Cronicas de lo Oculto

shinshiki

Soy alguien… anormal.

No en el sentido en que los humanos suelen referirse a lo extraño o desconocido, sino en algo mucho más profundo. Mi existencia, al igual que la de mis hermanos, es única, está más allá de la comprensión de cualquier criatura mortal, distinta a todo lo que camina, nada o vuela en este mundo. Acepto con orgullo que somos diferentes. No nos parecemos a ningún otro ser que haya existido o exista. Y, sin embargo, nuestra mera presencia perturba a quienes nos ven, como si fuéramos una aberración.

Es irónico que los mismos que nos temen sean aquellos que más dependen de nosotros.

A lo largo de la historia, hemos sido fundamentales para el equilibrio del mundo. No somos dioses, pero tampoco mortales. No necesitamos devorar almas como los espectros. No bebemos sangre, no tenemos una necesidad primitiva de cazar humanos como los vampiros, aunque algunos han intentado compararnos con ellos. Y, lo más importante… no brillamos bajo la luz del sol.

Porque, sinceramente, ¿quién demonios pensó que los vampiros deberían brillar? Si existieron alguna vez seres así—y lo dudo mucho—, puedo asegurar que no eran más que burdas imitaciones de los que eran realmente unos depredadores elegantes, letales, crueles, y melancólicos o trágicos si quieres… pero nunca una exhibición de luces de feria ambulante.

Pero volviendo a nuestra existencia… No somos demonios, aunque a veces nos llaman así. No nos interesa hacer el mal por el simple placer de hacerlo ni condenar ni coleccionar almas como si fueran trofeos, tampoco tenemos interés en torturar a los vivos por diversión. No somos espíritus, aunque muchos apenas pueden percibirnos, y mucho menos tocarnos.

No seguimos ninguna moral dictada por el bien o el mal. Solo cumplimos con el propósito que nos fue otorgado. No encajamos en ninguna de las razas de este mundo, y eso me enorgullece.

Somos los Ashita, la última frontera entre la vida y la muerte. Cada uno de nosotros tiene un propósito distinto, un aspecto de la existencia que debemos custodiar. No tenemos nombres en el sentido humano de la palabra, pero nuestra madre, nos dio títulos que reflejan nuestra labor.

Nuestra madre y creadora, Janardy, nos dio un propósito desde el inicio de los tiempos: guiar a los muertos a su reino, Orietia, donde todas las almas encuentran su destino final. Un lugar más allá de la comprensión humana, donde los buenos tienen la oportunidad de reencarnar o servir a la Señora, mientras que los que fueron crueles, despiadados o egoístas son condenados al Desierto de la Perdición, un lugar sin tiempo ni redención.

Nuestra madre nos enseñó que la muerte no discrimina. No importa si alguien fue un héroe o un asesino, un genio o un necio, un dios o un demonio, un dragón o un titán… al final, todos enfrentan lo mismo: el vacío de lo desconocido.

"La muerte es igualmente terrible para todos. No hay una muerte particularmente más horrible que otra. Lo aterrador es no saber cuándo será el último suspiro, qué lo causará, qué imagen será la última que verán antes de desaparecer del mundo terrenal… No importa la riqueza, la belleza, la fe o la inteligencia. En el momento en que la muerte llega, todo se vuelve nulo e irrelevante. Y es en ese instante cuando cada alma enfrenta la única verdad universal: que su existencia siempre estuvo atada a un final inevitable."

Recuerdo esas palabras como si las hubiese escuchado ayer.

Por eso partimos de Orietia. Por eso mi tribu se dispersó por el mundo, viajando a cada rincón donde la muerte hiciera su llamado. Nos convertimos en sus heraldos, en sus guardianes, en sus mensajeros.

Y desde el inicio de los tiempos, hemos estado cumpliendo la tarea que nos dio nuestra madre, silenciosos e inevitables. Nos dispersamos por cada rincón donde la muerte se haga presente, sin importar la raza, la creencia o el destino.

Yo personalmente, he visto más de lo que cualquier ser podría soportar.

Reinos levantarse y caer en un abrir y cerrar de ojos. Imperios desmoronarse bajo su propia corrupción. He visto razas enteras extinguirse y otras surgir de las cenizas. He presenciado el declive de los dioses y la arrogancia de los mortales que creyeron poder reemplazarlos. Pero a pesar de todos sus logros, todos los caminos conducen al mismo destino. Y ahí estuvimos nosotros… siempre.

Hace mucho tiempo llegué a una ciudad hermosa. Sus calles eran de mármol blanco, sus torres reflejaban la luz del sol como espejos plateados. Se llamaba Ceyru, la Ciudad Plateada.

Pero mi llegada no era buen augurio. Esta no fue una visita ordinaria. No solemos congregarnos en un mismo lugar sin motivo, pero en Ceyru… llegamos treinta. Esa fue la primera señal. Porque cuando todos los Ashita son convocados a un mismo sitio, significa solo una cosa: extinción.

La última vez que tantos Ashita nos reunimos en un solo lugar, una civilización entera dejó de existir en cuestión de horas. Aquella vez fue por la furia de los dioses. Pero esta vez… esta vez fue diferente, nunca habíamos sentido algo como lo que ocurrió en Ceyru.

Sabíamos que algo iba a pasar. Una advertencia resonaba en el tejido de la existencia. Alguien, en algún lugar, vio el destino de Ceyru antes de que ocurriera. Aún no sé quién fue. Tal vez fue un dios moribundo, o un vidente condenado a conocer el futuro sin poder cambiarlo. Pero sé que alguien vio venir la tragedia… y, aun así, nada pudo detenerla.

Los rumores de una visión fragmentada llegaron hasta nosotros mucho después. Se dice que hubo alguien con un don de omnisapiencia que predijo el evento, pero su poder era inestable, caótico. Vio el desastre, pero no pudo comprenderlo, no pudo evitarlo. Y nosotros… tampoco pudimos.

Estuve allí cuando todo comenzó. Puedo recordar la noche anterior. La ciudad seguía viva, brillante. La gente reía en los mercados, las torres de mármol reflejaban la luz de la luna, las mascotas deambulaban entre los humanos, aún sin saber que sería la última vez. Puedo recordar la mañana del día siguiente. Una sensación pesada en el aire. Algo estaba mal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.