Capitulo 4: Descubrimiento y Revelaciones

La luz del sol atravesaba las cortinas de la habitación, iluminando suavemente el rostro de Alex mientras terminaba de escribir la lista de componentes que necesitaba. Isabel observaba con interés, consciente de la importancia del dispositivo para Alex, aunque aún no comprendía completamente su funcionamiento.

—Aquí está, Isabel —dijo Alex, entregándole la lista—. Algunos de estos materiales son un poco inusuales. No estoy seguro de si serán fáciles de encontrar.

Isabel tomó la lista y la examinó con atención.

—No te preocupes. Conozco algunos comerciantes en el mercado que podrían tener lo que necesitas, o al menos algo similar. Déjamelo a mí.

Agradecido, Alex decidió aprovechar el tiempo para explorar más la ciudad y entender mejor el periodo en el que se encontraba. Después de todo, si iba a reparar su dispositivo y estabilizar la brecha temporal, necesitaba conocer bien su entorno.

Las calles estaban llenas de vida mientras caminaba hacia el centro de la ciudad. Vendedores ambulantes ofrecían sus mercancías, y la gente se movía con el ritmo cotidiano de una ciudad en pleno auge. Se detuvo en una esquina, observando una gran plaza donde un grupo de personas se había reunido alrededor de un hombre que hablaba con pasión sobre los avances científicos recientes.

—... y así, señoras y señores, el futuro de nuestra civilización depende de la ciencia y la tecnología. Debemos abrazar estos cambios para prosperar —declaró el orador, levantando una mano enfáticamente.

Alex se acercó, intrigado. El hombre en el centro del grupo era alto y delgado, con un rostro anguloso y ojos brillantes de entusiasmo. Había algo en su porte que inspiraba respeto y curiosidad.

—Disculpe, señor. ¿Quién es ese hombre? —preguntó Alex a un espectador cercano.

—Oh, ese es el profesor Jonathan Clarke. Es un renombrado científico e inventor. Tiene muchas ideas revolucionarias sobre el futuro y la tecnología. Es bastante famoso por aquí.

Alex sintió una chispa de interés. Tal vez el profesor Clarke podría ser una valiosa fuente de información o incluso de ayuda técnica. Decidido a hablar con él, esperó a que la multitud se dispersara. Cuando finalmente tuvo la oportunidad, se acercó al profesor.

—Profesor Clarke, me llamo Alex Harper. Escuché su discurso y estoy muy impresionado por sus ideas. Me preguntaba si podría tener un momento para hablar con usted sobre un proyecto en el que estoy trabajando.

El profesor Clarke lo miró con curiosidad y luego sonrió amablemente.

—Por supuesto, señor Harper. Siempre estoy dispuesto a hablar con alguien interesado en la ciencia. Acompáñeme, por favor. Podemos conversar más cómodamente en mi oficina.

Alex siguió al profesor por las calles hasta llegar a un edificio elegante con grandes ventanas y una puerta de madera maciza. La oficina del profesor Clarke estaba llena de libros, mapas y modelos de diversos inventos. Se respiraba un aire de innovación y creatividad.

—Siéntese, por favor —dijo Clarke, indicando una silla junto a un escritorio abarrotado de papeles—. Entonces, dígame, ¿en qué está trabajando?

Alex sacó el pequeño cristalizador temporal de su bolsa y lo colocó sobre el escritorio.

—Es un dispositivo de viaje en el tiempo. Sé que suena increíble, pero he logrado abrir una brecha temporal y viajar aquí desde el futuro. Sin embargo, necesito ciertos materiales para estabilizarlo y poder regresar.

El profesor Clarke lo observó con una mezcla de asombro y escepticismo.

—Interesante... muy interesante. Viaje en el tiempo, dice. ¿Podría explicarme más sobre su funcionamiento?

Alex pasó la siguiente hora explicando los principios básicos detrás del cristalizador temporal, desde las teorías hasta los componentes necesarios. Clarke escuchaba atentamente, haciendo preguntas perspicaces y anotando detalles en un cuaderno.

—Debo admitir, señor Harper, que sus ideas son fascinantes y, aunque parecen adelantadas a nuestro tiempo, no son del todo imposibles. Estoy dispuesto a ayudarle, aunque necesitaré ver el dispositivo en funcionamiento para comprender mejor sus necesidades.

Alex asintió, sintiéndose más esperanzado que nunca.

—Gracias, profesor Clarke. Cualquier ayuda será invaluable.

Mientras continuaban discutiendo los detalles técnicos, Isabel apareció en la puerta, llevando una bolsa llena de los materiales que Alex había solicitado.

—Aquí tienes, Alex. Encontré casi todo lo que pediste. Fue un poco complicado, pero lo logré.

Alex tomó la bolsa y revisó su contenido con alivio.

—Gracias, Isabel. Has hecho un trabajo increíble.

El profesor Clarke se acercó para examinar los materiales.

—Muy bien, señor Harper. Con estos componentes y algo de tiempo, creo que podríamos hacer algunos avances importantes.

Durante los siguientes días, Alex, Isabel y el profesor Clarke trabajaron incansablemente en el laboratorio del profesor. Ajustaron, probaron y mejoraron el cristalizador temporal, enfrentándose a numerosos desafíos técnicos. La dedicación y la colaboración del grupo comenzaron a dar frutos, y el dispositivo mostraba signos de estabilización.

Una noche, después de una larga sesión de trabajo, Alex se quedó solo en el laboratorio, observando el cristalizador brillar suavemente en la oscuridad. Pensó en su familia y en lo cerca que estaba de regresar a ellos. Pero también sabía que había formado un vínculo especial con Isabel y Clarke, personas que habían creído en él y lo habían ayudado cuando más lo necesitaba.

Mientras contemplaba su situación, la puerta del laboratorio se abrió y Isabel entró silenciosamente.

—Alex, solo quería decirte que ha sido un honor trabajar contigo. No sé qué harás cuando esto funcione, pero quiero que sepas que aquí siempre tendrás amigos.

Alex sonrió, sintiendo una mezcla de gratitud y tristeza.

—Gracias, Isabel. Nunca olvidaré lo que tú y el profesor Clarke han hecho por mí. Y si todo va bien, espero poder regresar para contarles todo.