Cruzada de sangre

Capítulo 17

Respiré agitada observando como el Sol aparecía en aquella fría mañana. Me paré sobre el barandal de la ventana y contemplé el pasto escarchado a unos metros de distancia, temo herirme al saltar, pero sostengo mi idea ante el recuerdo del intento de ultraje de aquel tipo. Si soy una vampiresa no debería morir al lanzarme desde al suelo.

Suspiro y cierro los ojos. Si sigo pensándolo terminaré por no lanzarme así que me impulso y doy un salto. No caí como esperaba, mi pierna no fue capaz de mantener el equilibrio y me fui de trasero encima del frío pasto. Pero estoy bien y eso es lo importante.

Camino, apresurada y luego corro alejándome de aquel lugar, ¡al fin seré libre! sin embargo presiento la cercanía del peligro y doy un salto al costado esquivando junto a tiempo una cadena que iba contra mi. Volteó con rapidez encontrándome frente a quien intento atacarme.

—¡¿Rosa?! —pregunto estupefacta.

—Detén tu huida, Catalina, y vuelve a casa antes de que las cosas empeoren.

—Tu no entiendes nada —mueve la cabeza a ambos lados tensando mi rostro—. Ese infeliz intento tom...

Apreté los dientes recordando ese momento.

—Es tu deber como sirviente entregarte a tu amo —indicó fríamente.

—¿Lo dices en serio? —pregunte sin creer lo que acababa de escuchar.

Suspiró y suavizó su mirada.

—Te digo lo que es mejor para ti, no tienes idea de lo cruel que puede ser Marcos, he visto como antes se ha ensañado sádicamente con otros sirvientes, como les ha aplicado castigos de los cuales no tienes idea —arrugó el ceño—. Considérate afortunada que se sienta obsesionado contigo de esa forma...

—Es por mi sangre —le corregí molesta— No hay obsesión.

—Que ciegas estas, Catalina —apretó los dientes como si le molestará mi aparente ingenuidad.

Pero yo si sabía que él estaba obsesionado conmigo, pero de una forma enferma, su odio y rencor hacía mi me es inexplicable, busca hacerme daño intentando hundirme y humillarme, es claro que no solo busca saciar su sadismo, sino destruir mi mente. ¿O creerá que debo sentirme afortunadamente porque intentó forzarme a tener relaciones con él? ¿Acaso eso es algo de lo cual una mujer debería sentirse "agradecida"?

Sin agregar más palabras, me volteé con rapidez y corrí. Sé que nada de lo que le diga le hará entenderme. Es decepcionante pensé que entre todas Rosa me apoyaría en mi huida. Giré hacia mi lado derecho esquivando las cadenas de la mujer vampiro. Con mis sentidos más desarrollados podía sentir el ruido de estas cuando se acercaban, pero no me esperaban que Rosa apareciera frente a mí, es claro que es más rápida que yo. Intenté retroceder, pero su cadena me envolvió aprisionándose en mi cuerpo.

—¡No lo entiendes! —le grité con rabia.

—¡Eres tu quien no entiende! —me respondió en el mismo tono—. Vayas donde vayas él te encontrará y las consecuencias serán peores.

El Sol ya estaba sobre nuestras cabezas, contemplé la sombra de Rosa y luego la observé fijamente.

—Te dio de beber mi sangre —señalé—. Para que detuvieras mis intentos de huida, o sea no solo eras mi guía y "aparente" consejera... eres mi carcelera.

Arrugó el ceño sin agregar palabras.

—Prefiero intentar alcanzar mi libertad y morir por ello que vivir una vida vacía a manos y voluntad de otro —agregué y Rosa me observó con dolor.

Pero luego su mirada se llenó de terror y se llevó las manos a la boca.

—¿Amo? —exclamó.

Solo alcancé a voltear un par de segundos, ver los zapatos negros bien lustrados de Marcos, antes de recibir un golpe tan fuerte que perdí la conciencia al instante.

 

————o—————

 

Desperté asustada de un sobresalto, no sabía en qué lugar podría encontrarme, aunque de seguro podría tratarse de una celda, pero la suave textura que había bajo de mi evidenció mi error.

Alcé la vista contemplando el dosel de madera y cuyos cortinajes de color azul cubría todo a mi alrededor. Estoy sobre una cama del mismo color, pero no es este mi cuarto asignado, ya que el tamaño es superior. Intento salir de este lugar, pero al intentarlo recibo un tirón en mi cuello notando la gruesa cadena y collar de metal que me han colocado. Intento romperlo y quitármelo, pero nada da resultado.

—Veo que ya has despertado —susurra la voz de quien menos quería ver en ese momento.

Se mueve las cortinas que cubren los alrededores de la cama y veo a Marcos aparecer. Su grave seriedad es claro aviso de que me encuentro en problemas. Se acerca tocando mi rostro aun cuando intentó evitar que me toque. El solo tacto me hace apretar los dientes de dolor, es el lugar en donde recibí su golpe que me hizo perder el conocimiento.

—Por lo menos ese vestido te queda bien —indica alejándose y abriendo las cortinas de la cama.

Notó el negro y ajustado vestido que me han colocado. Toca el collar y la cadena que llevo en el cuello. Lo contemplo intrigada por sus intenciones, pero casi doy un salto cuando notó que sus ojos están fijos en los míos.

Su adusta mirada me obliga a tragar saliva más aun cuando su mano se desliza a mis labios, entreabre mi boca con su dedo y se acerca a mi rostro hasta que estamos suficientemente cerca uno del otro. Pero desvía su cabeza hacia mi oído y susurra.

—Si quieres que te trate como una perra desobediente es eso lo que pienso hacer.

Y alejándose ante mi expresión anonadada tiró la cadena tan fuerte que apenas logre afirmarme con las manos antes de caer de bruces contra el suelo.

—No hablaras, no comerás, no miraras, no respiraras ¡Sin que yo te lo ordenes! ¡¿Entendiste?!

—¡Realmente estas enfermo y desviado! —le respondí enojándolo aún más ya que dé respuesta me dio una patada tan fuerte en las costillas que me obligó a inclinarme de dolor.

—No me faltes el respeto —señaló con sequedad—. Si sigues insistiendo en eso no será una simple patada lo que recibirás como castigo. Ahora sígueme.




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