Mark conducia aún más deprisa que Jongsu, por lo que estuvimos en Busan a eso de las cuatro. Hacía bastante tiempo que no había tenido una salida nocturna solo de amigos; el subidon de testosterona resultó vigorizante. Escuchamos canciones de rock mientras Mark hablaba sobre los chicos con los que solíamos estar. Su cena con Jackson había ido muy bien y esperaba que el sábado por la noche hubieran progresado hasta llegar a la etapa del primer beso. Sonreí para mis adentros, complacido. BamBam estaba feliz de asistir al baile aunque en realidad no le interesaba Yongjae. Mark intento hacerle confesar cuál era su tipo de chico, pero lo nterrumpí con una pregunta sobre trajes poco después, para distraerlo. BamBam me dedico una mirada de agradecimiento.
Busan era una hermosa trampa para turistas, mucho más elegante y encantadora que Ulsan, pero Mark y BamBam la conocían bien, por lo que no planeaban desperdiciar el tiempo en el pintoresco paseo marítimo cerca de la bahía. Mark condujo directamente hasta una de las grandes tiendas de la ciudad, situada a unas pocas calles del área turística de la bahía.
Se había anunciado que el baile sería de media etiqueta y ninguno de nosotros sabía con exactitud qué significaba aquello.
Mark y BamBam parecieron sorprendidos y casi no se lo creyeron cuando les dije que nunca había ido a ningún baile.
— ¿Ni siquiera has tenido un novio ni nada por el estilo? —me preguntó Mark dubitativo mientras cruzábamos las puertas frontales de la tienda.
— De verdad —intentaba convencerlo sin querer confesar mis problemas con el baile—. Nunca he tenido un novio ni nada que se le parezca. No salía mucho en Gwangju.
— ¿Por qué no? —quiso saber Mark.
— Nadie me lo pidió —respondí con franqueza. Parecía escéptico.
— Aquí te lo han pedido —me recordó—, y te has negado.
En ese momento estábamos en la sección de ropa juvenil, examinando las perchas con trajes de gala.
— Bueno, excepto con Kai —me corrigió BamBam con voz suave.
— ¿Perdón? —me quedé boquiabierto—. ¿Qué dices?
— Kai le ha dicho a todo el mundo que te va a llevar al baile de la promoción —me informó Mark con suspicacia.
— ¿Que dice el qué?
Parecía que me estaba ahogando.
— Te dije que no era cierto —susurró BamBam a Mark.
Permanecí callado, aún en estado de shock, que rápidamente se convirtió en irritación. Pero ya habíamos encontrado la sección de trajes y ahora teníamos trabajo por delante.
— Por eso no le caes bien a Kyungsoo —comentó entre risitas Mark mientras toqueteábamos la ropa. Me rechinaron los dientes.
— ¿Crees que Kai dejaría de sentirse culpable si lo atropellara con el monovolumen, que eso le haría perder el interés en disculparse y quedaríamos en paz?
— Puede —Mark se rió con disimulo—, si es que lo está haciendo por ese motivo.
La elección de los trajes no fue larga, pero ambos encontraron unos cuantos que probarse de diferentes modelos y colores. Me senté en una silla baja dentro del probador, junto a los tres paneles del espejo, intentando controlar mi rabia.
Mark se mostraba indeciso entre dos. Uno era un modelo sencillo, el otro, un traje de color azul, con detalles finos.
BamBam eligió un traje color rosa claro cuyos pliegues realzaban su alta figura y resaltaban los tonos dorados de su pelo castaño claro.
Los felicité a ambos con profusión y los ayudé a colocar en las perchas los modelos descartados.
Nos dirigimos a por los zapatos y otros complementos. Me limité a observar y criticar mientras ellos se probaban varios pares, porque, aunque necesitaba unos zapatos nuevos, no estaba de humor para comprarme nada. La tarde noche de chicos siguió a la estela de mi enfado con Kai, que poco a poco fue dejando espacio a la melancolía.
— ¿BamBam? —comencé titubeante mientras el intentaba calzarse un par de zapatos rosas con adornos y la suela alta. Estaba alborozado de tener una cita con un chico lo bastante alto como para poder llevar zapatos con la suela de mas 10 centimetros. Mark se había dirigido hacia el mostrador de la joyería y estábamos los dos solos. Extendió la pierna y torció el tobillo para conseguir la mejor vista posible del zapato. Me acobardé y dije: —Me gustan.
— Creo que me los voy a llevar, aunque sólo van a hacer juego con este traje — musitó.
— Venga, adelante. Están en venta —lo animé.
El sonrió mientras volvía a colocar la tapa de una caja que contenía unos zapatos de color blanco y aspecto más práctico. Lo intenté otra vez.
— Esto... BamBam... —el aludido alzó los ojos con curiosidad.
— ¿Es normal que los Jung falten mucho a clase?
Mantuvo los ojos fijos en los zapatos. Fracasé miserablemente en mi intento de parecer indiferente.
— Sí, cuando el tiempo es bueno agarran las mochilas y se van de excursión varios días, incluso el doctor —me contestó en voz baja y sin dejar de mirar a los zapatos—. Les encanta vivir al aire libre.
No me formuló ni una pregunta en lugar de las miles que hubiera provocado la mía en los labios de Mark. BamBam estaba empezando a caerme realmente bien.
— Vaya.
Zanjé el tema cuando Mark regresó para mostrarnos un diamante de imitación que había encontrado en la joyería a juego con sus zapatos plateados.
Habíamos planeado ir a cenar a un pequeño restaurante italiano junto al paseo marítimo, pero la compra de la ropa nos había llevado menos tiempo del esperado. Mark y BamBam fueron a dejar las compras en el coche y entonces bajamos dando un paseo hacia la bahía. Les dije que me reuniría con ellos en el restaurante en una hora, ya que quería buscar una librería. Ambos se mostraron deseosos de acompañarme, pero los animé a que se divirtieran.
Ignoraban lo mucho que me podía abstraer cuando estaba rodeado de libros, era algo que prefería hacer solo.
Se alejaron del coche charlando animadamente y yo me encaminé en la dirección indicada por Mark. No hubo problema en encontrar la librería, pero no tenían lo que buscaba. Los escaparates estaban llenos de vasos de cristal, atrapasueños y libros sobre sanación espiritual.