Cruzada de sangre

Capítulo 16

Las horas pasaban, sentada sobre la cama trataba de no pensar demasiado en la advertencia de Rosa, recordándome que no debía cometer un error y arruinar todo, lo que supuestamente, he logrado hasta ahora, a veces pensaba si mi renovada confianza hacia Cristóbal podía terminar con una abrupta caída y volver a la realidad de una forma tan dolorosa que viviría para siempre, una vida vacía como Rosa.

Claudia ha entrado hace unas horas para ayudarme a poner el pijama, pero le indique que seguiré despierta y no es necesario, y siendo sincera no me siento cómoda que me ayude hasta para eso. Estoy acostumbrada a vestirme y desvestirme por mí misma, así que me es extraño eso de que alguien viniera a desvestirme, como si fuera una niña pequeña.

Es ya cerca de las doce de la noche, ¿Ha olvidado ese tipo que me había ordenado que lo esperara despierta? ¿O es otra forma de burlarse de mí? No he terminado de pensar en esto cuando la puerta se abrió. Marcos entró tranquilamente con una copa de vino, al parecer no ha dejado de beber desde la cena. Me miró con expresión de sorpresa y luego sonrió con ironía.

—No pensé que lograrías mantenerte despierta hasta estas horas —agregó.

Y es cierto, después de haber pasado días en ese calabozo sin poder dormir en forma adecuada, lo único que ansio es tirarme en la cama y dormir. Pero imaginaba que el descubrirme dormida podría ser una razón para él de castigarme y culparme.

—Me dijo que lo esperara despierto —le respondí alejando mi mirada.

"Sigue siendo obediente y él te dejara tranquila", repetía en mi cabeza las palabras de Rosa ¿Pero dejar tranquila en qué sentido? ¿A costa de dejarse manejar como a él le diera la gana?

—Sinceramente esperaba encontrarte dormida, y así tener una excusa para mandarte de vuelta al calabozo —movió la cabeza con fingida desilusión—. Pero como me has obedecido entonces ven acá, te voy a dar un regalo.

No pude evitar mirarlo con desconfianza, me acerque con lentitud, pero me quede quieta a una distancia. Él suspiro con aburrimiento, se acercó a mí y tomando mi mano, me dejo un pequeño cofre. Lo mire con sorpresa, la verdad es que no me esperaba que realmente tuviera un regalo para mí. Con cautela abrí el cofre, dentro hay un anillo con el símbolo de una flor.

— Es una amapola —agregó—. Cada una de mis flores lleva un anillo así. ¿Sabes porque eres mi Amapola? —me levantó el rostro obligándome a mirarlo a los ojos—. Porque a pesar de tu apariencia tan común y encontrar miles como tú, eres especial a diferencia de todas aquellas amapolas silvestres.

— Gracias... —musite, la verdad es que no agradecía el regalo, a mi parecer me sentía más como si fueran esposas de mi esclavitud.

—Y este es tu regalo —sonrió y antes de que pudiera percatarme de lo que se proponía, posó sus labios encima de los míos besándome sorpresivamente.

Ante mis intentos de rechazarlo me presiono más contra su cuerpo sin dejar de besarme de una forma en que nadie más lo ha hecho conmigo. Mi mente se puso en blanco, sus labios saben a alcohol. ¿Qué puedo hacer? No es algo agradable, el que te bese alguien que no te gusta, al que le tienes rechazo y temor, y que en tu cabeza solo sea un asesino psicópata, pero el miedo a sus reacciones me llevo a no morderlo con todo el rencor que siento hacia él, me odié por eso mismo.

Se alejó y me quedó mirando con expresión burlesca, mientras yo sentía una enorme repugnancia hacia mí misma.

—Sentí como si besara a mi hermana —exclamó Marcos mirándome entre burlón y desilusionado—. Tú no sabes besar.

—Nunca he besado a nadie —respondí herida, no encontraba lo gracioso, por un beso obligado y además que se quejara.

— Con razón —suspiró—. Aunque debí suponerlo.

—Nunca me he enamorado, por lo que nunca encontré razones para besar a nadie.

—¿Tu besarías solo por estar enamorada de alguien? Que gracioso ¿Y cuál es la diferencia de besar a alguien del cual te enamoras con besar a otro? —se río con burla—. Es por eso que los humanos me resultan tan ridículos, preocupándose de enamorarse.

Lo miré con rabia, es obvio que alguien como él no pudiera entenderme. Pero recordando los consejos de Rosa, desvié la mirada, no quería que supiera lo que pensaba de él. Dejo de reírse y seriamente exclamó.

—No dejes de mirarme, quiero ver tus ojos —ordenó con un tono adusto y amenazante.

Insegura trate de que mi mirada se suavizara, pero al verlo tan seriamente un leve temor recorrió mi cuello. En su rostro se dibujó una sonrisa irónica, como si se burlara de mi temerosa expresión. Algún día saldré de aquí, algún día lo haré arrepentirse de tratarme de esta forma. Noté que sonríe con éxtasis. Vuelvo a mirarlo con odio sin proponérmelo. Me tomó con brusquedad del cuello.

—Cuando me miras así, me haces sentir ansioso, esa mirada de miedo y odio, me dan ganas de matarte —agregó.

Me agarré de su mano tratando de que me suelte, ya que me aprieta tan fuerte que no puedo respirar. Al escucharlo decir que siente ansias de matarme me quede paralizada, ¿Sera hoy mi muerte? Aquello que pensé que sería mi protección, mi sangre especial, parece no tener el mismo valor para Marcos que para otros.

—Rosa, Violeta, clavel y Margarita suelen ser aburridas, me miran con tanta devoción, que harían lo que les mandara, en cambio tú —me dirigió una feroz mirada— me miras de esa forma tan deliciosa...

¿Deliciosa? una palabra que usualmente suena tan inocente, para mí, en esos momentos, fue como un puñal directo a mi corazón, que latía a una rapidez tal, que podía sentirlo en todo mi cuerpo.

—Es difícil controlar esas ganas de matarte, de hacerte sufrir —agregó observándome ya no de la forma como un hombre mira a una mujer, sino la de un animal que mira a su presa a engullir.

Me levantó sin soltarme del cuello y me tiro a la cama, subiéndose él encima y aprisionando mis manos. Algo en mi cabeza me dice que huya, que escape, ya es lógico lo que aquel hombre se propone, aunque aún no puedo creer que esto esté pasando realmente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.