Portal en la cafetería

Comía en la cafetería del campus. Estaba sola en una mesa deleitándose el paladar con la comida carísima que no le llenaba el estómago. Tenía los audífonos puestos y escuchaba música, sin embargo unas cuantas mesas de distancia, estaba una persona que es su amiga; llevaba meses sin hablarle. Sabía qué la chica hablaba de ella, porqué la veía, murmuraba y podía escuchar sus susurros.

Tembló de enojo, no podía dar crédito a las palabras que le cruzaban por los oídos. Perdió el control de sí misma y su instinto, aquel que le hace convertirse en una bestia de ojos azules, despertó.

Saltó hasta la mesa donde yacía la chica, le gruñó enseñándole los colmillos, en ese momento, no le importó que las demás personas que comían en la cafetería le miraran y criticaran.

—¿Cuál es tu problema? —Preguntó con voz ronca. Mientras esperaba la respuesta, la joven la miraba estupefacta. Estaba con los brazos cubriéndose a la defensiva.

La ojiazul, se dio cuenta que algo inusual pasaba frente a sus ojos. Un portal de color azul apareció distorsionando la imagen de su panorama, de él, salieron tres individuos.

Uno tenía el cabello ondulado, color negro y le llegaba debajo de los hombros. Otro, el del medio, traía un sombrero negro, el cabello corto y teñido de rubio, y el tercero, era alto, de cabellos cortos lacios y negros; sin embargo esté último ni siquiera le miraba. A ella le gustaba ese hombre alto; el rubio por su parte, le sonrió y le levantó la ceja.  

—¿Qué hacen aquí? —preguntó molesta.

—Ja, tranquilízate…hemos venido por ti —volvió a levantar la ceja.

—¿Por mí? ¿Estás seguro?

Ella intuía que ese sujeto le coqueteaba. Lo conocía y era la primera vez que lo veía en persona. Aunque nunca se le cruzó por la cabeza qué pudieran viajar de esa forma.

—Así es, será mejor que vengas por voluntad propia, si no quieres que te lleve a la fuerza—le sonrió de lado a lado.

La joven hizo los ojos en blanco y se dejó caer al suelo olvidando a su amiga. Caminó hasta quedar enfrente del rubio.

—Infeliz.