Aún con el cuerpo débil, y descubriendo que había estado inconsciente durante todo un día, volvimos al pueblo.
No hubo realmente festejos por la victoria, y apenas había tiempo para el respeto por los caídos. Aquel pequeño lugar había sufrido demasiado.
Cedwick me llevó a su casa, donde reposé hasta recuperarme casi por completo.
Durante esos dias, las imagenes de Aderubaniyan y nuestra batalla se repetían constantemente en mi cabeza y me atormentaban por la noche, manteniéndome en vigilia hasta que el sol volvía a asomarse.
Durante ese tiempo, Cedwick no tocó el tema de la espada, pero tuve tiempo para reflexionar en lo sucedido y es evidente que ese... "Poder" se activa según mi determinación. De todas formas, aún sabiendo cómo se supone que funciona, no explica por qué esto sucede y mucho menos por qué mi padre la tenía en su poder.
Pensé mucho en regresar a mi casa, con mi padre, contarle lo sucedido y preguntarle cómo había llegado tal artefacto a sus manos.
Tras mucho meditarlo, supe que no lo haría. Todo pasó demasiado rápido, y si regresara a mis tierras me sentiría tentado a no abandonarlas otra vez, y en el fondo de mi pecho podía sentir que mi aventura recién estaba comenzando.
No salí de la casa de Cedwick durante alrededor de una semana, tiempo en el que tampoco se me había mencionado la situación del exterior aún cuando recibía visitas esporádicas de Nayed, ya con una actitud mucho más amable.
Ya hacia el final de ese tiempo, tanto mi cuidador como su nieta por fin me contaron que la noticia de la derrota de Aderubaniyan se extendió como el viento entre los habitantes.
Al salir, pude notar que la gente hablaba en susurros sobre la espada misteriosa y cómo el joven forastero la había utilizado para vencer al monstruo. Al principio, era solo admiración y respeto, pero pronto la admiración se transformó en miedo.
Me percaté de que los aldeanos me miraban con ojos temerosos y murmuraban cuando pasaba. Las conversaciones se detenían abruptamente al entrar en una habitación, y los niños me observaban desde la distancia con expresiones de asombro y miedo.
Nayed, Cedwick y Ospan, que también notaron el cambio en la actitud del pueblo hacia mí, me acompañaron y apoyaron a pesar de los murmullos.
Nayed, con su habitual desdén, simplemente comentó en una ocasión:
- "Desde el principio supe que eras un bicho raro, pero este trato es excesivo."
Cedwick, más comprensivo, sugirió que tal vez era hora de abandonar el pueblo y buscar mi propio camino, cosa que ya había considerado y que me hacía ganar fuerza al escucharlo de su boca
Ospan, que resultó ser el mas protector, en su usual silencio, solo asintió, como si anticipara este giro de los acontecimientos.
Decidí seguir el consejo de Cedwick y preparé mi partida del pueblo. Antes de irme, él se acercó y me entregó una capa con capucha de color morado oscuro.
- Esto te vendrá bien para no llamar la atención en tu viaje - dijo, con una mezcla de preocupación y afecto en su rostro curtido por la experiencia - Has demostrado algo muy especial, que va mas allá de tu debilidad exterior, pero cuídate mucho y recuerda que las decisiones que tomes ahora te forjarán para siempre.
Agradecí profundamente su sabiduría y partí, con la espada cuidadosamente envuelta y escondida bajo la capa. Ni bien había salido de su casa, cuando me encontré con Nayed. Llevaba una bolsa con algunas provisiones en una mano, y en la otra, unas riendas que sostenían a mi preciado caballo.
Sentí una presión en el pecho una vez mas, asombrado por la confusion que ella me causaba y por el aspecto hipnótico de los rizos que bailaban sobre su rostro.
No mediamos palabra. Creo que ya habíamos hablado demasiado y sabíamos que nada de lo que dijéramos sería suficiente.
Mi corazón había quedado aferrado a aquel triste poblado y a su apenada gente, sin embargo, mi presencia sólo sería perjudicial.
Intenté con todas mis fuerzas no voltear mientras cabalgaba hacia el horizonte tal como lo había hecho al abandonar mi hogar, pero al hacerlo, pude ver a Ospan, bajo la sombra de un antiguo avellano en flor, de brazos cruzados y con su habitual aspecto tosco.
Una lágrima recorrió mi mejilla. Comencé a comprender gracias a estos curiosos personajes que una cara o un semblante no son mas que un mero cascarón.
Para mi fortuna, en los pueblos cercanos a los que llegué, nada se hablaba respecto a Aderubaniyan ni una espada misteriosa, por lo que volví a ser un forastero corriente, y tuve tiempo de conocer sobre todas esas tierras y sus costumbres.
Al llegar a un pueblo llamado Idakeje, me encontré con un joven animoso que promocionaba un aparente sitio de descanso, y sin nada que perder, lo acompañé.
Se trataba de unas habitaciones especiales a las que se referían como "sauna", que causaban una sensación de confort y bienestar basadas en vapor de agua que se arrojaba sobre unas piedras calentadas por brasas.
Fue allí cuando otro de los hombres presentes, comenzó a hablar, y la densidad del aire parecía intensificar la gravedad de sus palabras.
Se apoyó en la pared de madera, su mirada cautiva por la danza de las llamas en el centro de la sala, y con una voz cargada de emoción comenzó su relato:
- ¿Han oído hablar de un guerrero imparable que vaga por estos caminos? Un ser envuelto en sombras, ágil como el viento y letal como una serpiente. Aseguran que es capaz de desaparecer entre las sombras y moverse sin ser visto, como un verdadero fantasma.
Las miradas de los hombres se encontraron en un silencio expectante. Algunos asentían con la cabeza, intrigados por la narrativa en curso. Otro, más escéptico, arqueó una ceja, pero su expresión desinteresada se desvaneció cuando el narrador continuó.
- Hay quienes afirman haberse encontrado rodeados por lobos y ladrones, cuando en un parpadeo, este ser aparecía en su rescate, yéndose tan rápido como había llegado, dejando atrás únicamente los cadáveres de sus acechadores. Cuentan historias de sus increíbles habilidades: esquivando flechas con movimientos tan rápidos que parecen danzar al ritmo de la muerte. Se desliza entre los enemigos como una sombra fugaz, y cuando desata su furia, ningún adversario es capaz de resistir.
Editado: 16.10.2024