Cruzada de sangre

Capítulo 2

Las circunstancias de la vida a veces nos llevan a situaciones inesperadas, dolorosas que incluso amenazan con ahogarnos dentro de la vesania de nuestra mente sobre todo cuando nos encontramos ante hechos que no tienen sentido. No recuerdo si pasaron horas o solo minutos hasta que abrí los ojos, el dolor se había ido completamente, pero el miedo a lo que pasaba me obligó a quedarme inmóvil antes de osar a intentar levantarme. Mis ojos se detuvieron en el dosel de la cama, cuyas telas de color rojizo oscuro se afirman a los pilares de maderas tallados como si se tratara de rosas que suben perdiéndose en las alturas. Me senté tocándome el pecho, esperanzada de que todo aquel padecimiento haya sido solo imaginación mía, pero el dolor sigue latente en mis recuerdos, además las heridas que hay en mis brazos, producto de los arañazos que me había provocado por la desesperación de apaciguar el tormento que había estado padeciendo, siguen ahí, aunque me parece que están sanando con una rapidez inusual.

 

Mi corazón ya no late, y aquello es un duro golpe a mi cordura siento como poco a poco un calor ardiente sube hacia mi cabeza instándome a gritar sin creer lo que está pasando, pero el miedo a que descubran que he despertado me obligó a cubrir mis labios aun ante la necesidad de llorar a gritos.

 

Pero no puedo evitar que mis lágrimas escapen, huyendo por mis mejillas y perdiéndose en las oscuras mantas de la cama. Las manos con que cubro mi boca empiezan a temblar inevitablemente y comencé a sollozar de una forma como nunca lo había hecho, sin ya poder retener mis quejidos que los dejo fluir con libertad llevando mis manos a mis cabellos y enredándose en ellos angustiadamente, indiferente al dolor físico que me provoco.

 

Acallé mis gritos con miedo de que aquellos hombres aparecieran al sentir mis lamentos. Tragué aire espantada ante lo que vendrá, de lo que me espera ahora que mi corazón yace muerto dentro de mi pecho, esto provoca que la congoja se apodere aun más de mi haciendo que ante el menor ruido me sobresalte. Así que vuelvo a cubrir mi boca no solo con mis manos, sino que también con las mantas de la cama.

 

Mi vida ha dado un vuelco desagradable hacia una existencia propia de la cual aún dudo, me aferro a que todo se trata de un sueño y que todo esto no es más que un juego de mi mente adormecida. Repase mentalmente lo que había pasado ese día. Había sido atacada por un joven enloquecido, supuestamente hermano de un compañero de clase, él cual llevaba días sin asistir. ¡Maldita sea! nada de esto tiene lógica, es como estar encerrada en la locura de un mundo oscuro que no debería existir y cuyos límites debían ser los libros y las películas.

 

Me sequé las lágrimas, de tanto llorar mis ojos parecieron secarse. Con suavidad puse un pie sobre el piso, esperando hacer el menor sonido posible. Las tablas del suelo parecieron quejarse al colocar mi otro pie y levantarme de la cama. Me quede quieta atenta a cualquier ruido que pudiera alertarme. El silencio parece reinar, no solo en esta habitación, sino que además en toda la casa. Di unos cuantos pasos más hasta estar cerca de la ventana en la que una oscura cortina la cubría. Mi idea es asomarme y ver si hay alguien a quien pudiera hacerle señas y me pudiera salvar de este "secuestro" porque sigo afirmándome de esta idea para evitar que la insania siga martirizándome. Abrí las cortinas para solo darme cuenta de que un extenso jardín hay frente a este lugar sin que pueda ver a otro ser a quien pedirle auxilio. El Sol entró a la habitación tocándome con su calidez, aunque aquella agradable sensación luego se volvió un tormento, y el dolor y olor a carne quemada hizo que mi atención se volcara hacía mi brazo, cuya piel quemada y abierta deja a la vista la carne al rojo vivo. Di un gritó ante el padecimiento que estoy sufriendo y la imagen horrible de ver como la piel y carne de mi brazo reaccionan como si estuvieran puesto sobre una parrilla de carbón.

 

El hombre, causante de mi calvario, entró corriendo a la habitación y al verme arrugó el ceño sacándose con rapidez la chaqueta que tenía encima, cubriéndome con ella y lanzándome al suelo violentamente, mientras que Cristóbal sin dejar que el Sol lo toque cierra la cortina.

 

—¡Eres una tonta! —reclamó de inmediato Víctor molesto, mientras yo permanezco en el suelo con su chaqueta encima—. ¿Te quieres morir? ¿Acaso no sabes que los vampiros no podemos estar bajo el Sol?

 

No le dije nada aun cuando nos ha llamado "vampiros" no puedo aceptarlo, aun cuando yo misma he visto el daño que mi piel ha sufrido, aun cuando noto que mi corazón ya no late, no es lógico, esto no es real. Sin embargo, estoy anonadada ante la horrible experiencia, me cubro el brazo no quiero ver en las condiciones en que ha quedado. Me levante quedándome de rodillas en el suelo, sin mirarlo a ninguno de los dos, sin quitarme tampoco la chaqueta que cubre mi cabeza, como si con ella no me sintiera tan vulnerable ante aquellos hombres.

 

Cristóbal se acercó y colocando una rodilla en el suelo me extendió la mano para revisar mi brazo. Lo quede mirando con desconfianza, sosteniendo mi brazo hacia mi cuerpo, fijo sus ojos claros en los míos sonriendo como si tratara de darme confianza, aunque es el miedo quien controla mis emociones. Temiendo que aquel afable rostro mutará ante mi desobediencia deje que lo revisara.

 

—Debes saber que no puedes estar bajo el Sol, es muy peligroso —habló Cristóbal dirigiéndose a mí—. Discúlpanos, fue culpa nuestra el no explicarte como de ahora en adelante toda tu vida cambiara.

 

Esta vez sí dirigió su atención a Víctor, quien solo le respondió con una desagradable mueca.

 

—Al parecer la transición no tuvo problemas —le dijo ignorando el agrio semblante del vampiro más joven.

 

Luego volvió hacia mí sus profundos ojos mientras se dibuja en su rostro aquella cálida sonrisa que en parte sin entender por qué me tranquiliza. Aun cuando sigo sintiéndome traicionada por sus mentiras, sus dos años como estudiantes solo habían sido para analizar a cada uno de los posibles sirvientes para su hermano. Porque aun cuando su apariencia parece ser la de un joven de veinticinco años su edad sobrepasa con creces esa cifra. Noté que examina mi estado de haber mutado de humano a vampiro.




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