Cruzada de sangre

Capítulo 49

Sebastián guardo silencio mientras leía el resultado del examen. Luego incomodo y molesto nos miró como si no se sintiera con el ánimo de dar explicaciones, pero ante la enrabiada mirada de su hijo, con fastidio agregó.

 

—Cuando visite a esa mujer ella ya esperaba un hijo tuyo, tú te habías ido solo un mes antes, y era muy importante que tu matrimonio con Samanta, la hija de Ellen funcionara, pero esa mujer se interponía entre ambos. Yo solo deseaba nietos puros, y no un híbrido, porque ese nieto sería el heredero del clan después de ti, y conociéndote sabía que no tendrías problemas en entregar el liderazgo a ese hijo bastardo tuyo. Pero uno de los clanes principales no podía tener a un híbrido como su líder. Por lo que violé a esa mujer y luego le hice creer tanto a ella como a ti, que ese hijo era mío. Y aun cuando la amenacé y le perdoné la vida, tú fuiste a buscarla desobedeciéndome. Me arrepentí muchas veces de no haberla asesinado en ese momento, pero quería hacerla sufrir porque así tu sufrirías, para que fuera un ejemplo frente a tus hermanos de lo que pasa cuando no me obedecen —cerró los ojos con odio y rabia—. Sabía que sería peor si pensaras que la mujer que tanto ansiabas tenía un hijo de tu padre. Quería que la odiaras, la rechazaras, que sintieras asco con solo mirarla.

 

Cristóbal arrugó el ceño con ganas de matarlo y solo se contuvo porque quiere escuchar todo lo que tiene que decir. Mantiene sus manos empuñadas controlándose a duras penas, es de imaginar que al darse cuenta de esa mentira tan grande le es doloroso descubrir que aquel niño que despreció, que alejó del lado de su madre, y después arrepentido lo crio y cuido como si fuera su hermano, resultará ser su hijo.

 

—Cada día ese niño se empezaba a parecer más a ti, pero tus celos no te hacían verlo con claridad y tu solo veías a mí en ese niño. Por eso aprovechando ese estado tuyo y empecé a envenenarte la cabeza contra esa criatura, de manera que al final decidiste que ese niño debía alejarse y con eso tu mujer termino suicidándose....

 

—Mientes ¡¡Mientes y mientes!! —gritó con rabia Cristóbal—. Ella no se suicidó, por más que he querido creerlo así sé que Elizabeth jamás atentaría contra su vida.... a pesar de todos sus sufrimientos, de mi indiferencia y malos tratos ella se aferraba a la vida.

 

Retrocedió dolido y cabizbajo.

 

—Porque quien la mantenía con esas ansias de vivir era su... mi... ¡era Víctor!... pero tú la mataste...

 

—¡Yo no la mate! —se defendió molesto—. ¿crees que perdería mi tiempo en matar a alguien tan insignificante como esa mujer?

 

—Te creo que eres capaz de peores cosas ¡¿Por qué niegas que fuiste tú quien la asesinó?!

 

—Si yo la hubiera matado, nunca hubiera escondido que fue mi crimen, solo la hubiera matado y ya, no creo en las supuestas justicias impuestas por el pacto entre los cazadores y vampiros, además soy el líder del Clan ¿Crees que escondería un crimen de una simple sirvienta? Pero en este caso no tuve nada que ver en la muerte de esa mujer.

 

—¿Y porque amenazaste a Catalina con que no siguiera detrás del asunto de Elizabeth? —preguntó Víctor visiblemente afectado, sus manos temblaban, y su vista nublada miraba con odio profundo a quien ahora es su abuelo.

 

—Por qué no quería que descubriera que eras hijo de Cristóbal. Quería que esto se mantuviera en secreto —guardo silencio—. Aun así, yo no maté a esa humana, porque cuando descubrí que era un vampiro descendiente a mis ojos aquella criatura y esa mujer tenían un significado dentro del clan, pero antes de que pudiera anunciarlo ella se mató, de una forma demasiado extraña para alguien que días antes podía estar bajo el Sol sin problemas y ese hijo suyo perdió su habilidad de un día a otro, sin explicación.

 

Cristóbal colocó sus manos sobre su frente como si aún le costara creer lo que pasaba, y de repente dio un grito tremendo con toda la rabia que tenía acumulada, un grito de dolor, de odio, de frustración, al levantar la mirada sus ojos rojos enfurecidos miraban fijamente a su padre, y con una voz ronca agregó:

 

—Maldito bastardo, debería matarte ahora mismo –apretó los dientes mientras sus colmillos ya se asomaban amenazantes.

 

Sebastián levantó la cabeza, dolido, por un momento creí que estaba arrepentido, pero sonrió tranquilamente extendiendo sus brazos, con una seguridad enorme de sus habilidades y fuerzas. Con una mirada desafiante y burlesca exclamó:

 

—Bien, aquí te estoy esperando ven y hazlo.

 

Fue el punto culmine para Cristóbal, quien sin esperar más dio un giro lanzando una patada que obligo a su padre a detenerla, lo contempló sorprendido como si no se esperase que su hijo tuviera ese poder. Luego sonrió con orgullo agarrándolo del cuello y levantándolo para golpearlo, pero Cristóbal lo alejó con otra patada y retrocedió antes de ser alcanzado por las garras de su padre. El joven vampiro antes de siquiera pensarlo se impulsó dándole a su padre un puñetazo en el vientre, y cuando este quiso esquivarlo lo tomó del brazo obligándolo a volver y recibir otro puñetazo en el rostro.

 

—Víctor, hay que detenerlos —murmuré preocupada de ver la violencia de la batalla, no se en que terminaría todo esto y temo que si Cristóbal llegase a asesinar a su padre se perderá en un camino de rencor y venganza del cual jamás podrá salir.

 

Víctor guardo silencio, con la cabeza baja y la mirada perdía. Me sentí congelada ante la gélida expresión que me dirigió, todo el odio y rencor estaban acumulados en esos oscuros ojos suyos, con una mirada tal y como si estuviera frente a un frío asesino. Trague saliva, trato de entenderlo, pero no soy capaz ¿Cómo interpretar el dolor que siente? y aun así ¿Qué puedo hacer para que su mirada deje de hacer que mis manos tiemblen? Él es Víctor, no es alguien capaz de dañarme y sin embargo mi cuerpo me empuja a huir como si aquella fría mirada alguna vez hubiera sido capaz de destruirme. Como si aquel hombre que me observa con ese odio no fuera el que dijo amarme, sino mi peor enemigo.




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