La discusión sube a tonos elevados. Han pasado días desde el falso matrimonio. Víctor se ha ausentado y apenas ha llegado lo esperaba Cristóbal con una expresión muy seria. No he tenido la oportunidad de hablar con ninguno de los dos, Cristóbal ha estado demasiado ocupado para detenerse siquiera a mirarme. y Víctor al parecer ya no vive aquí, solo aparece una o dos veces por semana a buscar alguna de sus cosas.
He vuelto a las habitaciones principales, no les pareció correcto que la supuesta mujer del joven amo siguiera durmiendo en las habitaciones de los sirvientes, aun cuando debe parecerles extraño que no comparta con mi "marido" una habitación en común, ya que este ya no pasa en casa. También me han quitado las tareas de servicio hacia Víctor. Así que no hago nada más que vivir encerrada en la habitación viendo televisión, ni siquiera tengo acceso a internet, me lo han negado piensan que lo utilizaría para tratarme de comunicar con mis padres.
El portazo que dio Víctor al salir se sintió por todo el pasillo, molesto se cruzó frente a mí, dirigiéndome una fría y molesta mirada. Luego sentí una cálida mano que se apoyaba en mi cabeza, Cristóbal miraba a su hermano con expresión seria y preocupada.
—Dale tiempo, el entenderá... —murmuró.
¿Entender qué? ¿Acaso yo también no estoy tan mal por todo esto? No es mi ideal estar primero siendo prisionera como una sirvienta y ahora siendo prisionera como su "mujer". Quise decirle esto, pero él ya se había retirado. Suspire. Camine molesta en dirección a mi habitación.
Cuando pasaba frente a la habitación de Víctor lo escuche lanzando maldiciones y palabrotas. Pero luego de eso escuche:
—Estoy cansado que esa inútil y estúpida mujer siga jodiéndome la vida...
No es justo, fue él quien me confundió con otra mujer, aunque no niego que yo estaba en un lugar en el que no debía estar, pero fue él quien me mordió convirtiéndome en su sirvienta y mostrándome un mundo que no conocía. He estado a punto de ser asesinada, he recibido golpes y una violencia que nunca antes había conocido, me han humillado y ¿Soy yo quien le jodió la vida? Me llama estúpida y sé que lo soy al no ser tan solo fuerte para defenderme por mí misma.
Mi vida depende de los demás, es cierto, pero de un día para otro la perspectiva de mi pacifica vida en donde jamás debí luchar por mantenerme vida cambió en otra en donde la situación deja de ser un simple juego de lucha. Como vampiresa tal vez tenga el poder de defenderme, y lo he intentado con malos resultados, aprendiendo a base de errores es arriesgar demasiado. Además, que aún no logró reaccionar con rapidez ante el asesinato, torturas y crueldades que solo había visto antes en la televisión. Es fácil llamarme estúpida sin ponerse en mi lugar ¿Que debo luchar? Lo sé, pero el cometer un error es sinónimo a muerte. El estar frente a un asesino con un arma apuntando a tu cabeza, un profesional en matar, y uno con su inexperiencia es como si intentará enfrentarlo con una resortera.
Empuñe las manos quería entrar a su habitación, reclamarle, pero de seguro no valía la pena. Salí del lugar, me sentía ahogada de sentimientos oscuros y el coraje enceguecía mi razonamiento. Afuera el Sol brillaba en lo alto, es primavera, y las hojas verdes parecían sonreír. Escondida en el jardín apoye mi cabeza sobre mis rodillas. Y a pesar de lo lindo del día no puedo evitar el rencor que estropea mi ánimo.
—¡Lindo día! —escuché una voz conocida.
Natalhy me contempla con curiosidad, lleva un vestido color crema, y un enorme sombrero para protegerse del Sol, además de un chal en su espalda.
—¿Puedes salir al Sol? —le pregunte tratando de cambiar el tema.
—Si —sonrió—. Gracias a tu sangre, Cristóbal agradeció mi ayuda, y aunque me negué a aceptarla, me convenció. Llevaba años sin poder caminar bajo el Sol. Además, aproveche a ir a la playa, y a comer helados. No te imaginas lo que han llegado a ofrecerle a Cristóbal por unas gotas de tu sangre.
La mire fijamente, sonreía como si fuera una niña. Luego recordé ese día en que Cristóbal y Sofia habían extraído mi sangre de la forma como lo hacen en los hospitales.
—¿Estás bien? —me preguntó repentinamente.
—Estoy bien —sonreí.
—Mientes —exclamó con expresión tranquila—. Vamos dime, yo no le diré a nadie...
Titubeé y me sonrió para darme confianza.
—Estoy cansada de que deban cuidarme, protegerme, porque no soy capaz de defenderme a mi misma—. Baje mi mirada hacia mis manos, no quería hablar, pero necesitaba sacarme esa inquietud del pecho, y no hay nadie más con quien pudiera hablar.
—Entonces ¿por qué no dejas de serlo? —agregó con tono suave.
—Porque... no puedo a pesar de que lo he intentado —respondí avergonzada de decirle que tal vez soy una inútil.
—¡Ven sígueme! —habló con seriedad sin mirarme.
Me llevó al bosque, los árboles se movían en son a un suave viento. Natalhy sonrió con expresión infantil. Pero repentinamente su expresión cambio, me pareció ver frente a mí a una vampiresa sedienta de sangre. Retrocedí sin entender que le pasaba, y antes de que pudiera hablar se abalanzo encima de mí. La esquivé con rapidez. Ella sonrió mostrándome sus colmillos. Y empezó a lanzarme golpes de puño, que yo esquivaba como podía, en eso levanto su brazo para darme un golpe más fuerte. Di un salto apoyándome en ese mismo brazo, me impulse y salte hacia su espalda, quedando detrás de ella. En eso la escuché reír con una voz suave y armoniosa, y cuando me miró vi que había vuelto a la normalidad.
—Es tu miedo, miedo a morir —murmuró sonriendo—. Es normal. Solo que en tu caso paraliza tus sentidos y te hace torpe y lenta.
Guarde silencio mordiendo los labios de frustración.
—Los vampiros tenemos mayores habilidades que un humano, tus habilidades están ahí, solo falta pulirlas y quitar esa barrera que tú misma te has puesto. Si tú quieres dejar de ser la damisela en peligro, aprende a manejar y utilizar tu fuerza.