Capitulo 2: La Ciudad Desconocida

Alex parpadeó varias veces, intentando asimilar su entorno. Los edificios que lo rodeaban tenían una arquitectura que le resultaba vagamente familiar, pero claramente no pertenecían a su tiempo. Las calles empedradas estaban llenas de gente vestida con ropas de otra época, y el aire estaba cargado con el murmullo de conversaciones y el traqueteo de carruajes.

Intentó no llamar la atención mientras caminaba por la calle, observando todo con asombro. A lo lejos, una torre con un gran reloj dominaba el horizonte, marcando la hora con precisión. "¿Dónde estoy?", pensó Alex, tratando de mantener la calma. No llevaba más que su ropa moderna y un pequeño dispositivo portátil, una versión reducida del cristalizador temporal, que esperaba le ayudaría a regresar.

Se acercó a un puesto de mercado donde una mujer vendía manzanas. Decidido a obtener información, se aclaró la garganta y preguntó en voz baja:

—Disculpe, ¿me podría decir en qué año estamos?

La mujer lo miró con curiosidad, pero respondió amablemente:

—Estamos en el año de nuestro Señor, 1891.

Alex sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había viajado más de un siglo al pasado. Se alejó del puesto con un asentimiento agradecido, intentando no mostrar su conmoción.

Continuó caminando, absorbiendo cada detalle. Tenía que encontrar un lugar seguro donde evaluar su situación y planear su próximo movimiento. Se encontró con una pequeña librería y decidió entrar, esperando encontrar algo de tranquilidad y tal vez algo de información.

El interior de la librería era acogedor, con estanterías llenas de libros antiguos. Un hombre mayor, con gafas y una barba blanca, estaba detrás del mostrador leyendo un libro voluminoso. Al escuchar la campanilla de la puerta, levantó la vista y le sonrió.

—Buenos días, joven. ¿En qué puedo ayudarte?

Alex respondió con una sonrisa forzada.

—Solo estoy mirando, gracias.

Se dirigió a una sección de historia, buscando libros que pudieran darle contexto sobre el periodo en el que se encontraba. Mientras pasaba los dedos por los lomos de los libros, uno llamó su atención: "Acontecimientos Notables del Siglo XIX". Lo sacó de la estantería y comenzó a hojearlo, buscando cualquier pista que pudiera serle útil.

Mientras leía, una voz suave interrumpió sus pensamientos.

—Ese es un buen libro para entender nuestra época.

Alex levantó la vista y vio a una joven de cabellos oscuros y ojos curiosos. Vestía un sencillo vestido azul, y su mirada reflejaba una inteligencia aguda.

—Perdona mi intromisión, mi nombre es Isabel. Trabajo aquí a veces. Pareces... diferente. ¿Eres un investigador o algo así?

Alex dudó por un momento, pero decidió que la verdad, o al menos una parte de ella, podría ser su mejor opción.

—Soy Alex Harper. Podría decirse que estoy investigando... de una manera muy particular.

Isabel sonrió.

—Bueno, Alex Harper, si necesitas ayuda con algo, estaré por aquí.

Agradecido por su amabilidad, Alex asintió y siguió leyendo. La presencia de Isabel era reconfortante de alguna manera, y sabía que en esta época desconocida, cualquier ayuda sería valiosa.

Pasaron las horas y Alex, inmerso en su lectura, comenzó a entender mejor el contexto de su entorno. Pero el tiempo apremiaba, y necesitaba averiguar cómo estabilizar la brecha temporal para regresar a su época. Decidió que debía encontrar un lugar para quedarse y seguir investigando su dispositivo.

Cuando la librería estaba a punto de cerrar, Isabel se acercó nuevamente.

—Parece que tienes mucho en qué pensar. Si necesitas un lugar donde quedarte, mi tía tiene una pensión cercana. Estoy segura de que tendría una habitación para ti.

Alex, sorprendido y aliviado por la oferta, aceptó agradecido. La noche había caído, y la idea de tener un lugar seguro donde dormir y trabajar en su dispositivo le parecía un milagro.

Saliendo de la librería, Alex siguió a Isabel por las calles ahora tranquilas de la ciudad. A medida que caminaban, una nueva determinación se asentaba en su mente. Había logrado viajar en el tiempo, pero ahora debía aprender a controlarlo. Y quizás, solo quizás, esta inesperada estancia en el pasado podría darle las respuestas que tanto buscaba.