Cruzada de sangre

Capítulo 26

Cristóbal no volvió a hablarme más de Elizabeth. En un principio pensé que se trataba de una de sus sirvientes y ese día me dijo que había sido la única mujer que había amado. Realmente es muy confuso agregando el hecho de que su padre ha dicho que fue el mismo Cristóbal quien había asesinado. Es difícil creer en eso, pero luego de ver a Cristóbal enloquecido de odio apunto de matar a Arturo, el sirviente de su padre no podía evitar pensar en la posibilidad de que eso paso.

Durante la cena comemos en silencio, hay un incómodo ambiente. Cristóbal se ve confundido con la mirada lejana, al parecer al haberme confesado que aquella mujer es la única que había amado ha provocado que ya no se sienta confiado a mi lado. Yo tampoco se que decirle desconozco su historia y el nivel de dolor y culpabilidad que carga sobre sus hombros.

—Supongo que Víctor ya no debe demorarse mucho —señalé solo para romper el silencio.

—Si, es que cuando se trata de un paciente, pierde la noción del tiempo —sonrió suavemente.

Pero al cruzar sus ojos con los míos desvió rápidamente los suyos.

—Cristóbal —exclamé bajamente—. Sea lo que sea que haya pasado, aun cuando no tengo todo claro, no olvido que tú sigues siendo alguien especial para mí, sigues siendo aquel chico cálido que me trata como si fuera su hermanita.

Con incomodidad fijo sus ojos en los míos, pensaba decirme algo cuando una voz nos interrumpió.

—Que lastima tener que interrumpir una escena como esta —Sebastián apareció repentinamente a mis espaldas.

Hice el intento de esconderme detrás de Cristóbal, pero me agarró por detrás, del cuello y la cintura, con tal fuerza que quedé paralizada.

—¡Suéltala! —exclamó Cristóbal visiblemente molesto.

—No estoy haciendo nada malo —respondió con ironía—. ¿Acaso no puedo darle un regalo a mi hija política?

Y dicho eso se acercó a mi oído susurrando.

—¿O te niegas a recibir un regalo mío? —preguntó con tono malicioso.

Solo lo miré molesta no le respondí, es seguro que cualquier respuesta que le dijera podría empeorar la situación. Me apretó el cuello con mayor fuerza, sonriendo con maldad. Luego con gesto burlesco se fijó en la molesta expresión de su hijo.

—Solo quiero darte esto —me extendió un fino collar.

Es cierto que no me gustan las joyas, pero negarme a un hombre peligroso como él no es tan fácil, de todas formas, no alcance a decir nada cuando lo colocó en mi cuello. Es claro que esto solo lo hace para molestar a su hijo, pero no entiendo como algo así podría fastidiar a Cristóbal, pero me equivoco su rostro se descompone y sus ojos se detienen contemplando el collar que ahora llevo en el cuello, su rostro reflejó la angustia que estaba padeciendo y sus pupilas claras comenzaron a enrojecer a la vez que sus colmillos asomaban exigiendo sangre.

—¡Suelta a mi mujer! —exclamó Víctor agriamente mientras entraba a la sala.

Sebastián sonrió con malicia mientras me dejaba libre. Apenas me soltó me aleje con rapidez de su lado. Víctor me tomó de la mano sin quitar la mirada de su padre colocándome detrás suyo. Está molesto, su fría mirada dibujaba un enorme odio hacia ese hombre.

—Nos vamos a retirar —exclamó con sequedad—. Así que con tu "permiso"...

—¿Sabes que Marcos puso una demanda acusándote de falso matrimonio? —preguntó su padre sin mirarlo—. Dice que este matrimonio no ha sido consumado, por lo que reclama que su sirvienta le sea devuelta. Creo que entiendes la importancia de mantener a esta mujer en el clan. Esa mujer no ha sido tocada nunca por algún hombre... se huele su virginidad desde lejos.

Víctor lo miro sorprendido, luego forzándose a estar tranquilo sonrió.

—¿Crees que puedo llevar meses durmiendo con una mujer y que jamás la he tomado?

—No lo creería, pero he conocido a tantas mujeres en la vida, que no cometo errores en ese aspecto. Y sinceramente no me importa por qué no la has tomado. Solo te ordeno que lo hagas sino quieres que sea yo quien deba cumplir con tu tarea.

Tragué saliva ante tal amenaza, Víctor arrugó el ceño. Pero tanto él como Cristóbal guardaron silencio, su padre sonrió irónico.

—No me digas que te da miedo tomar a esta mujer.

—Estas equivocado —interrumpió molesto—. Bien, nos retiramos.

Salimos de la sala y nos fuimos en dirección a la habitación. Víctor se ve muy fastidiado y no me dirigió la palabra hasta que llegamos a su cuarto. Ahí me contempló con cierta frustración y quitándome el collar lo lanzó lejos.

—Ese maldito, trajo una réplica exacta del collar de... —guardó silencio dándose cuenta de lo que estaba a punto de decir.

—Elizabeth... —completé la frase titubeante sin saber si eso era lo correcto, pero al recordar la expresión de Cristóbal algo me dice que puede ser así...

Al escuchar ese nombre reacciono de inmediato. Me acorraló contra la pared y mirándome con adustez, exclamó:

—¡¿De dónde has sacado ese nombre?! —me preguntó con tono agresivo.

—No sé, solo lo escuché de tu padre... —guardé silencio, no quise contarle nada sobre lo que había pasado con Cristóbal.

Lo observé asustada, no entiendo por qué se afectaba también al escuchar este nombre. Quise defenderme, pero ahí con su mano me tomó de la cabeza, bajo la mirada y volvió a contemplarme titubeante, tocó mis labios con las yemas de los dedos y acercándose me besó. Quede anonadada. Pensé que iba a gritar molesto contra su padre, enojarse, o algo así, pero jamás que me besara a mí. Menos que aquel suave beso pasara a ser tan apasionado, me sonrojé sintiendo la humedad de sus labios más aun cuando intensificó su beso entrando dentro de mi boca. Respondí su beso, pero al recordar que me pidió que no lo quisiera no puedo dejar que continue, mi estúpido corazón no es capaz de separar atracción sexual de amor.

Por eso lo aleje de inmediato, no quiero crearme esperanzas de que me quiere de una forma que ya me dejo en claro que no puede. Sin embargo, insistió colocando sus brazos alrededor de mi cintura y volvió a tomar mis labios continuando con su cálido y apasionado beso. Es tal sensación incontrolable de mi propio deseo que no pude seguir resistiéndolo y le respondí a su beso. Y al parecer lo notó porque me abrazo con mayor fuerza, con un solo brazo, ya que con el otro me acaricio el cabello. Luego comenzó a besarme el cuello con la misma pasión, y bajo hasta casi llegar a mis pechos. Comenzó a desabrocharme el vestido, ¿Es esto lo que quiero? ¿Solo sexo? Sí, lo quiero, pero porque me duele tanto, entiendo que es necesario para evitar que Marcos pueda seguir con la demanda, pero aun así ¿Por qué siento que estoy traicionándome a mí misma? No sé en qué momento nos habíamos acercado a la cama. Detuve sus manos temblando y mi excitación se esfumó por la confusión y el miedo de ir por un camino del que no podría volver. Tomó mis manos subiéndome a la cama y se colocó encima aprisionando mis brazos contra la almohada.




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