Cruzada de sangre

Capítulo 10

Cristóbal y Víctor salieron apenas el Sol se había ocultado, por lo que al no solicitar mi compañía quede en libertad de hacer lo que quisiera. Aunque claro, Víctor nunca pide que lo acompañara a ningún lado, a diferencia de Cristóbal que siempre es acompañado por Alex o por Daniel, ambos sus sirvientes más antiguos. A veces pienso que Víctor no pide mi compañía porque le avergüenza decir que soy su sirvienta, de todas formas, prefiero quedarme aquí que ir a esas fiestas de gente de alta sociedad en donde me sentiría demasiado incomoda. Por lo menos acá en casa las cenas con todos los sirvientes y el personal de cocina son bastante agradables y con muchas risas, aunque yo no suelo hablar demasiado me rio con todo lo que hablan.

Ya es medianoche y aun no vuelven, estoy en la cama evitando quedarme dormida, tengo las luces apagadas para que crean que duermo, me preocupe que la ausencia de ambos vampiros sea porque anden de cacería ya que en mi huida podría encontrarme con ellos y ante la excitación de la sangre humana consumida terminen tratándome como otro humano. Miro el reloj, son las dos de la mañana me visto evitando hacer demasiado ruido y me coloco un pequeño bolso en mi espalda con algo de comida por si me veo en la necesidad. Pero antes de abrir la perilla la puerta se abre y Alex me queda mirando sorprendido. Me observa en silencio, me pongo tensa esperando su reacción.

—Cámbiate, el amo Víctor desea tu presencia —indica con frialdad.

—Sí... —musitó desilusionada por mi fallido intento de escape.

—Y Catalina... —agrega al ver que me devolvía a buscar mi ropa de sirvienta—. No intentes huir nuevamente, esta vez guardaré silencio, pero a la otra serás castigada. Además, no podrías ni siquiera avanzar un metro antes de ser detenida por la guardia que ronda la casa. Entiendo que quieras huir, todos lo quisimos alguna vez, pero cuando tu familia deje de existir ya no tendrás otro lugar a donde ir.

—Eso significa que debo resignarme a vivir como una sirvienta —coloqué una mueca de desagrado—. Si dices entenderme ¿Por qué no me dejas huir?

—Ve a atender al amo que te está esperando —cambió con brusquedad el tema mirándome con severidad antes de darme la espalda y salir de la habitación.

Quisiera entenderlo, pero me es difícil, si alguna vez se sintió de esta forma como no comprende mi ansiedad por salir de este lugar. Suspiró frustrada al darme cuenta que mi escape se complica aún más si es verdad aquello de que hay guardias afuera cuidando la casa.

Me detuve frente al dormitorio de Víctor y golpeé la puerta.

—¡Pasa! —exclamó en un tono alegre.

Demasiado alegre, es extraño que eso me coloque más tensa. Cuando entro veo una botella de whisky vacía y una copa en su mano. ¿Qué quiere a esta hora y porque ha bebido tanto? ¿Dónde está Cristóbal? Lo quede mirando sin decirle nada, es la primera vez que lo veo borracho. Tiene la camisa desabotonada en el cuello con los botones arrancados y el cabello despeinado.

— ... ¿Qué es lo...

—¡Juguemos! —me interrumpió, y antes de que pudiera responderle me arrastró hacia su cama.

Una idea tonta cruzo por mi cabeza y mi rostro reflejó lo que pensé que eran sus intenciones, se quedó mirándome antes de reírse a carcajadas.

—No te preocupes, no te hará nada, no me gustan las mujeres como tú... tan comunes...

Y otra vez el muy listo me desprecia de esta manera, hijo de...

—Ni las mujeres frágiles —interrumpió mis pensamientos con una triste expresión—. ¿Sabes jugar a las cartas? —preguntó cambiando de inmediato el tema.

—Sí, mi papá me enseñó —dije media atolondrada sin poder quitarme de la cabeza la tristeza que había visto en sus ojos.

—Muy bien, ¡entonces juguemos!

Pero no duro mucho, no sé si el alcohol, el cansancio u otras ideas que daban vuelta en su cabeza terminaron por agotarlo. Se quedó dormido sobre la cama. Lo cubrí con una manta y me levanté para salir de la habitación, pero me tomó de la mano.

—No me dejes, por favor no me dejes solo —susurró con los ojos cerrados, al parecer estaba teniendo un sueño.

—Tranquilo me quedare aquí —¿Por qué dije esto?, él pareció sentirse mejor, y yo me senté cerca de él, cuando me soltara me iría a mi habitación.

—Eso mismo me dijiste esa vez... y aun así me dejaste —murmuró.

¿De quién podía estar hablando? podría tratarse de alguna exnovia o algo así. Cuando fije mi atención en él estaba casi dormido. Me pareció buena idea esperan unos minutos a que se durmiera más profundamente antes de salir de su habitación.

Pero mi propio cansancio me traicionó, sin darme cuenta tal vez porque aún era demasiado temprano termine quedándome dormida.

Desperté de un sobre salto, me senté en la cama mirando a mi alrededor. Estaba cubierta con una manta, pero Víctor no estaba. No podía creer en mi torpeza de quedarme dormida, mire el reloj, eran las diez de la mañana ¡Había olvidado el desayuno!, casi me caigo de la cama al bajar tan rápido. Salí casi corriendo y bajé las escaleras encontrándome frente a Alex. Me miró sonriendo con una extraña expresión.

—Buenos días ¿pasaste buena noche? —preguntó recalcando la última pregunta.

—Eh... no, estoy algo adolorida —le respondí con sinceridad sin entender su mirada.

Se sonrió antes de soltar una suave risa. Y me miró con cierta picardía antes de seguir subiendo las escaleras.

¿Por qué me miro así? a menos que...

—No, no es lo que crees —exclamé sonrojándome y haciendo que volteará a verme.

—No te preocupes, hay amos que les gusta tener cierta "intimidad" con sus sirvientas.

—No paso nada, solo jugamos a las cartas y nos quedamos dormidos —le expliqué.

—Bueno eso tendrás que decírselos a todos, Sofi es una chismosa, todos creen que algo paso.

¿Sofi? ¿Y de dónde saco eso?, bajé las escaleras corriendo a buscarla, debía aclarar eso sino todos hablarían de mí, algo que no me agradaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.