mientras Youngjae, el que parecía miembro de un club de ajedrez, lo fulminaba con la mirada. Me sentí halagado. Nadie me observaba tanto como el día anterior. Durante el almuerzo me senté con un gran grupo que incluía a Jackson, Youngjae, Mark y otros cuantos cuyos nombres y caras ya recordaba. Empecé a sentirme como si flotara en el agua en vez de ahogarme.

Fue peor porque estaba agotado. El ulular del viento alrededor de la casa no me había dejado dormir. También fue peor porque el Sr. Varner me llamó en la clase de Trigonometría, aun cuando no había levantado la mano, y di una respuesta equivocada. Rayó en lo espantoso porque tuve que jugar al voleibol y la única vez que no me aparté de la trayectoria de la pelota y la golpeé, ésta impactó en la cabeza de un compañero de equipo. Y fue peor porque Jung Namjoon no apareció por la escuela, ni por la mañana ni por la tarde.

Que llegara la hora del almuerzo —y con ella las coléricas miradas de Jung— me estuvo aterrorizando durante toda la mañana. Por un lado, deseaba plantarle cara y exigirle una explicación. Mientras permanecía insomne en la cama llegué a imaginar incluso lo que le diría, pero me conocía demasiado bien para creer que de verdad tendría el coraje de hacerlo. En comparación conmigo, el león cobardica de El mago de Oz era Terminator.

Sin embargo, cuando entré en la cafetería junto a Mark —intenté contenerme y no recorrer la sala con la mirada para buscarle, aunque fracasé estrepitosamente— vi a sus cuatro hermanos, por llamarlos de alguna manera, sentados en la misma mesa, pero él no los acompañaba.

Jackson nos interceptó en el camino y nos desvió hacia su mesa. Mark parecía eufórico por la atención, y sus amigos pronto se reunieron con nosotros. Pero estaba incomodísimo mientras escuchaba su despreocupada conversación, a la espera de que él acudiese. Deseaba que se limitara a ignorarme cuando llegara, y demostrar de ese modo que mis suposiciones eran infundadas.

Pero no llegó, y me fui poniendo más y más tenso conforme pasaba el tiempo.

Cuando al final del almuerzo no se presentó, me dirigí hacia la clase de Biología con más confianza. Jackson, que empezaba a asumir todas las características de los perros golden retriever, me siguió fielmente de camino a clase. Contuve el aliento en la puerta, pero Jung Namjoon tampoco estaba en el aula. Suspiré y me dirigí a mi asiento. Jackson me siguió sin dejar de hablarme de un próximo viaje a la playa y se quedó junto a mi mesa hasta que sonó el timbre. Entonces me sonrió apesadumbrado y se fue a sentar al lado de una chica con un aparato ortopédico en los dientes y una horrenda permanente. Al parecer, iba a tener que hacer algo con Jackson, y no iba a ser fácil. La diplomacia resultaba vital en un pueblecito como éste, donde todos vivían pegados los unos a los otros. Tener tacto no era lo mío, y carecía de experiencia a la hora de tratar con chicos que fueran más amables de la cuenta.

El tener la mesa para mí solo y la ausencia de Namjoon supuso un gran alivio. Me lo repetí hasta la saciedad, pero no lograba quitarme de la cabeza la sospecha de que yo era el motivo de su ausencia. Resultaba ridículo y egotista creer que yo fuera capaz de afectar tanto a alguien. Era imposible. Y aun así la posibilidad de que fuera cierto no dejaba de inquietarme.

Cuando al fin concluyeron las clases y hubo desaparecido mi sonrojo por el incidente del partido de voleibol, me enfundé los vaqueros y un jersey azul marino y me apresuré a salir del vestuario, feliz de esquivar por el momento a mi amigo, el golden retriever. Me dirigí a toda prisa al aparcamiento, ahora atestado de estudiantes que salían a la carrera. Me subí al coche y busqué en mi bolsa para cerciorarme de que tenía todo lo necesario.

La noche pasada había descubierto que Jongsu era incapaz de cocinar otra cosa que huevos fritos y beicon, por lo que le pedí que me dejara encargarme de las comidas mientras durara mi estancia. El se mostró dispuesto a cederme las llaves de la sala de banquetes. También me percaté de que no había comida en casa, por lo que preparé la lista de la compra, tomé el dinero de un jarrón del aparador que llevaba la etiqueta «dinero para la comida» y ahora iba de camino hacia el supermercado Thriftway.

Puse en marcha aquel motor ensordecedor, hice caso omiso a los rostros que se volvieron en mi dirección y di marcha atrás con mucho cuidado al ponerme en la cola de coches que aguardaban para salir del aparcamiento. Mientras esperaba, intenté fingir que era otro coche el que producía tan ensordecedor estruendo. Vi que los dos Jung y los gemelos Min se subían a su coche. El flamante Volvo, por supuesto. Me habían fascinado tanto sus rostros que no había reparado antes en el atuendo; pero ahora que me fijaba, era obvio que todos iban magníficamente vestidos, de forma sencilla, pero con una ropa que parecía hecha por modistos. Con aquella hermosura y gracia de movimientos, podrían llevar harapos y parecer guapos. El tener tanto belleza como dinero era pasarse de la raya, pero hasta donde alcanzaba a comprender, la vida, por lo general, solía ser así. No parecía que la posesión de ambas cosas les hubiera dado cierta aceptación en el pueblo.

No, no creía que fuera de ese modo. En absoluto. Ese aislamiento debía de ser voluntario, no lograba imaginar ninguna puerta cerrada ante tanta belleza.

Contemplaron mi ruidoso monovolumen cuando les pasé, como el resto, pero continué mirando al frente y experimenté un gran alivio cuando estuve fuera del campus.

El Thriftway no estaba muy lejos de la escuela, unas pocas calles más al sur, junto a la carretera. Me sentí muy a gusto dentro del supermercado, me pareció normal. En Gwangju era yo quien hacía la compra, por lo que asumí con gusto el hábito de ocuparme de las tareas familiares. El mercado era lo bastante grande como para que no oyera el tamborileo de la lluvia sobre el tejado y me recordara dónde me encontraba.



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En el texto hay: crepusculo, bts, namjin

Editado: 01.05.2024

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