Caroline.
¿Que se supone que haría ahora?, todos mis sueños se habían ido por un tubo gracias a la persona en quien más confiaba. Años de esfuerzo para que alguien sin escrúpulos me haya arrebatado el sueño que tenía desde pequeña.
-Lo lamento señorita. Pero nunca han hecho ningún trato conmigo, aún sigue en venta este local.
-Debe haber un error...quizás él hablo directamente con el dueño...quizás...quizás...
Aun tenia grabada la mirada lastimosa de aquella señora que había resultado ser la dueña del local de mis sueños, el local que se suponía que hoy seria mío y pondría en marcha el sueño de mi vida, pero aquel sueño de niñez me lo había arrebatado la persona que se decía ser mi Padre, había confiado en él, le había confiado mis ahorros y resulte siendo estafada por el hombre a quien más amaba y confiaba en la vida. ¿Ahora qué haría?
-Ten, esto te ayudara a calmarte.
Con mis manos aun temblorosas tome la taza de chocolate caliente que una de mis amigas me había brindado. Luego de enterarme esta mañana de la fatídica noticia había llamado a mis dos amigas llorando, casi sin poder explicarles bien la situación, ellas dejaron sus lugares de trabajo para salir en mi ayuda y ahora nos encontrábamos en el departamento que compartíamos desde hace tres años, ambas sentadas en la alfombra frente a mi mientras yo estaba en el sofá con la mirada perdida y mi rostro inundado en lágrimas. Y mi pregunta se repetía por milésima vez en mi mente... ¿Qué hare ahora?
- ¿Has hablado con tu mamá? - pregunto suavemente Nicolle, una de mis amigas; una chica de mediana estatura, piel canela pasión, cabello oscuro y largo hasta la cintura con pequeñas ondas, unos ojos oscuros y profundos que podían leer tu mente y alma con una simple mirada. No por nada fue una de las mejores alumnas de psicología de su generación.
Finalmente asentí lentamente mientras llevaba la taza de Stitch a mis labios y luego respondí:
-Ella se niega a creer que él me haya hecho algo así. Dice que quizás perdí el dinero y no recuerdo como- susurre con una mezcla de rabia y tristeza- también dijo que se había ido hace unos días de viaje de "negocios".
-Maldito bastardo hijo de su puta madre- maldijo mi otra amiga, Kelly; una chica de baja estatura, una piel tersa que no era ni muy clara pero tampoco muy oscura, ojos marrones como aceitunas y cabello actualmente pintado de color violeta. Que no les engañe su baja estatura porque es alguien de temer, delicada para la danza...pero una boca de camionero.
- ¿Ahora que hare? - mis ojos volvieron a arder y las lágrimas a salir sin parar nuevamente- nueve malditos años tirados por la borda, nuevo putos años sacrificándome entre estudios y trabajo para esto y...-mordí mi labio con rabia sintiendo el sabor metálico de la sangre.
- ¿Cómo que harás? - Nicolle se puso de pie y sentó a mi lado- primero que todo te secaras esas lágrimas y luego te pondrás de pie y seguirás adelante. Este no es el final de tu sueño amiga, es solo un obstáculo que juntas venceremos.
-Aunque a veces tus frasecitas de psicóloga me apesten, la loca esta tiene razón- Kelly se puso de pie y se sentó a mi lado derecho, quedando entre ambas primas- no es el final, mírame me ha costado sangre y sudor llegar a donde estoy y con cero apoyo de mi familia, pero ustedes siempre estuvieron allí y ahora es nuestro turno, juntas veremos cómo solucionar toda esta mierda.
Ambas morochas me rodearon con sus brazos brindándome el más sincero y puro abrazo que tanto necesitaba en estos momentos.
-Así que...ahora la primera solución que propongo es...-Kelly se puso de pie y camino hasta la cocina y en segundos volvió con tres botellas de cerveza- emborracharnos hasta que encontremos otra solución más coherente.
y así una tras otra cerveza termine ahogando mi rabia y tristeza que luego fue reemplazada en risas interminables y con tres cuerpos borrachos.
~...~
Mis congelados pies terminaron despertándome, con torpeza me senté y tras pestañear un par de veces logré identificar el lugar donde estaba: en la alfombra del living del departamento y a mi lado dos cuerpos durmiendo plácidamente con una botella en sus manos. Anoche bebimos más de la cuenta y hoy pagaríamos por aquel error. Mire el reloj de la pared de al fondo y marcaban las diez con quince minutos, era temprano aun al menos para mí. Un sonido bastante molesto para mis oídos en estos momentos de borrachera taladro mi cabeza y escuche como Kelly gruñía a mi lado causándome gracia, el celular de Nicolle estaba sonando como loco y la morocha no tenía ninguna intención de mover su cuerpo y callar ese molesto ruido.
-¡Joder! Calla esa puta cosa- gruño Kelly.
Y como un resorte Nicolle se paró y atendió la llamada, note como sus ojos se abrían a tope y maldecía por lo bajo, le dio unas indicaciones a la persona con quien hablaba y luego corto la llamada.
-Ultima vez que bebo entre semana- susurro para luego volver a acomodarse en la alfombra y seguir durmiendo.
Con mi cuerpo adolorido por haber dormido en el suelo, me puse de pie y camine hasta mi cuarto, donde tome ropa interior, ropa casual para andar en casa y luego me dirigí hasta el baño para darme una ducha, donde allí me volví a derrumbar al recordar lo sucedido el día anterior, mis lágrimas se mezclaban con la lluvia artificial. Luego de unos eternos y relajantes treinta minutos salí de la ducha y envolví mi cuerpo con una toalla mientras que con otra me secaba levemente mi cabello, me mire en el espejo empañado con el vapor del baño y tras pasar mi mano por el gran espejo me contemple en él, mis ojos levemente hinchados y con unas ojeras más que notorias. Al ser mi piel blanca aquellas ojeras se marcaban con mayor intensidad. Terminé enrollando mi rojo cabello en una toalla y finalmente me dirigí hasta mi habitación donde en mi cama se encontraba la ropa que previamente había sacado, una vez seca y vestida fui hasta la cocina donde dos cuerpos somnolientos estaban sentados en la isla tomando una taza de café.