Un encuentro casual con humanos

¡Oh! Los rayos del Sol se cuelan a través de las copas de los árboles, recreando un hermoso escenario natural donde el verde intenso y diversas tonalidades de marrón tiñen de belleza el bosque.

Algunas hojas caen desde las alturas, deslizándose lentamente hasta llegar al suelo, suelo cubierto de hojas secas, pasto y tierra. Un suave viento hace mecer las ramas de los árboles y las plantas así como los pétalos de algunas coloridas flores.

De pronto el suave murmullo que hacen los árboles al mecerse al son del viento es eclipsado por las melodías de dos turpiales que a través de sus gargantas emiten hermosos silbidos quizá conversando distendidamente en su lenguaje secreto.

Desde cierta altura veo a un grupo de hormigas desplazándose con lentitud sobre la tierra con algunos fragmentos de hojas a cuesta, para luego desaparecer al sumergirse en las entrañas de su hogar. ¡Oh susto!, me elevo de la flor donde descanso, pues veo de soslayo a una lagartija que sigilosamente se acerca… ¡Ay, qué miedo me da!, Por eso asciendo todo lo alto que me permiten mis alas para escapar de ser su alimento…, bato mis alas lo más alto que puedo y ¡vuelo,vuelo,vuelo!... Sin embargo, las ráfagas de viento desvían mi curso llevándome más bien hacia la inmensidad del cielo azul, mas al final, me terminan devolviendo nuevamente hacia las entrañas del bosque que es mi hogar, bosque inmenso y lleno de innumerables secretos.

Sólo sé que existo…, recuerdo que hace mucho salí de las entrañas de algo que no se explicar que era, quizá…¿una crisálida? Sólo sé que aquel evento forma parte de un pasado nebuloso y perdido quizá en algún rincón ¿del universo?…, lo único que comprendo en este instante es que existo, es que estoy vivo, pues siento el viento correr entre mis alas, escucho el cantar de los pájaros, miró los árboles y plantas que me rodean y ahora bato mis alas con fuerza en la búsqueda de una fuente de agua pues tengo sed y también necesito alimentarme.

Después de beber agua en el riachuelo—riachuelo que reverbera mi imagen al completo con ciertas ondulaciones—, la necesidad de alimentarme me ha llevado a posarme sobre un gran flor lila de pétalos suaves, flor que vibra ligeramente al sentir el peso de todo mi cuerpo, entonces procedo a comer silenciosamente, mientras los sonidos del bosque recrean una sinfonía natural en cada rincón. Ya satisfecho reanudo mi vuelo sin detenerme, deleitándome con los sonidos del mecer de las ramas, de las aves cantarinas y el agua del riachuelo.

Mientras vivo mi existencia, noto que el cielo cambia de colores comenzando primero con el azul intenso que luego se torna rojizo para terminar en una oscura noche donde en la inmensidad del dosel brillan preciosas estrellas y la luna hace de farol proyectando claroscuros en la infinitud de este bosque que siempre ha fungido como mi hogar.

Por la noche descanso con mis alas planas encima de mi cuerpo, posado en una suave hoja que me ha ofrecido cobijo y con mis ojos bien abiertos miró todo a mi alrededor con gran detenimiento, también escucho los sonidos nocturnos de la naturaleza que se hacen presentes a medida que avanza la noche, creando una sinfonía llena de matices; el olor a tierra y plantas crean un mágico perfume que es un verdadero elixir para mi sentido olfativo.

Por la mañana me mezclo con algunos compañeros y anhelo eternizar mi especie, por ello copulo placenteramente con un par femenino, para luego pasar juntos un tiempo indefinido quizá para compartir unos momento de solaz y contemplación mientras ella generosamente coloca nuestros huevos y al final nos terminamos separando, ¿volveremos a coincidir nuevamente otra vez?, quizá.

Luego sigo mi vida solitaria, desplegando las alas entre plantas y flores, mas de pronto, me veo sorprendido por el ruido de unos pasos y escucho que una forma de vida emite unos sonidos muy bien articulados:

—Mamá, ¡mira, que bella mariposa!

De pronto, un extraño rostro con lo que parecen ojos inmensos fija su mirada en mí y luego sigue con la mirada mi trayectoria.

—¡Mamá, Mamá…, mira la mariposa, es muy bella, es de color azul, fijate como despliega sus alitas!

Me aparto al sentir unos grandes órganos que intenta asirme, en consecuencia me elevo lo más que puedo en las alturas buscando un refugio, entonces veo a 3 grandes seres que no pertenecen al bosque, 2 son muy grandes y uno es mucho más pequeño. Consigo elevarme hasta una rama y desde una hoja los observo lleno de curiosidad.

—¡Papá, papá!, ¡mira ya la pillé!

—Carmen, es una mariposa muy bonita hijita, tiene unas alas azules impresionantes…

—Si papá es muy linda, me encanta nuestro paseo a la montaña…¡yupi! —giros y saltos sobre el pasto.

—¡Alberto, Carmen, vengan!, conseguí un sitio ideal para que nos sentemos a descansar y podamos merendar.

—Danos un momento cariño, que Carmen está encantada con una mariposa que ha visto, es más, acércate para que la veas, ¡es preciosa!

Estos seres se han acercado muchísimo y de pronto los cuatro nos miramos fijamente, me preguntó inquisitivamente: ¿qué clase de seres son? un breve silencio se hace entre los cuatro mientras me siento contemplado en mi totalidad mas yo también los contemplo…¡uhm! son forasteros, que extraños son…, tienen patas largas, tronco alargado, cabeza redonda, unos …¿ojos como oblicuos? y unos órganos que emiten sonidos…, ¡somos tan distintos! Y aún así hemos coincidido en este instante.

El más grande le dice a los otros dos:

—Qué precioso ejemplar…, caray, ¿qué se sentirá ser mariposa?..., sabes hija el ciclo de vida de una mariposa comienza cuando la mariposa mamá pone sus huevos, de esos huevos nacen las orugas, las orugas se envuelven en sus crisálidas hasta que finalmente renacen como mariposas…, qué curioso ¿no?… ¡por favor mariposita, posa para unas lindas fotos! — click, click, click

Pero…, ¡¿qué hacen?!, ¿qué sonidos y qué luces tan intensas son esas? Y sin embargo ellos me siguen generando curiosidad, no comprendo los sonidos que articulan.