Cruzada de sangre

Capítulo 18

—¡¡Señorita!! —escuche una llamada asustada.

Es Claudia, quien al no verme reaccionar me llamó asustada, solo he estado con mi atención fija en el vacío. La observé e intente sonreírle, pero solo le muestro una amarga mueca. Ya ha amanecido, el Sol acaba de salir. Le pregunte por Rosa ya que usualmente es ella quien se presentaba en la madrugada en mi habitación, aunque siendo sincera no deseo verla.

— La señorita Rosa salió durante la noche con el joven señor —me respondió mientras estiraba la cama.

—¿A dónde fueron?

—No podría decirle, porque lo desconozco —me respondió con sinceridad.

El escuchar que ese tipo no está cerca es un alivio. Aun cuando sé que solo es un alivio temporal, necesito sentirme, aunque sea solo por un instante, segura para así pensar con claridad que es lo que voy a hacer ahora, aunque me siento derrotada y vencida sin ánimos de intentar huir nuevamente. Tomé el desayuno en la habitación y me mantuve todo el día, encerrada, quiero evitar encontrarme con las otras flores, no quiero escuchar las interrogaciones de Violeta que no me deja en paz. Detuve mi atención en el tenedor que me han traído entre los servicios del desayuno, sin saber para que lo escondí ante la necesidad de que pueda serme útil más adelante.

Llegó la noche, sin que nada pasará durante el día. Llevo casi una semana sin que Marcos haya solicitado mi presencia ni que haya venido a la habitación, ni siquiera para cenar ya que por órdenes de él me han traído la comida a mi cuarto.

No fue fácil conciliar el sueño mi mente desvaría entre mis ansias de libertad y mi fracaso, aun cuando dije que prefería morir a vivir de esta forma las cosas han resultado bastante distintas de lo que pensé. ¿Por qué me sigo aferrando a la vida si solo me espera en el futuro ser una muñeca de trapo en manos de aquel vampiro desquiciado? Alguien giró el picaporte de la puerta. Me senté en la cama de inmediato, mi corazón late aceleradamente ¿Podría ser aquel tipo?

Rosa entra a la habitación encontrándose con mi pasmada mirada. Entrecierro los ojos molesta, y me acuesto en la cama dándole la espalda.

—Llamaré a Claudia, el amo quiere cenar y pidió tu presencia en el comedor.

Palidecí el solo escuchar que volvería a ver a aquel hombre, mi rostro reflejó lo que pensaba.

—Si no vas, puede que el resultado sea peor —señaló, mirándome con compasión.

—No necesito tu lastima —bajé la cabeza.

Rosa titubeó tensó su semblante incomoda y salió de la habitación sin agregar más palabras. Claudia llegó y buscó el vestido que debo ponerme, me fije que tiene un par de bolsillos, así que cuando ella me dejo sola, escondí ahí el tenedor. Aunque claro, es absurdo sentirse segura con un simple tenedor como defensa, pero es mejor eso a no tener nada a la mano.

Rosa me esperaba, caminamos en silencio en dirección al comedor. No supe que decirle, ni ella tampoco se ve animada a iniciar ninguna conversación. Cuando llegamos Marcos nos da la espalda parece estar perdido en sus pensamientos.

—Amo, aquí está Amapola —exclamó Rosa inclinando levemente la cabeza.

—Bien, puedes retirarte —respondió sin mirarla.

¿Retirarse? Pensé que cenaríamos junto a todas sus "flores". Quise buscar respuesta en la expresión de Rosa, pero ni siquiera me miró, rehuyó mi mirada y salió con rapidez. Guarde silencio solo esta ese hombre y yo. Instintivamente palpe el tenedor que escondo en el vestido. Guarde silencio mientras Marcos sigue con su mirada fija en la chimenea.

—Espero que hayas pensado en tu falta anterior —agregó secamente sin mirarme—. He pensado darte otra oportunidad.

Arrugué el ceño y solo incliné la cabeza dando a entender que comprendía sus palabras.

Fijó su serio rostro en mí, y ante mis ojos, se movió con una velocidad sobrenatural. Aun no salía de mi sorpresa cuando me encontré contra la pared acorralada por Marcos, no sé cuáles son sus intenciones pues su semblante no muestra signo alguno de lo que pueda estar pensando. Sus colmillos comenzaban a salir, se propone morderme, pero esta vez no lo dejare. Agarré con seguridad el tenedor que llevaba escondido y lo levanté para clavárselo en la espalda. Pero él con rapidez tomó mi muñeca con brusquedad, quedando el tenedor solo a centímetros de su rostro.

—¿Pensabas que no me daría cuenta de tus intenciones? —me miró con expresión agria—. Desde que entraste sabía que algo te proponías, y solo me quede esperando para ver si eras capaz o no.

Me apretó la muñeca más fuerte, me negaba a soltar el tenedor, por lo que seguía apretando.

—No solo intentaste una vez matarme, sino que además aun después de perdonarte la vida vuelves a intentar faltarme el respeto —exclamó con ira.

No le respondí. Sé que he firmado mi propia condena y ya no puedo retroceder lo que he iniciado. Tomó mi muñeca, y la golpeo contra la pared, tan fuerte, que debido al dolor termine soltando el tenedor. Me agarró de la nuca, lanzándome contra la pared.

—Pude haberte dado todo si solo hubieras sido capaz de obedecerme —agregó irritado. Dándome una patada que volvió a lanzarme contra la pared.

Llega un momento en la vida de todo ser humano que te preguntas ¿Hasta cuándo seguirás luchando contra el destino? Te agotas, te cansas y piensas si tal vez sería más fácil dejarte llevar a tu oscuro final, que sacas con intentar mover las piezas del ajedrez si estas siempre se empeñan en ir hacía el mismo desenlace. Entré en esa especie de sentimiento, en este momento no me siento ya con las fuerzas para seguir luchando, ni oponerme a nada. Y no solo yo me di cuenta de eso, en el pasillo Rosa me mira con expresión triste y culpable. Cerré los ojos, esperando que aquel tipo tuviera un poco de piedad y me matará de una vez por todas.

Levantó su pierna, dispuesto a darme otra patada, es irónico que siempre que pienso que sería mejor morir inconscientemente vuelvo a aferrarme a la vida. Tomé su pierna evitando que me diera otra patada. Me contempló sorprendido, tal vez él tampoco se esperaba que me defendiera.




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