Benja me destella la Número Siete la Adorable Sonrisa Infanti de su arsenal personal de sonrisas letales.
—Sé que piensas que esto es una fantasía caliente, pero de
verdad estoy aquí —dice debajo de la visera de su gorra de béisbol de los Yankees (su sosa idea de ir de incógnito, y sin embargo extrañamente, funciona)
—Yo… ¿qué demonios estás haciendo aquí? —Finalmente logro chillar contra él.
—No respondías a ninguno de tus mensajes de texto. —Su sonrisa se transforma en un ceño acusador, y apoya un codo contra la jamba de la puerta.
— Así que vine a ver qué pasa. Entonces, ¿qué pasa? ¿Me invitarás a entrar, o no?
Mi mano agarra el pomo de la puerta. Por una fracción de segundo, contemplo cerrar la puerta en su rostro, y volver arriba. Suspiro.
—Entra. —Me rindo, haciendo un gesto con un rápido movimiento de mi mano.
Se desliza por delante de mí con una triunfante sonrisa. Doy un rápido vistazo para asegurarme de que nadie ha sido testigo de su llegada. Aparte de un solitario pájaro cantor, y un par de estúpidas ardillas retorciéndose alrededor del césped, no hay señales de vida delante de la casa.
Vagamente registro la presencia de una gran camioneta negra
estacionada junto a mi pequeño Scion plateado.
Cierro la puerta y me giro hacia Benja, que está mirando alrededor de la casa de Ellen con evidente interés.
—Bonito lugar —dice, husmeando en la cocina.
—Sí. ¿Qué le pasó a tu ojo? —Señalo los desvanecidos moretones alrededor de su ojo derecho.
—Ah. —Sacude su cabeza ligeramente, riéndose entre dientes
— ¿Sabes esos tiburones de los que hablamos? Resulta que uno de ellos tiene un muy buen gancho de derecha.
Solo pongo mis ojos en blanco. Benja siempre está cubierto de raspones y moretones. He aprendido a no preocuparme a menos que algo esté roto o con contusión.
—Sin embargo, en serio —empiezo—¿Qué estás haciendo aquí?
Detiene su inquieto merodeo y se para delante de mí, inclinándose contra el respaldo del sofá con sus brazos cruzados. Me da un pequeño encogimiento de hombros, estudiando mi rostro.
—Estás atrapada en una situación de mierda en este momento. Pensé que podrías necesitar nuestro apoyo. Después de todo, siempre estás ahí para mí.
—Eso es porque me pagas para estarlo —respondo claramente.
—Bueno, entonces considérate afortunada porque soy todo tuyo, gratis. —Ofrece sus brazos en un gesto de “tomen mi gloria, perras”.
Lo miro, consternada.
—¿Por cuánto tiempo?
—El tiempo que sea necesario. No tengo prisa. Además, creo que me gustará estar aquí.
Me siento desmayar.
—Oh, no.
No es que no aprecie el sentimiento, porque muy, muy en el fondo lo hago, pero Benja estando aquí es en serio desastroso. Además del hecho de que todos aquí piensan que estamos juntos, yo, puf, ¡es simplemente extraño! Soy de esas personas que mantienen diferentes facetas de sus vidas en separados y distintos compartimentos. No me gusta que esas partes se
intersecten. Vicky de L.A. y Vicky de Oregon son dos animales completamente diferentes. Mi vida laboral y familiar nunca deberían mezclarse. Es como ver a tu profesor en un raro club de striptease. No sabré cuál debo ser.
El mundo inclinará su eje y colapsará. Me volveré espástica y salvaje.
Todos esos pensamientos de pánico corren por mi cabeza a una velocidad vertiginosa cuando algo terrible pasa. Ellen de repente aparece.
Está ahogando un bostezo y viendo a Benja con respetuosa curiosidad.
Entonces parpadea, y el reconocimiento atraviesa sus rasgos. Sus ojos se ensanchan.
—Antas pelotas —jadea—¡Eres Benjamín Greyson! Benja se endereza, inmediatamente entrando en su modo de conocer
y saludar de celebridad. Muestra su más encantadora sonrisa.
—Hola. Debes ser Ellen. Siento presentarme de esta manera.
Ellen realmente se ríe con nerviosismo, envolviendo conscientemente
su andrajosa bata más firmemente a su alrededor.
—Para nada. Cualquier novio de Vicky es bienvenido a mi casa en cualquier momento.
Maldita sea.Las cejas de Luke se elevan ante eso.
—¿No…?
Corto con una risa nerviosa.
—En realidad, Benja se estaba yendo. Solo se detuvo a saludar en su camino de regreso a L.A. ¿No fue amable de su parte? Pero de verdad tiene que irse ahora. —Lo miro con advertencia.
—Oh, mierda. —Ellen hace un puchero, obviamente estando
decepcionada.
—Tengo tantas preguntas que hacerte. Creo que es mi
deber sonsacarte por información porque esta… —aquí, me señala—es como un libro cerrado sobre el tema. Me encantaría escuchar todo sobre cómo se enamoraron.
—¿Sí? —Benja ahora me está mirando, y no me gusta la sonrisa que está empezando a formarse en su perfecto rostro, o el peligroso destello en sus ojos verde y dorado.
— Es un infierno de historia. ¿Te importa contarla,Vicky?
Me rio de nuevo.
—Ni aunque empujes un ardiente atizador por mi trasero.
—¡Vicky! —regaña Ellen, pero también se ríe, ya dirigiéndose a la cocina, sin duda para empezar su tarro de café matutino.
Mientras está de espaldas, trato de comunicarme silenciosamente con Benja con frenéticas expresiones y amenazadores gestos de mano. Él se ve completamente divertido ahora, con comprensión empezando a iluminarse
en su rostro. Astuto, lo es, a pesar de todos los golpes en la cabeza que ha recibido a través de los años.
Ignorándome, sigue a Ellen, sin duda en una misión de investigación.
Estoy tan molesta y nerviosa que no puedo seguir para nada lo que están diciendo. Creo que Ellen lo está felicitando por su primer papel que lo lanzó al estrellato, pero no puedo comprender mucho de ello debido a mi actual ataque de pánico. ¡Ni siquiera puedo recordar cómo respirar en este
momento!
—Entonces, ehm, Benjamín—empieza Ellen, tímidamente usando su primer nombre después de que él insiste—¿Cuáles son exactamente tus intensiones hacia mi nieta, aquí?
Benja me da un vistazo, sonriendo con maldad.
—Bueno, me alegra que hayas preguntado eso, Ellen —dice
arrastrando las palabras.
Salto en acción. Agarro un brownie de una bandeja en la encimera y prácticamente aplasto un cuadrado entero en la boca de Benja.
—Prueba estos. Son deliciosos.
Mientras Benja se ahoga con ese pedazo de intoxicación alimentaria, me giro hacia Ellen con una tranquila sonrisa.
»¿Oye, Ellen? ¿Te importa si le muestro a Benja el resto de la casa antes de que se tenga que ir? Realmente le encantaría verla. ¿Verdad, Benja?
Benja tose roncamente, golpeando su pecho con un puño como si intentara desalojar algo.
—Sí, definitivamente —murmura.
Ellen toma un pequeño sorbo de su café.
—Ustedes dos continúen —dice con un movimiento de mano—. Yo todavía estoy tratando de despertar totalmente.
Agarro la mano de Benja y rápidamente lo conduzco a las escaleras.
Me deja arrastrarlo, quejándose en voz baja.
—¿Qué demonios acabas de meter en mi boca? —gruñe—. Sabe a tierra.