Me quede en el pasillo esperando que mi corazón se calme, no quiero que Víctor sospeche lo que ha pasado. Aun no entiendo demasiado lo que Vanessa quiso decir con "Yo lo abandoné". Si ella aun lo quiere ¿Por qué lo dejo? Es extraño, pero me preocupa más la sensación de vacío que siento, como si repentinamente el muro entre Víctor y yo se hubiera levantado más alto. Aprisioné la botella de jugo en mis manos. El hecho de haberla negado me asusta tanto que temo preguntarle si lo que Vanessa me ha dicho es cierto y que él aun la ama y solo quiere utilizarme para olvidarla. Sacudí la cabeza colocando el frio jugo en mi frente para detener aquellos pensamientos estúpidos.
Sí, no debo preocuparme por algo de su pasado, sin embargo, el que lo haya escondido, es como una gota amarga que no me deja en paz. Pero tal vez Vanessa me ha mentido, aunque su serio rostro no parecía que así fuera. Aunque no debería confiar en ella más de lo que debo confiar en Víctor. Debo mantenerme en la idea de que tiene sus razones. Es difícil.
Pero no me siento con fuerzas de entrar a la habitación de Víctor y fingir que nada ha pasado. Entrecierro los ojos.
Repentinamente un brusco zumbido rompió la monotonía de este lugar. Siento un fuerte dolor de cabeza, coloco mis manos alrededor de mi rostro, es molesto. Mire a mi alrededor, no entiendo que está pasando. Me doy cuenta de que no soy la única que lo siente, la gente en el pasillo se detuvo mirándose confundidos.
—Usualmente este lugar está protegido por el tratado de los vampiros y cazadores — exclamó uno de los médicos que caminaba apresurado por los pasillos—. Porque se siente la presencia de un cazador.
¿Un cazador? Alguien, así como aquellos que vimos acompañados de la Elegida. ¿Acaso Francisca y su grupo de cazadores rondan en las cercanías del hospital? ¿Pero con qué intenciones? A lo lejos se escuchó un grito espantoso, quede paralizada sintiendo que mi corazón comienza a latir ruidosamente. Todos en el hospital han sentido aquel grito, la expresión de terror se dibujó en varios rostros.
—¿Que está pasando? —preguntó uno de los pacientes a un joven doctor que pasaba corriendo por el pasillo.
—Los cazadores han entrado a los terrenos del hospital —respondió corriendo sin detenerse.
Apenas dijo esto, un sonido ensordecedor rodeó todo el lugar nuevamente, inmovilizándonos. Tan profundo y doloroso que todos cayeron al suelo arrodillados. Es tal como si un taladro intentara abrirnos la cabeza. Los más débiles y enfermos comenzaron a perder la consciencia.
—¡Hay que detenerlos! Esto es un hospital —exclamó otro vampiro cubriéndose los oídos mientras trataba de socorrer a alguien que se encontraba desmayado.
—¡¿Como a esos malditos infelices se les ocurre usar uno de sus bloqueadores acá?! —señaló un hombre más joven, cuya rabia es visible en sus ojos rojos.
—¡Me duele mucho, abuelita! —gritó una niña pequeña—. ¡No aguanto más!
Y apenas había terminado de decir esto salió corriendo por los pasillos como si con eso pudiera huir de aquella tortura. Su abuela le gritó para que volviera a su lado, y trató de ponerse de pie en vano, quiso seguirla, pero el ruido le impedía siquiera poder levantarse.
Me puse de pie a duras penas, miré por un instante la habitación de Víctor, de seguro estaba sintiendo lo mismo, y tal vez luego saldría al pasillo. Titubeé, deseo ir con él pero me preocupa aquella niña que ha salido huyendo, debo primero traerla de vuelta. Le indiqué a la anciana mujer que iría a buscar a su nieta.
Corrí por el pasillo encontrándome con personas desmayadas y otros en el suelo cubriéndose los oídos. El ruido provoca que mis sentidos sean más torpes de lo usual, varias veces tuve que detenerme cuando mi cuerpo perdía la orientación. Respiraba fatigada con ansias de tirarme al suelo y cubrir mis oídos, pero debo primero encontrar a aquella niña. Corrí apretando los dientes dándome empuje para no detenerme, al final una puerta abierta hacia el exterior apareció frente a mí. ¿Podría ser que la niña huyó hacia afuera creyendo que así dejaría de escuchar ese ruido? No lo sé con certeza y además temo alejarme demasiado del hospital. En eso escucho su grito y sin pensarlo salgo hacia el bosque que rodea el lugar, guiándome por donde han venido los gritos.
Me detuve en seco al haberla encontrado al fin. Pero la niña con la mirada fija al fondo del bosque cae sentada al suelo aterrada sin reaccionar y sin alejar su atención de quien está en frente de ella, un tipo alto con una capucha larga y oscura levantaba su arma, dispuesto a dispararle.
—¡No le hagas daño! —grité colocándome lo más rápido que pude frente a ella.
Se quedo observándome en silencio, siento mi respiración fatigada y mi corazón que late inquieto. Tiemblo, esta podría ser lo último de mi vida, si muero quedare con la duda de si lo que Vanessa me ha contado era cierto o no. Aprieto los dientes, no quiero morir, a pesar de que a veces odio mi condición de vampiro, no quiero que todo se termine. El encapuchado bajó el arma, quedándose paralizado frente a mí.
—¿Catalina? —me preguntó con sorpresa—. ¿Estas viva? ¡¿Dónde has estado?!
Quiso tocarme, pero retrocedí de inmediato desconfiada, aun cuando esa voz me es conocida no me es posible recordar exactamente en donde la había escuchado. No quiero caer en algún tipo de trampa tal vez perpetrada por los cazadores o por aquel desconocido asesino de híbridos. ¿Podría ser que aquel que tengo frente sea el causante de aquellas muertes?
—Pequeña escúchame —le susurré a la niña—. Trataré de distraerlo, vete ahora mismo devuelta al hospital.
Me miró espantada por un par de segundos antes de afirmar con la cabeza y alejarse corriendo. Apenas lo hizo volteé enfocándome en aquel tipo, tomé la daga y me preparé para una pelea que no deseaba. Retrocedo dispuesta a dar todo lo que pueda. No puedo evitar el desasosiego que me inunda, más de lo que quisiera, no se que esperar de aquel aparente enemigo que permanece quieto.