Criónica La Venganza De Sara

Capítulo 1 reanimación.

Escribo la contraseña sobre el táctil pegado a la cápsula. Cuando se abren las compuertas, aprecio el lindo rostro de Sara. Tan hermosa como siempre… Aunque duerme por la eternidad no pierdo la esperanza de algún día verla sonreír.

Desde que llegué a los laboratorios Centauros, he estado a cargo de cuidar de esta bella durmiente. A cada uno de los científicos, nos han dado a una persona durmiente. Así los llamamos, tenemos la esperanza de algún día reanimarlos. 

Desde un principio cuando mis ojos la observaron; sentí la necesidad de escuchar su voz, de ver sus ojos y su sonrisa. Algunos de mis compañeros dicen que me he enamorado de un cadáver. Yo digo es verdad.

Me contrataron hace unos seis años cuando estaba desempleado, sin ninguna esperanza de ejercer mi profesión. “Un científico loco”, dijo mi padre cuando me gradué con honores. Cuando llegó a mi vida la oportunidad de trabajar en Centauros, dije que esta era mi oportunidad de demostrarle a mi familia cuanto podía llegar a hacer con mi profesión. 

Desde pequeño, sueño con algún día encontrarle cura a la muerte, esa misma que se llevó a mi madre cuando apenas tenía cinco meses de nacido. Papá me cuido desde ese día en adelante, por eso me juré a mí mismo encontrar la manera de revivir a los muertos, para así nunca perder a las personas que amo. Quiero que cada uno de ellos tenga una segunda oportunidad, siempre y cuando sea lo correcto.

Todos los científicos de Centauros, tenemos el deber de buscarle cura a la muerte. No digo que sea imposible, pero cada día que pasa, con cada intento de mis compañeros fracasar, siempre viene a mí cierta duda, de que mis ojos jamás verán la resurrección de algún durmiente.

Tengo una teoría de como revivir a los durmientes, solo estaba esperando a que los de arriba, aceptaran mi propuesta, la cual ayer por la noche me informaron que fue aprobada. Y no miento, cuando digo, que esto me tiene nervioso. 

Ahora mismo me encuentro cenando, con mi amigo Dave. Nos conocimos en la universidad hace unos años, desde ese momento hemos sido buenos amigos.  

—¿Mañana es el día? ¿Al fin podrás tener en tus brazos a tu bella durmiente? —bromeaba, jugando con el cubierto en sus manos, estamos en un restaurante—. Te imagino como en los cuentos de hadas, tú el príncipe azul que, en vez de darle un beso, le harás un trasplante de órganos.

Continúa riéndose. Dios, las personas nos miran con extrañes. Dave tiene un sentido de humor extraño.

—Tal vez no funcione, no sería la primera vez —tomo una servilleta, limpio mis labios, para después corresponder a mi necesidad de ir al baño.

—No seas negativo — dice—. Mira el lado bueno, al fin podrás ver a Sara fuera de esa cápsula sumida en hielo.

Y tiene razón; todos estos años Sara, no ha sido blanco de experimentos, mañana la sacaremos de ahí para reanimarla. Después de todo, nada se pierde con tratar.

«El tiempo de tus superiores», reprocha mi subconsciente.

Suspiro.

—Todo saldrá bien, confío en este proyecto…

Después ir a hacer mis necesidades, nos dirigimos a mi departamento, dónde Dave se está quedando estos últimos días, debido a su rompimiento con su exnovia Natalie.

Al día siguiente cuando entro a los laboratorios, las miradas de todos mis compañeros, se posan en mí. Todos aquí sabemos lo que pasa si nuestro proyecto fracasa, básicamente desechan el cuerpo de la persona durmiente, como si fuera basura. Y eso es lo que temo, no quiero perder a Sara… durante muchos años la he cuidado como a una reliquia. Ella es como mi compañera de secretos, le cuento todo, sé que parece loco, pero es la única que me escucha sin reproches, ni interrupciones.

Todo el personal opina que Sara entre todos los durmientes, es la más hermosa. La llaman: la princesa que duerme…

—Felicidades, Junior —escucho a Francisco decir detrás de mí. Cuando me vuelvo hacia él le regalo una sonrisa.

—Gracias. ¿Ya están listos? Hablo de… —trato de que me entienda sin tener que decir sus nombres.

Asiente, con una sonrisa afable.

—Los de arriba ya están aquí —confirma.

Con un ligero suspiro, trato de lucir más calmado.

Es hora…

Ingreso a la sala de reanimación y observo por primera vez el cuerpo de Sara, fuera de la cápsula. Ahora mismo se encuentra sumida en una especie de tina, allí descongela su cuerpo con pavor y agua tibia. Seguramente la tienen aquí desde anoche. Me gustaría haber sido yo el que ayudará, pero a los hombres no podemos observar su cuerpo completo. Tiene tubos inyectados en sus venas, por los cuales pasa sangre nueva a su cuerpo. Las enfermeras pasan de un lugar a otro, haciendo lo que ya acostumbran a hacer en este momento. Pero confío en que, está vez verán por primera vez, lo que la ciencia es capaz de a hacer.

Miro a los supervisores, en el observatorio, que se encuentra arriba de nosotros. Todos tienen caras de estar aburridos, básicamente vienen todos los meses a ver a otro científico fracasar.

—Empecemos con los trasplantes —ordeno.

Introducimos en su cuerpo, un nuevo corazón, que se mantiene vivo, con un prototipo fabricado recientemente. Sus nuevos órganos vienen modificados desde los laboratorios, donde trabajé horas con ellos. La capsula con tecnología superior a la de cualquiera en esta época, ha mantenido su cerebro en perfectas condiciones para volver a darle uso.

—Flujo de sangre completo —me informa Eliana, sus manos llenas de sangre, claramente usa guantes.

—Perfecto. ¿Descongelamiento completo? —pregunto.

—Así es —confirma con un leve asentamiento de cabeza.

—Prepara los choques eléctricos, el corazón ya está en su lugar.

Debo aclarar que he fabricado este nuevo corazón con una tecnología traída de la Nasa la cual compré con mi dinero. No sé de dónde sea, pero varios científicos la analizaron y es una locura, si es que me hago a entender. Esta resurrección la dictará este nuevo prototipo el cual llame igual que mi paciente: El prototipo Sara.  




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