Cruzada de sangre

Capítulo 46

Llueve intensamente, el frio se cola suavemente a través de los cristales empañados, pero la agradable tibieza de la chimenea encendida aleja el frio invernal que se encuentra fuera de la casa. Las gotas agolpadas en las ventanas caen como lágrimas, corriendo una tras de otras en una interminable carrera.

 

Estoy confundida, después de todo lo que Cristóbal me ha contado es difícil no sentirme así, tuve vidas anteriores las cuales terminaron bruscamente en cierta forma eso es desconcertante, será tonto, pero por momentos llego a creer que mi destino actual podría ser el mismo. Que esta vida actual debía terminar de esa misma manera, y pensar en tener un mismo final. ¿Acaso estoy cercana a mi muerte y esta sería tan violenta como los anteriores? Trague saliva apretando los labios. Sin embargo, no es solo eso lo que me perturba, también está el recuerdo de ese beso que no sé si ha sido real, me duele el pensar que eso no ha sido mi imaginación, pero no puedo preguntarle a Cristóbal ya que no lo veo desde ese día, no sé si es coincidencia o trata de esquivarme. Coloque mi mano en mi frente como si con eso pudiera aclarar mi mente.

 

Víctor me quedo observando lentamente mientras mi mirada se pierde en las llamas que arden sobre los leños de la chimenea. Estoy algo despeinada, me acabo de levantar y me he colocado encima un grueso abrigo, sinceramente no me siento con el ánimo de hacer algo más. Me tocó el rostro preocupado.

 

—La fiebre ya ha bajado —sonrió—. ¿Por qué esa expresión tan triste?

 

Me contempla preocupado.

 

—No es nada —murmuré sonriéndole.

 

La verdad es que no quiero decirle lo que ha pasado con Cristóbal, y sinceramente jamás se lo diré, aunque el esconderle algo me hace sentir culpable. Pero es lo mejor, la relación entre ambos hermanos no es tan fuerte y un asunto así podría terminar por empeorar todo.

 

He tenido algo de fiebre, según me explica, que a causa de esto fue que perdí el conocimiento luego de que había terminado de conversar con Cristóbal, aunque no creo demasiado en que eso sea tan cierto algo me dice que Cristóbal fue quien provocó que perdiera la conciencia, y lo de mi fiebre es simple coincidencia. Me siento cansada, más de lo que antes me he sentido.

 

—Solo es nostalgia —agregué sin que él lo preguntara no puedo ignorar su rostro preocupado.

 

Colocó sus manos alrededor de mis hombros como si quisiera animarme, me dio un inocente beso, indicándome que volvería más temprano y podríamos cenar juntos.

 

—Cuídate —susurró aun inquieto.

 

Le sonreí para tranquilizarlo, sé que es muy extraño que un vampiro tenga fiebre y por eso está preocupado. Observé por la ventana su auto retirarse a través de la fuerte lluvia. Cristóbal ya ha salido una media hora antes a su trabajo y Sebastián está ausente por un viaje de negocios. Hoy me quedare sola en casa.

 

Sofia apareció con la bandeja del desayuno, me acompañó un rato y estuvimos conversando hasta que Alex apareció indicándole que tenía tareas pendientes. Nos prometimos seguir nuestra conversación a la hora de la comida, ante la desaprobativa mirada de Alex.

 

Después de desayunar me vestí con desgana, y traté de ver algo en la televisión, pero no había nada interesante, así que al final salí rumbo a la biblioteca de la casa a buscar un libro para leer. De esta forma por lo menos evito que la soledad se apoderé de mi cabeza y me haga recordar a las personas que tanto añoro, a mis padres y a mi hermano, aun a pesar de que nuestra relación jamás volverá a ser la de antes, añoro al hermano que había sido y no al que actualmente es.

 

La biblioteca es enorme, llena de libros de distintas épocas, algunos muy nuevos y otros que milagrosamente no se hacen añicos a pesar de sus años. Se dividen en varios estantes de color caoba apoyados en las paredes, en el medio solo un enorme escritorio con sillas, una escalerilla para facilitar el alcance de los libros que se encuentran más arriba. Es una habitación con una sola y enorme ventana al costado del escritorio y que da vista al jardín trasero. Hay varios libros interesantes, novelas históricas, novelas de aventuras, libros de ciencia ficción, hasta romances. Al final me decidí por uno de ellos y cuando lo tome, una hoja se deslizo cayendo al suelo.

 

Es un trozo de papel amarillo, arrugado y que solo tiene escrito "A mi muerte...". La miré curiosa sin saber de quién podría ser, tal vez de algún miembro antiguo de la familia debido a lo viejo que se ve el papel. Lo volví a colocarla dentro del libro, y al recorrer las páginas noto un inusual detalle, una hoja es de mayor tamaño, que doblada se escondía dentro del libro. Al parecer es una carta, escrita en tinta.

 

"Elizabeth:

Las cosas se han complicado un poco, mi padre ha decidido mandarme a la guerra, considera que alguien de mi categoría no debería casarse con una mujer tan baja como tú. Y después de pensarlo bien me doy cuenta de que él tiene razón, me ha ayudado a abrir los ojos y a darme cuenta de que esto solo es un capricho... "

La hoja aquí estaba rota, como si hubiera sido quemada y manchada de sangre, luego más abajo otro trozo decía.

"Una humana como tú, un ser miserable debía saber cuál es su lugar, ¿crees que dejaría todo por ti?, no me conoces... soy un vampiro, un orgulloso vampiro que no se rebajaría a casarse contigo."

 

Luego venia al parecer esa nota pequeña que decía:

 

"A tu muerte..."

 

Porque el siguiente trozo decía:

 

"Saludos,

Cristóbal Fuentes"

 

Me quede anonadada, ¿Cristóbal hubiera sido capaz de escribir una carta con esta frialdad hacia la mujer que decía amar tanto? Esto me confunde, el mismo hombre que me había hablado tan dolorosamente de Elizabeth, que había sido tan considerado y amable, y que había abandonado sus sentimientos hacia mí por su hermano menor, no podría escribirle palabras así a la mujer que tanto había amado. A menos que no fuera su carta y alguien había querido engañar a Elizabeth. Sentí pasos y de inmediato metí los papeles dentro del libro y lo cerré.




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