Capitulo 1: El experimento

La lluvia caía incesante sobre la ciudad, creando una sinfonía de gotas que golpeaban los tejados y ventanas. En un pequeño laboratorio ubicado en un sótano olvidado, Alex Harper, un científico de renombre con una mente inquieta, trabajaba frenéticamente en su último experimento. Los tubos de ensayo, cables y equipos electrónicos llenaban cada rincón del lugar, creando un caos ordenado que solo él comprendía.

Alex, con el ceño fruncido y las manos temblorosas, ajustó una vez más el cristalizador temporal, un dispositivo que había pasado años perfeccionando. Sabía que esta noche podría ser decisiva. Si sus cálculos eran correctos, estaba a punto de romper la barrera del tiempo. Sus ojos, cansados pero llenos de determinación, se posaron en una fotografía enmarcada sobre su escritorio. En ella, se veía a su esposa, Emily, y a su hija, Sarah, sonriendo bajo el sol de un verano ya lejano.

"Esto es por ustedes", murmuró Alex, acariciando el marco con ternura.

Tomó aire profundamente y comenzó a introducir los últimos parámetros en la computadora. La pantalla se iluminó con una secuencia de números y gráficos que solo él podía entender. Su corazón latía con fuerza, y un sudor frío le recorría la frente. Ajustó el cristalizador una última vez y, con un chasquido, lo activó.

El dispositivo comenzó a emitir un zumbido creciente, vibrando con una energía que parecía desafiar las leyes de la física. Alex dio un paso atrás, observando con una mezcla de miedo y asombro. De repente, una luz brillante llenó la habitación, obligándolo a entrecerrar los ojos. El aire se volvió pesado, cargado de una electricidad estática que le erizaba la piel.

Entonces, el zumbido cesó abruptamente y la luz se desvaneció, dejando un silencio sepulcral en el laboratorio. Alex abrió los ojos lentamente, mirando alrededor con cautela. Todo parecía estar en su lugar, pero había una sensación extraña en el aire, una especie de tensión que no podía explicar.

Con manos temblorosas, se acercó al cristalizador. Los indicadores mostraban que el experimento había sido un éxito. La energía se había estabilizado y los datos confirmaban lo que Alex había esperado durante tanto tiempo: había creado una brecha temporal.

Sin poder contener la emoción, Alex soltó una risa nerviosa y se dejó caer en una silla. Había logrado lo imposible. Pero mientras su mente comenzaba a comprender las implicaciones de su descubrimiento, una sombra de duda se instaló en su corazón. Viajar en el tiempo significaba enfrentarse a consecuencias inimaginables. ¿Estaba preparado para lo que vendría?

El sonido de una alarma en su computadora lo sacó de sus pensamientos. Un mensaje parpadeaba en la pantalla: "Anomalía detectada". Alex frunció el ceño y comenzó a teclear frenéticamente, intentando identificar la fuente del problema. La anomalía provenía de la propia brecha temporal, una fluctuación que no había anticipado.

De repente, el zumbido volvió, más fuerte y agudo. La luz llenó la habitación una vez más, pero esta vez, era diferente. No era la cálida luminosidad de antes, sino una luz fría y penetrante. Alex sintió un tirón en su pecho, como si algo lo arrastrara hacia la brecha.

Antes de poder reaccionar, la realidad a su alrededor se distorsionó. Los objetos comenzaron a deformarse, alargándose y contrayéndose en un caleidoscopio de colores y formas imposibles. Alex sintió que perdía el equilibrio y, en un parpadeo, el laboratorio desapareció.

El silencio volvió, pero esta vez, estaba en un lugar completamente distinto. Abrió los ojos y se encontró de pie en una calle empedrada, rodeado de edificios antiguos. El aire era fresco y limpio, y el cielo, de un azul profundo, estaba despejado. Había llegado. El experimento había funcionado.

Pero, ¿dónde y cuándo estaba?

Mirando a su alrededor, Alex se dio cuenta de que su viaje en el tiempo no solo había comenzado, sino que también lo había llevado a un lugar que jamás había imaginado. Con un nudo en el estómago y la mente llena de preguntas, supo que su aventura estaba apenas empezando.